Luis Bru.
El mensaje en redes sociales corresponde a Santy Carrasco González, sanitario residente en Moratalla, que trabaja en el Hospital Virgen de la Arraixaca de Murcia. Da cuenta de un hecho escandaloso y vergonzoso, por el que tendría que pagar, empezando por el presidente de la Comunidad de Murcia, Fernando López Millas. ¡Han ingresado en la UCI, con riesgo para su vida, de Caravaca de la Cruz, con un infarto de miocardio! «¡Niños pequeños teniendo infartos, lo nunca visto!», se sorprende, con razón, el sanitario.
El presidente del Gobierno, la ministra de Sanidad, el jefe de la oposición, el presidente de Murcia se empeñaron en el pinchazo -hablar de vacuna al veneno de muerte del ARN mensajero, portador de la proteína Spike tóxica- a los niños, auténtica salvajada. Aquí están las consecuencias terribles. El niño tiene 10 años y tuvieron que ingresarle después de que los padres -¿en qué estarían pensando?- le llevaran con su consentimiento al matadero.
Por supuesto, nada de esto ocupa espacio alguno en los medios tradicionales, dentro de una omertá culposa; como ninguna información se ha dado del niño muerto a raíz del pinchazo, el mismo día, de la pedanía de Las Palas en el ayuntamiento murciano de Fuente Álamo.
¿Y nadie va a parar este crimen colectivo que perpetra contra los niños? ¿Cuántos más infartos y muertes hacen falta para que queden satisfechos los políticos diabólicos?