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Doctor Luis Miguel de Benito: «Entre el personal sanitario son pocos los pinchados y ahora muchos médicos recapacitan que fue un error»

Redacción




Enrique de Diego.

El otro día tuve la dicha, en el programa de Risto Mejide, de encontrarme con el Doctor Luis Miguel de Benito y verle tirar a la lona a cuatro chacales al uso, globalistas y mendaces. Luego he comprobado que tenemos otros puntos en común, lo cual me llena de orgullo: el Doctor Benito tiene sus raíces en la provincia de Segovia, como yo. Es un médico que vive la ética y por eso está dando la cara y la batalla con gran pericia y gran convencimiento.

Mi más sincera enhorabuena, compañero de programa. Bueno, luego hablaremos. He visto que su Clínica está en Segovia, que es mi tierra, y me alegra que haya un hombre bueno que ama la ciencia y la verdad con pasión. ¿Es usted segoviano?

No soy segoviano de nacimiento. Mi padre, oriundo de Fuentesoto y desertor del arado como se definía, tras la mili se afincó en Madrid y allí nacimos sus cuatro hijos. Pero la mayor parte de mi familia, primos y demás, residen en Segovia o Valladolid.

En Olombrada estuvo mi padre destinado como cabo de la Guardia Civil. Otro punto de contacto…

Olombrada es el pueblo de mi madre. Allí nació y allí descansa en paz. En nuestra infancia íbamos más al pueblo de mi padre que de mi madre, por lo que no tenemos tantas vivencias. Algunas cosas que nos contaba mi madre, como que su hermano Miguel de Benito, fue alcalde del pueblo y la gente le estimaba como un hombre sensato y de paz. Igual coincidió con tu padre…

«Son valientes en manada, nunca ofrecerán un debate en igualdad de condiciones»

Bueno, le he seguido, pero me lleve la grata sorpresa de que encontrármelo en el programa de Risto Mejide. Mientras usted intervenía a mi me quito el sonido, así que pude escucharle con deleite como se merendaba no a uno, ni a dos, sino cuatro.

Algunos han opinado que eso fue meterse en la boca del lobo. En las circunstancias que vivimos, que nadie espere que le ofrezcan un combate en igualdad de condiciones. Ellos tienen todos los medios y las malas artes (te quitan el sonido o te cortan, te ponen subtítulos que no ves o músicas tenebrosas para acompañar tu discurso…) pero en pocas ocasiones me he sentido tan seguro porque defender lo que es verdad es harto sencillo, por más mentiras que echen, la lógica sale a relucir y hasta los propios seguidores del programa ven que es injusto hacer un debate así, con uno solo frente a cuatro (o cinco o seis… según van echando leña al fuego). No van a ofrecer nunca igualdad de condiciones. No tendría inconveniente en mantener un diálogo personal con cada uno de los contertulios a solas, pero estoy convencido de que ninguno de ellos lo aceptaría. Son “valientes” en manada. Y eso lo dice todo. Y por si fuera poco, cuando ya no estás para replicar, siguen echando calumnias encima, fruto de su odio. Pero ahí queda el documento para que la posteridad lo analice.

El argumento de que los seguros no cubren la responsabilidad civil de los médicos los dejo planchados…

Ninguno de los que estaban en la mesa, ninguno, era médico. Hablaban desde su perspectiva con una autoridad tan pasmosa como su propia ignorancia. Ninguno ejerce como médico y ni siquiera saben acaso lo que es el Seguro de Responsabilidad Civil. Es sorprendente que los Colegios de Médicos dejen ejercer a sus médicos recomendando (que no prescribiendo) un producto de los que las compañías de seguros no cubren a los médicos en caso de reclamación por parte de los pacientes afectados.

Ha puesto en el mercado un libro titulado “Coronavirus: tras la vacuna”, que me voy a leer y espero hacerle otra entrevista, pero diga nos algo de que nos espera tras la vacuna.

Empleé esa preposición “tras” adrede por su doble significado. Por un lado, la preposición denota un ir detrás de ella, en su búsqueda, como respuesta a un problema de salud que nos acuciaba. Pero en el otro significado, apunta a lo que se esconde detrás de ella. Porque al reflexionar sobre la envergadura real del proceso sanitario que nos sobrecogió, no se ve una necesidad clara de “vacuna” para esta situación. En el libro muestro que una vacuna sí que es realmente necesaria para la situación que se ha originado. Imprescindible.

«Si hubiesen escogido el término quimioterapia…»

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Han utilizado el término vacuna, como ha dicho un directivo de Bayer, para engañar a la gente. ¿Hay casos menos muertes este año que el anterior?

Vacuna es un término bien escogido porque desarma de prevención al cerebro. Si hubiesen escogido el término “quimioterapia” es algo que tiene poca aceptación por parte de la población general. Pero vacuna… ¿quién no quiere una vacuna, algo “bueno”? Es como un billete de 50 euros que a todo el mundo le cae bien. ¿Cómo es posible que haya gente que no quiere una vacuna así entendida? Eso es lo que obra en las mentes de las personas que se muestran a favor de estos pinchazos. De hecho, para no mentir… hubo que modificar la definición de “vacuna” para que estos pinchazos se pudiesen integrar como tales. Pero igual que se hizo con el término “pandemia”: si redefinimos las cosas, podemos hacer que una mesa sea un libro,…

Si no inmunizan o no sirven para nada o sirven para matar.

En medicina la principal contraindicación es la falta de indicación. Algo que no está indicado, está contraindicado. Y es el principal argumento para rechazar desde el punto de vista médico este tipo de terapias. Porque con respecto al perfil de seguridad que tenga… inexorablemente debe pasar el tiempo para saber su seguridad real. Desde mi punto de vista, augurar que son seguras y no pasará nada, es temerario. De hecho conforme pasan los días tenemos mayor número de datos para saber que tienen muchos, muchísimos efectos secundarios y muy graves. Y la gravedad es todavía mayor si consideramos que el producto que se administró… no era necesario desde el punto de vista epidemiológico.

