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¡Ya nos han invadido!

Redacción




Enrique de Diego.

Ofrecemos como primicia este capítulo del nuevo libro de Enrique de Diego que próximamente saldrá la venta en la plataforma lulu.com, bajo el título «Bergoglio, el cojón del Anticristo». En el libro se resalta que Jorge María Bergoglio no cree en la Divinidad de Jesucristo y aspira a destruir la Iglesia. También se considera que es inminente la Segunda Venida de Jesús, en Gloria y Majestad. Se destaca que los tiempos satánicos que vivimos confirman todas las revelaciones de San Sebastián de Garabandal. En este capítulo se destaca que la invasión comunista ya ha tenido lugar y que los sacerdotes van a ser eliminados por la inyección del veneno de muerte, con lo que estaremos ante una Iglesia sin Sacramentos:

Entre el 25 de marzo de 1945 y 1959, la Virgen Señora de los Pueblos se apareció a una humilde mujer, soltera, Ida Peerdeman, pidiendo que fuera declarado como dogma, Corredentora, Medianera de todas las Gracias y Abogada. Se presentó como Señora de todos los Pueblos, y le enseñó la siguiente oración: «Señor Jesucristo, Hijo del Padre, manda ahora tu Espíritu sobre la Tierra, haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos, para que sean preservados de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. Que la Señora de todos los Pueblos, que un día era María, sea nuestra Abogada. Amén».

En las 56 apariciones, la Virgen le descorría el velo del futuro a Ida y así vio la llegada del hombre a la luna. Pero también le enseñó algo que estamos viviendo. Atentos: «Veo América y Europa una al lado de la otra. Después veo escrito: ‘Guerra económica, boicot, crisis monetarias, calamidades. Luego veo imágenes de espantosas de personas frente a mí. Veo caras, caras hinchadas, llenas de úlceras, como una especie de lepra. Luego siento enfermedades terribles y mortales: cólera, lepra, todo lo que esa gente tiene que sufrir. Entonces todo eso desaparece y veo cositas negras flotando a mí alrededor. Intento saber lo que es, pero no lo logro, parece como polvo muy fino. No puedo distinguir con mis ojos lo que es. Es como si tuviera que mirar a través de algo y allá abajo magníficos campos blancos y sobre ellos veo esas cositas negras, pero ahora agrandadas  y como si tuvieran vida. No sé cómo explicarlo. Pregunto a la Señora: ‘¿Esos son bacilos?’ Ella responde muy seria: Es algo infernal. Entonces siento que se me hincha la cara y todo el cuerpo. Siento que tengo la cara monstruosa y toda rígida e hinchada. No puedo moverme. Oigo decir a la Señora: Y eso están inventado».

El siglo pasado, recién terminada la II Guerra Mundial, Nuestra Señora estaba avisando de la guerra bacteriológica, de una forma que es idéntica al coronavirus como invento humano, dentro del plan satánico desatado sobre el mundo. Nuestra Señora de todos los Pueblos va más allá: “Esta es una batalla espiritual que se pelea en todo el mundo. Es mucho peor que cualquier guerra en el presente, ya que socava la Humanidad” (3-1-1946). Es una guerra terrible por ganar las almas que se está dando ahora en toda su crudeza, por eso vemos a tantos de nuestros semejantes con el alma anestesiada, adocenada, vaciada, dormida, a modo de auténticos zombis. “En este momento hay una guerra de ideas. Ya no están en juego razas y naciones, sino lo que se disputa es el espíritu” (11-II-1951). Es la última batalla, a la que, por nuestras solas fuerzas llegamos maltrechos; el enemigo ha hecho su labor de zapa y ahora espera recoger la cosecha abundante. Avisó, con tiempo, Nuestra Madre: “El enemigo de Nuestro Señor Jesucristo ha trabajado lenta pero eficazmente. Sus soldados están en guardia. Su trabajo está casi terminado. Naciones, cuídense: el espíritu de falsedad, de mentira y engaño está arrastrando a muchos. La Iglesia será aún más socavada. Una gran responsabilidad pesa sobre la gente de estos tiempos. Educadores y padres de familia, cuiden de los jóvenes” (8-XII-1952). Oración y penitencia, Sacramento de la Confesión y de la Eucaristía, Santo Rosario son las armas para este combate tremendo, espiritual.

