Enrique de Diego.
Grandísimo hijo de la gran puta, chulo puta Pedro Sánchez, el más gilipollas que ha pisado la piel de toro, nos matas, nos asesinas, asesinas a los nuestros como un vulgar asesino en serie sediento de dolor, un sádico, un psicópata sin entrañas, un cabrón de marca mayor, un lameculos de Black Rock y de toda la peor gentuza del mundo, hedionda. Nos has tomado por tontos. Este es el genocidio de los imbéciles, de los idiotas, pero el más idiota y el más criminal eres tú. Los idiotas también tienen derecho a la vida, pero los hijos de puta asesinos como tú merecéis la muerte, un pelotón de ejecución o el linchamiento por los familiares de las víctimas.
Aquí te pongo, mala persona, hijo bastardo de Satanás, vómito luciferino, unas imágenes que claman al cielo, Con mentiras, con engaños, una joven española es llevada al suplicio, llora ante su propio sacrificio.
Vivir para ver un mundo degradado y putrefacto, el mundo de Pedro Sánchez. Antes las madres defendían a sus hijas con uñas y dientes, como leonas, hasta dar su propia vida. Las madres judías preferían morir a soltar a sus hijos a los que se aferraban con todas sus fuerzas, a pesar de estar apuntadas por las ametralladoras.
Hoy no. Vemos a una madre sin piedad llevando a su hija adolescente hasta el matadero. Y las enfermeras felices y contentas perpetrando su acción criminal como émulas del Doctor Menghele, devenido en santo patrón perverso del sistema de salud, de las SS. La joven, casi una niña, llora desconsolada, no por temor a una jeringuilla inocua, sino porque debe saber que va a ser inyectado con el mal, con la proteína Spike, que va a ser esterilizada y quizás muerta, cuando tiene toda la vida por delante. No podrá ser madre, no podrá ser persona, quizás muera por miocarditis, quizás por una enfermedad autoinmune, pero esa madre sin entrañas, manipulada por las televisiones, manipulada por los medios de comunicación, manipulada por toda la clase política, se ha convertido en una canalla por su ignorancia vencible de la terrorífica realidad de la inyección letal que le ha puesto a su hija.
Canalla y mil veces canalla, personajillo sin sustancia, quiero que te queden bien grabadas estas imágenes para que las recuerdes cuanto te ajusticiemos, cuando te hagamos un Juan de Mariana.