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Carta a la segoviana Elia Rodríguez: Para que tu muerte no sea estéril, ¡con qué gentuza has trabajado!

Redacción




Enrique de Diego.

Tenemos los dos, Elia, el mismo paisaje urbano de juventud, el de la bellísima Segovia, la del Acueducto, el Alcázar y la Catedral, el del románico admirable de San Millán, de San Martín, de San Juan de los Caballeros, de San Quirce, de la Vera Cruz; del Monasterio de El Parral, del Palacio de San Antonio el Real, de todos esos palacios burgueses, de la Casa de los Picos, de Juan Bravo, de Andrés Laguna, de Abraham Seneor, el último rabino de Castilla. Tenemos las retinas llenas de tanta belleza como la que nos desborda Segovia, Riofrío, La Granja, Sepúlveda, Santa María la Mayor de Nieva. Hemos crecido entre tanta armonía que nos resulta difícil entender la mezquindad humana, y tú has estado rodeado de mucha mezquindad y mucha pequeñez. Me dirijo a ti sabiendo que me ves y me oyes y me lees, porque «La muerte no es el final» y sé que Dios te ha preparado un buen lugar junto a Él, porque eras hermosa por fuera, pero sobre todo por dentro. Tus compañeros (acongojados) hablan maravillas de ti. Eras buena compañera, cuando en las redacciones son habituales los navajazos y las traiciones, tú ibas con tu sonrisa a hacer el trabajo que te gustaba, que te apasionaba. Buena alumna de la Universidad SEK que tiene su sede en el hermoso convento dominico de Sata Cruz, que fue luego, cuando yo lo conocí, Hospicio.

Federico Jiménez Losantos, el gilipollas, vacunado.

Quieren que tu muerte sea estéril, que quedes, a tus 38 años, como una inútil que tuvo un «accidente doméstico», no nos dice ni dónde, ni cómo. Han dado una versión oficial ridícula un accidente doméstico. Pero «¿cuál? -se pregunta un tuitero- ¿se cayó por el balcón limpiando cristales? ¿Se cayó de cabeza en la ducha desangrándose? ¿Se electrocutó con el secador de pelo?» Eres una más de las víctimas que no existen, de las 64.500 que se ha informado a VAERS, que son muchas más, de esta matanza, de esta masacre que han organizado las élites globalistas a quienes sirve el insignificante Losantos, el lacayo de Pfizer. Copio de María de la Hoz Martínez Herrera: «Estoy sufriendo lo indecible. Tanto por los síntomas físicos como por el silencio e incomprensión social. Nadie quiere darnos voz, y se silencia cualquier efecto adverso de la vacuna. Se menciona algún caso ya muy fragante, pero ni un 1%. Los políticos son los primeros comprados, y de ahí para abajo el resto del sistema».

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Ella ha puesto cara a un sacrificio que la gentuza, que la escoria del mundo oficial, del mundo de Losantos, ha decidido, lacayo del aluciando y corrupto de Bill Gates, ha decidido que no existe, que son prescindibles, que sobran. Y que si se mueren en casa entonces es «accidente doméstico» y si se mueren en el trabajo es «accidente laboral» y si se mueren en el Hospital enfermera Isabel Zendal tenían patologías previas. Gentuza canalla, como el Juan Luis Steegmann, que ama tanto los cadáveres y es tan corrupto que quiere a todos los españoles ejecutados. Y tiene la desfachatez de darte el pésame. ¡Ay del día de la justa ira!

O la escoria infinita de Luis del Timo, que está como las maracas de Machín, más sonado que Folledo, mas entregado a Pfizer… Dicen en Twitter: «Luis del Timo Pino, hoy te has pasado 70 pueblos, nos has llamado MALINTENCIONADOS, IDIOTAS Y GENTUZA INTOXICADORA a los anti-kakunas. Pero que HDLGP y cínico eres. Lo que SÍ que es TÓXICO eres TÚ y la puta PINO-TIMO-KAKUNA venenosa».

O: «A Luis del Timo hay que darle el mismo tratamiento que a Newtral… si él dice «blanco», es que es con total seguridad, «negro». Acanallado. Cuando en Israel está siendo el fracaso previsible y están actuando sus gobernantes, como explica el Dr. Vladimir Zelenko, como «Josef Mengele con su pueblo».

Ahora tú puedes ver las cosas claras: estamos siendo objeto de un ataque despiadado y cruel de una élite globalista, de la que el enano es el último mono vocinglero, que no aparece por el estudio porque debe estar tocado de muerte o de vergüenza. Y utilizan todas las tácticas más rastreras de la propaganda, de ahí que tú, con tus 39,5 de fiebre, habiendo pasado el coronavirus, que estabas inmunizada de por vida, cuando te ibas a marchar al Hospital, caíste fulminada, y esa embolia o infarto, cuando la proteína Spike atraviesa el endotelio, ha quedado en un «accidente doméstico». ¡De que gentuza, de que escoria has estado rodeada, moza segoviana, Elia Rodríguez.