Enrique de Diego.
Eres un fantoche, Risto Mejide, no tienes criterio, salvo uno relativista que te llevó a abrazarte con un enfermo de coronavirus, has ahora que eres tan imbécil que eres incapaz de establecer sencillas relaciones causa-efecto, como que si te sientas mal al ponerte la segunda dosis de Pfizer tiene la lógica evidente de que te han infectado con el pinchazo, no le des más vueltas, pero tú, idiota al cubo, dame pan y dime tonto, te mareas a ti mismo, con tu pedante seguridad de acomplejado, que es más falsa que un Judas de plástico.
Mira, me has hecho pasar, piltrafilla, una de las mejores horas de este tiempo aciago, de este mundo sombrío y en tinieblas. Tú, fatuo, que utilizar la cámara como un arma de vejación como al taxista ese, caíste en la trampa conmigo porque eres un merluzo que no tienes ninguna inteligencia. Preparé mi estrategia y me dije en mi primera intervención di, con capacidad de síntesis todo lo que le están haciendo a la gente, explica que afrontamos un exterminio, y lo largué. Te hice un reto de recochineó para humillarte más: «Pregunta al Kun Agüero, ¿qué le ha pasado?» Y mordiste el anzuelo, como un merluzo: «No sé preocupe, que lo preguntaremos». Problemas del directo. Ahí te cavaste tu propia tumba. Te pudo tu soberbia. No sabías con quién te enfrentaban, que tengo percebes en los testículos en ese invento del diablo que es la televisión, que lo mejor es apagarla. Allí estaba el titi, relajado, tranquilo, casi apoltronado, con mi chimenea impresionante y bellísima de la mansión familiar, como un noble ante el plebeyo sin clase, ordinario que eres tú, macarra.
Así que, en calidad de analista con cuarenta años de experiencia, te digo que estás acabado y que vas a acabar como un juguete roto, más pronto que tarde, y que vas a poner pegatinas, puto nazi de opereta, al lucero del alba. Te voy a hundir, empezando por los langostinos de Soros-Pescanova, que no los va a comer nadie. Risto, capullo, te reto a que cumplas tu palabra y entrevistes a Kun Agüero. Si no, no tienes palabra y eso es peor que ser un imbécil, no tienes honor, eres nada menos que un charlatán. No tienes cojones ni dos dedos de frente. Ni coraje, que te esconde detrás de una gafotas, ni hombría, ni pizca de talento, gilipollas. Un hombre vale lo que vale su palabra, y no tienes de eso, la tuya no vale una mierda, payaso.
Se retira el Kun Agüero y tú no le has entrevistado, mamón, Ricardo de los cojones de codorniz.
Épica y gloriosa primera intervención de Enrique de Diego en el programa de Risto Mejide