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Carta al consternado Alberto Núñez Feijoó: Te has cargado a tu conselleiro de Facenda

Redacción




Enrique de Diego.

Dicen las crónicas que todo el gobierno de la Xunta está consternado, menos algún trepa que soñaba, seguro, con ocupar su puesto, por el fallecimiento fulminante, la parca de moda de la muerte repentina, de Valeriano Martínez, conselleiro de Facenda, que morreu en el seu despacho en el edificio administrativo de San Caetano, lo que a ti te estropeó el día que tenías previsto acudir a la feria internacional de productos del mar congelados, Conxemar, en Vigo. Valeriano Martínez era el que te hacía el juego sucio, los trabajos penosos, los presupuestos, los enjuagues, la ingeniería contable. Valeriano era un nazi al menos como colaboración contigo un mal gallego, un falso gallego, un globalista, mentiroso a más no poder, no hay otro que te iguale, amigo de narcos, vendido a la farmafia y a los poderes diabólicos; Valeriano quería imponer la timo vacunación, a la que ha sucumbido, obligatoria y universal y el pasaporte covid para tomarse incluso un pulpo da feria en Pirri de Betanzos, que a los no vacunados les iba a tocar ir de romería a Oleiros para que una paisana lo hiciera reblandeciéndolo a golpetones y saborearlo con buen ribeiro, en la clandestinidad. Sólo por eso merece Valeriano algunos años de Purgatorio y debes rezar por su alma, canalla, para que pene lo menos posible y no vaya por las fargas de Galicia como alma en pena con la Santa Compaña, que haberla, hayla.

Como la mierda de TVG no sirve para nada más que para adularte, y para colocar estómagos agradecidos y gastarse el dinero del sufrido contribuyente, como tienes a todos los medios comprados con subvenciones, y más que ninguno a la voz de su amo que es La Voz de Galicia, te voy a contar de lo que ha pasado, de que ha muerto el malogrado Valeriano, para que se entere toda Galicia, hasta la más recóndita parroquia de Os Ancares. El 4 de mayo de 2021, el bueno, malo o regular de Valeriano se puso, con alharacas, parafernalia y gaiteiros, el primer pinchazo. Aquí te pongo el documento gráfico que con tanta publicidad te recreaste, gilipollas:

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No hay una sin dos. Se inyectó el pardillo la proteína Spike y lentamente, como arma letal, obligó a sus células a replicarla por trillones. Entonces, desarrolló una enfermedad autoinmune según la cual su sistema inmunológico hecho una patata, y no de Lugo, que están buenísimas, no pudo contrarrestar el ataque, considerando que, nada menos, que el corazón era un feroz enemigo de su cuerpo. Lo avisó el virólogo de referencia Geert Vandem Bosche, el Premio Nobel de Medicina, Luc Montagnier, la eminencia del Doctor Vladimir Zelenko y la gloria patria de la Catedrática María José Martínez Albarracín, pero a ti esos nombres no te dicen nada, tú, garrulo, empeñado en matar gallegos, como Valeriano, no entiendes nada de ciencia, ni usas la razón para proteger a los tuyos, sino que las farmacéuticas pagan mejor que los narcos. Así que tú a timo vacunar por cojones. Y los que se han timo vacunado por ir a tomarse unos ribeiros al casco viejo de Santiago de Compostela ya saben que les espera la de Valeriano, por culpa de Alberto Núñez Feijoó que sólo sabe de imponer la tiranía.

Así que, gilipollas, te dejas de consternaciones de opereta y de lágrimas de cocodrilo, que te va a tocar ir a muchos funerales, que Valeriano ha caído fulminado en su despacho por tú culpa, y no por exceso de trabajo, que a sus 60 años tenía mucha esperanza de vida por delante, por la proteína Spike, que no es inocua como dice en Libertad Digital la petarda y marisabidilla, que le han dado el título en una tómbola, de Yésica Sánchez, hasta considerar su propio corazón, mira si es terrible, cabronazo, como el enemigo. Lo que ocurre es que el mundo se ha vuelto loco y todos los políticos sois unos corruptos, que al último honrado lo echasteis hace cuarenta años, y tú, y todos los que como tú, habéis perdido la legitimidad de ejercicio, esputo lameculos de Bill Gates, y os vamos a echar a gorrazos, cuando los gallegos recuperen la dignidad, que ya no son como cuando yo hice la mili, bendita mili, perito en lunas, haciendo guardia entre los magnolios de los jardines de Capitanía General, cerca de la bellísima Iglesia románica de Santiago. Ya los gallegos, al parecer, no desconfían del cacique, que eres tú, soplagaitas; ahora pones el matadero y van en legión, y en tú voracidad asesina, quieres que vayan todos para extinguirlos. Pero cuídate del tiempo de la justicia y de la venganza, Alberto, de los cojones.