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Carta de despedida y cierre a Kun Agüero: Eres un cagado y una mala persona

Redacción




Enrique de Diego.

Mis misivas a ti, Kun Agüero, tienen la lógica de esta despedida, toda vez que, como un lacayo del sistema, como un gladiador moderno, dedicado a entretener a la pobre gente, no has roto con él y te has despedido como un perfecto imbécil, como el tarugo que tú eres, mudo, sin contar por qué tienes la arritmia que te corroe el corazón, y que te matará más pronto que tarde. No has sido capaz de redimirte de la culpa, la inmensa culpa de promocionar ese veneno de muerte para toda la población catalana mayor de 11 años.ç

Se te ve y no eres capaz de hilvanar una frase. Debes haberte dedicado en las concentraciones a jugar con la play station y a farfullar tonterías y a balbucear estupideces. Y así ha sido tu rueda de prensa, llena de agradecimientos serviles e insustanciales, propios de un deficiente mental para los deficientes mentales cuya oligofrenia tú has retroalimentado durante años.

Tú final es patético. Cae el telón sobre tu vida, se apaga el alumbrado, ya eres polvo y cenizas, un vago recuerdo en la tarde pragmática y dulzona, en la noche llena de presagios sombríos. Eres la foto de portada en mi libro REPENTINITIS y no serás  más que eso; el que pudo romper, el que pudo denunciar la farsa y calló como una puta babilónica; el que fue un cobarde completo y una mala persona que fue incapaz de hacer el bien hablando claro, poniendo los puntos sobre las íes, como un guerrero, como un soldado de Dios, de la Verdad en este mundo de tinieblas. ¡Cuánta razón tiene el tuitero Energía Vital Universal quien dice de ti: «Ya lo está pagando y lo que le queda, gentuza rastrera, teniendo la oportunidad de salvar millones de vidas, con unas declaraciones suyas y callan cómo miserables cobardes!».

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Gentuza rastrera, sí, eso es lo que tú eres, infraser, ese es tu epitafio. Se hace el silencio en tu entorno. Tu teléfono deja de sonar. No hay que pueda agradecerte un gesto de arrojo, bizarro, al que estabas obligado: todo es mentira, vivimos entre sombras; tres futbolistas de élite han sucumbido la pasada jornada en lo que en tu honor, eso de lo que careces, he bautizado «síndrome de Kun Agüero»; caerán otros tres, cientos, en una siega inmisericorde hasta que los garrulos que te jalean y que queden abran los ojos, y será demasiado tarde. Habías creado la expectativa, habías podido haber hecho historia salvando a millones del holocausto, y fuiste nada y menos que nada, obvio, preñado de frases hechas, como eres tú, de recuerdos que se llevará el viento, la tormenta que estamos sufriendo y que te abatirá como el hombre sin peso y sin sustancia que tú eres.

Sólo quedará de ti, repito, que eres la portada de mi libro REPENTINITIS y nada más, y nada menos. Esconde en tu covacha, aterido de frío, con la proteína Spike corroyéndote el corazón, el alma, no, porque ya la tienes llena de telarañas y de podredumbre, sepulcro blanqueado, gentuza rastreras, he ahí el resumen de tu vida, he ahí tu epitafio, Kun Agüero.