Aquí se enlaza directamente con el Aviso de Garabandal, señal de que el Cielo no nos ha dejado solos, de que va a remover las conciencias dañadas por un pecado que ha quedado falsamente abolido y campa por sus respetos, más descarado que nunca, más agresivo, hasta soñar con la pesadilla de la aniquilación de la especie humana, hechura a imagen y semejanza de Dios.

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Veamos lo que nos dicen las niñas ya en su madurez sobre el Aviso. Conviene tener en cuenta que han sufrido una tenaz persecución por la jerarquía que las ha mantenido calladas durante años. En agosto de 1979 Jacinta afirmó que la situación mundial cuando llegue el Aviso “será mala”. En abril de 1983 precisó que la Virgen dijo que el Aviso llegaría cuando la situación económica estuviera en su peor momento. Tampoco se tratará únicamente de la persecución, porque muchos hombres habrán dejado de practicar la religión”.

Antes de que llegue el Aviso habrá una “una tribulación que hará difícil practicar la religión” (Mari Loli, julio, 1975). Por ese motivo, parecerá que la Iglesia habrá desaparecido. Aunque la Virgen no dijo que el Santo Padre se verá obligado a marcharse de Roma cuando se produjera el Aviso, “lo que me pareció a mí –tal vez en ese momento confundiera en mi mente lo que yo veía y lo que decía la Santa Madre, porque han pasado tantos años- fue que el Papa no podría estar en Roma abiertamente. A él también se le perseguirá y tendrá que esconderse como los demás” (Mari Loli, octubre, 1982).

Esta prueba brutal tiene que ver con el comunismo: “era una invasión, bueno, algo que me parecía una invasión, algo muy malo en lo que el comunismo jugaba un papel importante, pero ya no recuerdo qué países o regiones se veían afectados. Estos graves acontecimientos tendrán lugar antes del Aviso, que ocurrirá cuando la situación esté en su peor momento” (Jacinta, agosto de 1979). “Parecerá que los comunistas se han apoderado del mundo entero y será muy difícil practicar la religión, que los sacerdotes puedan decir Misa o que el pueblo pueda abrir las puertas de las iglesias” (Mari Loli, octubre 1982).

De estas visiones, según el docto parecer de Santiago Lanús, el hombre que más sabe de todo lo acontecido en Garabandal, que conoció en circunstancias providenciales, “se desprende que la situación se caracterizará por un estado agudo de angustia y de tribulación, de crisis social y religiosa, y de apostasía generalizada, hasta el punto de que llegará un momento en que la Iglesia parecerá a punto de perecer”.

Destaca un clima de imprecisión en los detalles, lógica dado el tiempo pasado, y añadiría la presión soportada durante tiempo. Destaca, con todo, la “invasión” vagamente comunista y las dificultades para practicar la religión que hará parecer que la Iglesia está en trance de desaparecer. La invasión ya ha tenido lugar, ya sean desatado las hostilidades con suma crudeza y la ideología atacante es el comunismo. No hay que pensar en una “invasión militar” del comunismo chino, o no necesariamente, sino de ocupación planetaria de una nomenklatura corrupta y corruptora, como peones del plan satánico. Los Gobiernos, y la las oposiciones de la mano, apoyados o respaldados por las armas de las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas, que lejos de servir al pueblo, lo hacen, lacayuna y servilmente, a las castas parasitarias que hace tiempo las pervirtieron.

