Luis Bru.
¡Cuánta razón ha tenido y tiene Enrique de Diego al publicar el libro BERGOGLIO, EL COJÓN DEL ANTICRISTO! ¡Y cuánta razón tiene el arzobispo Carlo María Viganò al decir que «la Iglesia bergogliana es sierva de la nueva religión pandémica»! Un mismo análisis.
Ya dijo la Virgen en San Sebastián de Garabandal que «los sacerdotes, obispos y cardenales van muchos por el camino de la perdición y llevan muchas almas detrás». Tres cardenales bergoglianos que van por ese camino son el arzobispo de Chicago, Blase Cupich, el arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich. y el de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio, que no tiene fe porque no cree que Jesucristo en la Cruz redimiera al mundo de sus pecados.
Así, el ignorante del arzobispo de Chicago, el cardenal Blase Cupich, ha escrito un comunicado, publicado por la archidiócesis estadounidense en el que insta a los que no se han vacunado aún a hacerlo, y a facilitar el acceso del veneno de muerte «especialmente a los niños».
El arzobispado de Lima publicó el pasado 22 de diciembre un comunicado sobre las medidas sanitarias adoptadas para esta Navidad. En el escrito, el arzobispado de lima «invita a todos los fieles católicos a procurar el respeto, cumplimiento y puesta en práctica eficiente de dichas medidas en todos los recintos cerrados donde haya peligro de contagio». el segundo punto del comunicado dice que «se recuerda la obligatoriedad de la presentación del carné de vacunación actualizado para acceder a cualquiera de nuestros recintos. Cada parroquia debe organizar el modo de control eficaz. Y el cardenal Hollerich anda también porque los purasangres puedan entrar en los templos.
Son, claramente, las ladillas del cojón del Anticristo, tres pozos de mierda embutidos con arreos de color púrpura.