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¡Ni una crucecita de los purasangres!

Redacción




Virginia Montes.

La jerarquía de la Iglesia Católica está jugando con fuego y se va a quemar. Hay que darles donde más les duele: en la economía. Ni una «crucecita» purasangre, ni un euro en el cepillo, para los del «acto de amor» bergogliano.

El cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) ha pedido que se exija un pasaporte Covid a todo aquel que desee acceder a los servicios religiosos en Europa, en lo que supone el último paso, por ahora, hacia un respaldo general de la jerarquía eclesiástica a unos controles más estrictos.

«En este momento en que la pandemia está resurgiendo, debemos salvar vidas, y este pase verde debería dar la bienvenida a la gente a la misa», dijo el cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente del Comece, con sede en Bruselas. «Desde Navidad, está en vigor en Luxemburgo una ley que permite que sólo las personas vacunadas participen en las liturgias, excepto en las celebraciones con menos de 20 fieles. Algunos sacerdotes se han opuesto, y esto no ayuda a buscar una solución».

Este tío no tiene ni idea de lo que habla, pero como dice el arzobispo Carlo María Viganò, «la Iglesia bergogliana es sierva de la nueva religión pandémica». Pues que con su pan se lo coman.