Enrique de Diego.
Ya te vale, mangarán, que no das un palo al agua, ni sudas la camiseta. Ya no vale la postura de la libertad del pinchazo. Ya no vale no lanzar a Juan Luis Steegmann por la roca Tarpeya, que dice que «Vox en un partido provacunas». Ya no vale, patriota de opereta y de figureo, porque quieren esterilizar y matar a los niños de 5 a 11 años. Y ahora hay que mojarse y si no lo haces, que abandonen ese chiringuito que te has montado toda la militancia para no cooperar con el mal, porque esto no va de broma, como tú te lo has tomado, esto es, según Robert F Kennedy Jr, «Armagedón, la última batalla, tenemos que ganarla», y ante esta situación dramática no caben las medias tintas, ni las horteradas satánicas de Rocío Monasterio, quien en vez de sonreír y mostrarse tan mona, más vale que hubiera parado la masacre de madrileños.
Ahora no vale mantenerse en la equidistancia, sino defender a nuestros niños, defender nuestro futuro. No tiene ningún sentido la indiferencia liberal, que se conjuga también con el totalitarismo nazi y el globalismo comunista, de que cada padres han de decidir el destino de sus hijos, y el que quiera matarlos, bien, con tal de el que quiera preservarlos pueda hacerlo con libertad. No, somos una comunidad. Qué será de España si se acaba con la vida del 50% de nuestros niños, y digo nuestros a propósito, porque son nuestros y a ti te toca defenderlos, y a esa pandilla de horteras de bolera que han encontrado un sueldo público ciscándose en todas sus promesas sagradas, la Macarena Olona, el tarugo de Javier Ortega Smith y compañía.
Ahora toca mojarse, clavarle todas las jeringuillas a Juan Luis Steegmann, ya que tanto le gustan, y dar la voz de alarma para que el flautista de Hamelin no culmine sus propósitos. Hay que pedir la prohibición del pinchazo. Debes pedir ya, te conmino, la prohibición del pinchazo. Hay que acudir a los tribunales y pedir una moratoria porque es un asesinato en masa de inocentes. Y si no lo haces Vox será un partido satánico y habrá que calcinarlo y habrás vendido tu alma, que es lo que importa, por una mansión que huele a farmacia, por las comidas en el Palace y por los lujos carísimos y de dudoso gusto de Linda. Oirás, en el día de tu juicio, la voz del Señor que te recrimina: no eres frío ni caliente, y por ello estoy por vomitarte de mi boca.
Mira, el futuro es nuestro, de los no timo vacunados, de los que no nos hemos prestado a la Soha planetaria. Nosotros solos vamos a quedar y también impartiremos justicia, como Dios manda. Y somos cada vez más. A nuestras filas cerradas se suman cada vez más arrepentidos. Ándate con ojo. Ya vale de esas bromas de estar contra la agenda globalista y no mojarte contra su espolón de muerte, paleto, chulito de gimnasio.