Los Gobiernos pusieron en marcha, junto a la matanza de ancianos con la sangre fría de los psicópatas, las tácticas de la tiranía china bajo el ejemplo sangrante de Wuhan. Las poblaciones fueron recluidas, confinadas, mientras se prohibían los medicamentos baratos que hubieran salvado vidas, el 95% de ellas, según el Doctor Vladimir Zelenko. Las policías se vienen utilizando como auténticos perros de presa, como jaurías, pisoteando los más elementales derechos personales. En España, los dos primeros estados de alarma han sido declarados anticonstitucionales, con la gravedad que ese hecho contiene, sin que nadie haya ni tan siquiera dimitido. Bajo la más atroz mentira, bajo el más descarnado relativismo, los Gobiernos han prometido la vuelta a la “nueva normalidad” sí las poblaciones aceptan inyectarse el veneno de muerte que las matará a corto, medio y largo plazo. Un genocidio tiene lugar a la luz del día. Dramático balance: en Gran Bretaña, UE y USA va por 6.636.471 heridos y 40.679 muertos. No es una vacuna –suprema falsedad- sino terrorismo biológico, como dice el Doctor Peter McCullough. En Australia, en Nueva Zelanda, incluso en la misma Inglaterra, se han preparado auténticos campos de concentración a los que con valentía y arrojo han decidido no colaborar con su suicidio. En las naciones hispanoamericanas se han tomado medidas de discriminación hacia ellos, bajo la absoluta mentira de que contagian al resto, que mueren cuando supuestamente están inoculados, derrumbándose fulminados en la calle, en los despachos, en los estadios de hockey sobre hielo o en los de fútbol, sin que los grandes medios de comunicación osen relacionar esta plaga de “repentinitis” con el veneno inyectado. Como tampoco la miocarditis y la pericarditis que siegan la vida de los más jóvenes, de los niños incluso, -ahí está Maddie de Garay como ejemplo, tullida por los criminales de Pfizer- con las Agencias de Control en manos de las homicidas farmacéuticas mediante la corrupción personal a gran escala. Desarmadas, sin derecho a portar armas, las poblaciones se ven obligadas a resistir. Es la III Guerra mundial planetaria decretada por la casta corrupta y la nomenklatura globalista. Este es el primer ataque. Se amenaza con nuevas ofensivas en relación con el clima, con apagones, con desabastecimientos.

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Y se hace en nombre del comunismo, de una forma amorfa de comunismo en el que confluyen el capitalismo de estado y el capitalismo salvaje. Es el nuevo orden mundial, de impronta comunista, como dominio de las élites sobre poblaciones que se confía en llevar a la esclavitud, aumentando la presión, mientras los italianos corean “somos de esa gente que nunca se rinde”. Se trata de imponer la marca de la bestia, en el brazo, el pinchazo letal, para poder viajar, para poder estudiar, para poder trabajar, para poder vender y comprar, como dice el Apocalipsis. Se hace en nombre del propósito y el programa del Foro de Davos que se resume en el aserto “no tendrás nada y serás feliz”. Una máxima mendaz comunista. No tendrás nada y serás esclavo. Y Bergoglio se ha plegado con entusiasmo a este programa, el infame Bergoglio.

Veamos qué va a suceder con la Iglesia. Casi todos, una práctica mayoría de los sacerdotes se han inyectado el veneno de muerte. Según la Doctora Dolores Cunhill, de la Universidad de Dublin, tienen a lo máximo dos años de vida. Según el virólogo Geert Vandem Bosche, desarrollarán el fenómeno conocido como ADE, enfermedad agravada por las vacunas. También el Premio Nobel de Medicina 2018, Luc Montagnier ha indicado lo mismo. Y el Doctor Robert Malone, la Doctora Judy Mikovitc, la Catedrática María José Martínez Albarracín y cientos de científicos más que se lo han jugado todo, prestigio profesional y posición económica, por puro amor a sus semejantes.

La mayoría de los sacerdotes sucumbirán entre atroces enfermedades autoinmunes, con el sistema inmunológico destruido. Se cerrarán las Iglesias. Dará todo la impresión de que la Iglesia va a perecer, va a desaparecer. No hay que esperar una invasión militar, hemos sido ya, de hecho, invadidos, hemos sido ya tomados. La resistencia ha de derrocar a todos los Gobiernos. La tiranía modelo chino se cierne sobre el planeta con los cuatro jinetes del Apocalipsis. La Plataforma de las Clases Medias vio el deterioro y la expoliación y estoy muy orgulloso de todos los corajudos que me siguieron para dar la batalla contra un sistema corrupto y genocida. Los tiempos están cumplidos. La Guerra se ha desatado. En estas condiciones, a Bergoglio, calificando de “acto de amor” el arma del genocidio, le resultará muy difícil mantenerse en Roma ni en ningún rincón del mundo.

De nuevo, la Virgen, solícita, viene en nuestra ayuda. Este es el mensaje del 25 de octubre de 2021, en Medjugorje: “Queridos hijos, regresen a la oración, porque quien ora no le tiene miedo al futuro. Quien ora está abierto a la vida y respeta la vida de los demás. Quien ora, hijitos, siente la libertad de los hijos de Dios y con un corazón alegre sirve al bien del hombre, su hermano. Porque Dios es amor y libertad. Por lo tanto, hijitos, cuando quieren ponerles cadenas y servirse de ustedes, eso no viene de Dios, porque Dios es amor y da su paz a cada criatura. Por eso me envió: para ayudarlos a crecer en el camino de la santidad. Gracias por haber respondido a mi llamado”.