Enrique de Diego.
Cuando un tonto coge la linde, la linde se acaba y el tonto sigue; ese es tú caso, Antonio Garamendi de los cojones, so gilipollas, que has quedado segundo en el campeonato nacional, por gilipollas. Cuando un totalitario, y tú eres de un tipo excéntrico y muy tarugo, coge el paso de la oca no para y es lo que te pasa a ti. Dices que vas a proponer con esa escoria que es la CEOE que se timo vacunen todos los trabajadores en la negociación con los corruptos sindicatos, ni más ni menos como la CEOE, que vive tan bien y tan ricamente de las subvenciones, de los convenios. O sea, el que no se timo vacune, que no trabaje. Mira, mostrenco, animal de bellotas, te van a llover las demandas y las leches por esclavista y por ignorante y por hacerte el gracioso que maldita la gracia que tienes, pocilga de Guecho, cabronazo.
Mira que me has empezado a caer gordo y te vas a convertir en un clásico de mis cartas. Pero mira que eres berzotas y tosco. ¡Qué te vas a meter en un lío morrocotudo por servil! ¡Te vas a joder la vida con la bromita y tu asqueroso afán de protagonismo! Se te van a torcer las cosas, vas a ir de culo, cuesta arriba y con el freno echado. Tú, tonto del culo, te crees a estas alturas que la gente no sabe que les inyectan un veneno de muerte, que se los va a llevar entre atroces enfermedades autoinmunes, como esa terrible broma macabra de las «muertes repentinas», en que se desploman fulminados, como el conselleiro de Facenda de Galicia, porque su sistema inmunológico destrozado percibe el corazón como enemigo; y así en dos años, como mucho, de esperanza de vida. ¿Eres bobo o qué te pasa? ¿Cuánto has cobrado de Pfizer? Has fichado a la corporación maligna para la CEOE y los vas a pagar caro. ¡Quieres exterminar a los trabajadores! ¡Vaya desastre que eres de esa casa de latrocinio de la CEOE! ¡Quieres aniquilar a todos los consumidores! Tú, que perteneces a una saga de lameculos y abrazafarolas, has salido el más y sin luces. Alá, lo que te manda el poder, allá vas tú de cabeza, y si te dices que te tires a una ciénaga, encantadito. ¡Si los que contagian son los timo vacunados, criminal!
¡Qué está cambiando el ambiente, que se está haciendo la luz, que el Ministerio de Sanidad ha tenido que informar por escrito que el coronavirus ni ha sido aislado, ni está secuenciado, y ya me dirás, animal de bellotas, que timo vacuna se puede hacer así! Ninguna, salvo la que le conviene a Bill Gates y a su lacayo, Sergio Rodríguez, un veneno de muerte que esteriliza y mata, para los sueños húmedos eugenésicos del más gilipollas del mundo mundial. Pero ya han ido los londinenses delante de la sede de la Fundación Bill & Melinda Gates a gritar «¡Arresten a Gates!» Y tú, mostrenco, garrulo, animal de bellotas, estás haciendo muchos méritos para que las buenas gentes, las que no han dejado que les inyecten el veneno de muerte, y los que se han arrepentido de la asquerosa farsa, que son legión, vayan y rodeen ese antro de la sede de la CEOE y pidan a voz en grito: ¡Arrestad a Garamendi! Entonces será el llanto y crujir de dientes.