Usted está dando la cara, cosa infrecuente en la profesión médica española, ¿por qué? ¿cuál es su motivación?

Yo soy médico. Para eso me he formado y en eso llevo ejerciendo durante casi treinta años. He realizado más de cuarenta mil endoscopias digestivas y he trabajado en más de treinta hospitales de toda España. Pero al margen de todo mi bagaje técnico, tengo la misma obligación deontológica que cualquiera de mis compañeros de defender la salud de los pacientes. Por eso siempre respeto la decisión de cualquier colega que opina lo contrario que pienso yo si lo dice en conciencia y tiene argumentos científicos para sostenerlo. En nuestra profesión no vale el “es que lo dice la tele”, “la mayoría dice que…”, o “las autoridades aconsejan”. Hay que tener bien claro que la principal autoridad frente a la salud del paciente es el médico que le atiende: hay otras, por supuesto, pero ni de lejos tan importantes. La relación médico-paciente está basada en la confianza, en la seguridad de que el médico buscará siempre el beneficio del paciente. 

¿Puede decirse que entre los médicos y las farmacéuticas hay una simbiosis corrupta? ¿En qué se manifiesta?

Creo que eso desde la opinión pública se ha hipertrofiado mucho. La mayoría de los médicos que ejercemos no recibimos nada de las farmacéuticas. Bueno, acaso un boli de propaganda o un cuaderno. Antaño nos llevaban más de congresos… pero tampoco eso considero que sea un “comprar voluntades”. Al menos los colegas con los que trato consideran que son libres en sus decisiones y prescripciones. Pero evidentemente, hay pruebas de que no sucede eso en todos los casos. Curiosamente las prebendas cuantiosas se dan más frecuentemente para médicos poco o nada asistenciales, o incluso para investigadores no médicos. Y sobre todo, van para algunas instituciones que investigan, o sociedades médicas. Si eso es no acorde al derecho o hasta qué punto puede serlo, no lo sé. A veces es clamoroso y bochornoso que en un congreso nacional se admita una ponencia en sesión plenaria sobre los efectos beneficiosos de los refrescos gaseosos de cola sobre el Aparato Digestivo, por poner un ejemplo.

–  El personal sanitario ha participado, ha llevado a cabo este genocidio. Es terrible. ¿Dónde ha quedado el juramento hipocrático?

Mucha gente hace mención de ese juramento. En el fondo, aparte de nostálgico, es un acto en sí pagano si se tiene en cuenta que jurar es poner a Dios por testigo de lo que uno hace. En los tiempos de Hipócrates debían jurar por los dioses, que es lo que se llevaba. Pero en definitiva, con ese acto, implícito o explícito, se daba a entender por lo más sagrado que un médico velaría siempre por la salud de sus pacientes, anteponiendo su bienestar a cualquier otro interés, tanto del médico como de otros agentes. Es, por tanto, una consideración ética y como tal queda bien recogida en el Código de Deontología Médica que precisamente por esto que hemos vivido está buscando “reescribirse” o “reinterpretarse” (como decíamos con el término “vacuna” o “pandemia”). Hay mucho interés en reinterpretar el Código de Deontología Médica porque con la lectura y significado clásico se han cometido numerosas irregularidades amparadas por las instituciones. Ya lo advirtió de ello el que durante muchos años estuviese al frente de la Comisión Central de Deontología Médica de la OMC, el profesor don Gonzalo Herranz: habrá numerosos intentos para tergiversar la esencia de nuestra profesión olvidándose de la dignidad de la persona humana.

«Cada vez son más los colegas que recapacitan y se dan cuenta que fue un error pincharse»

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– ¿Qué porcentaje de médicos y personal sanitario no se ha timo vacunado?

Es difícil saberlo en esta guerra de cifras. No lo sé con seguridad pero sí sé que ha sido muy desigual según los centros asistenciales. Áreas como Plasencia o Valladolid han tenido un bajo porcentaje de personal sanitario vacunado y si atendemos a los datos recogidos por los sindicatos de trabajadores, apenas llegan al 50%. Pero lo más esperanzador es que cada vez son más los colegas que recapacitan y se dan cuenta que fue un error pincharse. No sólo por los llamamientos a los constantes y repetitivos pinchazos sino porque cada vez tenemos más presentes los efectos secundarios provocados por los pinchazos, en ellos mismos con bajas laborales, en sus familiares y en sus pacientes. Y a la vista de ello rebrota la pregunta: ¿Qué necesidad había?

¿Es esperable una rebelión de los médicos contra esta patraña asesina?

Es esperable que quien conserve un adarme de ética profesional se cuestione su actuación médica a lo largo de los últimos meses. ¿Qué he hecho? ¿Por qué? ¿Cuál ha sido el fundamento y la razón de mis actos y decisiones? ¿Cómo he procedido a la hora de aconsejar a mis pacientes y bajo qué criterios lo he hecho? En las decisiones de lo que he hecho ¿cuál ha sido y es el principal motivo para hacerlo? ¿Qué me mueve en mis actos, qué busco tras lo que le digo a cada paciente? Las decisiones en este ámbito siempre deben ser personales, porque refugiarse en la masa, en el colectivo, denota cobardía. El médico nunca debe abandonar a su paciente. Yo no puedo hablar por mis colegas, solo por lo que yo vengo haciendo. Pero tengo la inmensa suerte de trabajar con colegas que también viven esa preocupación poniendo en segundo plano otros intereses y miedos. Eso es alentador.