Enrique de Diego.
Ha acertado siempre. Desde que AstraZeneca produciría trombos, cuestión calificada como bulo por Newtral de Ana Pastor, que de esa forma se cubría de mierda, que te desmientan estos falsarios es una señal de veracidad, hasta que los timo vacunados serían súpercontagiadores de la variante Delta, provocada por las timo vacunas, pasando por la infertilidad femenina y la esterilidad masculina, pasando por la gratuidad del sacrificio de los niños. Todo la ha adelantado esta murciana, la Catedrática de Procesos de Diagnósticos Clínicos, María José Martínez Albarracín.
Inútil felicitar a esta egregia eminencia, porque el daño es tan grande, el genocidio es tan monstruoso, que toda «victoria es pírrica». De hecho, «nunca hubiera querido estar más equivocada pero, por desgracia, basta leer ciencia básica para comprender que no podía ser de otra manera». Fue la primera en alertar de la condición destructiva de la «Spike protein ( proteína espiga)», luego vino la confirmación de los canadienses en el trabajo con timo vacunados japoneses y la primera autopsia de un muerto por el coronavirus, para concluir lo que la Dra Albarracín había dicho: «las vacunas génicas inducen a fabricar a nuestras células es el patógeno; es la toxina que desencadena la respuesta hiperinflamatoria que puede ser mortal y que se ha denominado COVID-19 y es el antígeno que desencadena respuestas autoinmunes contra el corazón, los riñones, los ovarios y testículos y el sistema nervioso central y periférico. Y todo esto por hablar solamente de los efectos inmediatos de estas mal llamadas vacunas, porque nos tememos que a medio y largo plazo serán aún más devastadoras, generando enfermedades autoinmunes como ESCLEROSIS MÚLTIPLE y ELA, CÁNCERES DIVERSOS (especialmente leucemias y linfomas) DEMENCIA tipo Alzheimer y ESTERILIDAD».
Ella no se mueve en el cenagoso mundo de la doxa, la opinión, sino que pisa fondo en el firme suelo de la episteme, la verdad, y la ciencia auténtica y real se basa en esa episteme, que surge del racionalismo crítico y del método prueba-error. De ahí que su movimiento se llame Médicos para la Verdad y pida a gritos un debate científico que se les niega, porque este genocidio terrible tiene que ver con la reducción de población, la mentira en altas dosis, la desinformación, la coacción de unos políticos corruptos y el dinero de las farmacéuticas codiciosas.
Ella, una mujer anónima, no acostumbrada a la polémica ni a los focos, bien que sean de la disidencia, ha saltado a la palestra como un resorte y hubiera saltado en todo caso porque «soy una mujer que tiene conciencia» y «la verdad está por encima de todas las consecuencias que te traiga». No será elogiada por las feministas y, sin embargo, es una mujer que no ha tenido miedo a los riesgos y que se ha abierto paso contra viento y marea. Católica practicante. Uno intuye que su fuerza vital y esa pulsión de la conciencia la extrae de la hora de oración por la mañana y otra hora de oración por la tarde, que le permite entender los tiempos apocalípticos que vivimos.
«El fármaco génico que se hace pasar por vacuna está evidenciando no ofrecer ninguna protección, muy al contrario, parece favorecer la infección mediante el llamado Síndrome de ADE (potenciación de la infección por anticuerpos) y por la inmunodepresión que resulta de las inyecciones. Esto es especialmente grave en el caso de los ancianos ya que la inmunosenescencia de su sistema defensivo propicia los síndromes hiperinflamatorios e ineficientes para la defensa antivírica. Por una parte fallecerán más fácilmente las personas mayores y con patologías previas ( considerados ya inútiles para esta sociedad egoísta y materialista) con el consiguiente ahorro en pago de pensiones. Por otra, nuestros adolescentes y jóvenes tendrán graves problemas de fertilidad, así que juzgue usted mismo. Es triste también constatar que una gran parte de la población española cristiana puede ser entonces sustituida por mano de obra africana y musulmana que, al parecer, está rechazando estas vacunas. Y una consecuencia secundaría podría ser la pérdida de los valores cristianos que son inherentes a nuestra tradición».
Ella sola, desde su rincón murciano, en contacto con innumerables profesionales que le trasmiten experiencia de primera mano, con un grupo de intrépidas mujeres, Roxana Bruno, Chinda Brandolino, de Argentina, Patricia Callisperis, de Bolivia, Karina Acevedo-Whitehouse, de México, Natalia Prego, de España, están dando la batalla contra enemigos poderosos, contra el mal del mundo, que amenaza con acabar con la especie, como ha acabado con la ciencia y la razón. Para septiembre-octubre anuncia una catástrofe «monstruosa» de consecuencias funestas y «desastrosas». No es profetisa, es, eso sí, la que siempre acierta porque estudia a conciencia los movimientos de un enemigo llamado proteína Spike, inyectado el veneno de muerte en una población acostumbrada a la desinformación y a la ausencia de espíritu crítico que se mueve por movimientos espasmódicos directamente al matadero. Será en septiembre-octubre, cuando la Catedrática Albarracín se encierre e intensifique su oración, lo verdaderamente importante para los tiempos que corren, cuando el mal anda suelto de manera estúpida y pavorosa. Gracias, Catedrática Albarracín, la que siempre acierta.