Editorial.
La dirigente de Vox, Macarena Olona ha hecho unas declaraciones a la TV regional andaluza «Canal Sur», que nos parecen dignas de comentario editorial, en nosotros muy escaso y solemne, y que se mueven en la buena dirección, aunque lejos del imperativo ético que reclama el momento. «Es una auténtica salvajada la imposición de la vacunación obligatoria y si hablamos de los niños, es indecente; con una vacuna que no ha tenido el desarrollo suficiente». Hay dos temas relevantes: la calificación de salvajada, como no podía ser menos, de la vacunación obligatoria. Y el calificativo de indecente, es decir, de inmoral la vacunación de los niños que no ha tenido más que un mes de ensayos, con el 86% de efectos adversos, y en algunos casos con secuelas tan terribles como Maddie de Garay, que ha quedado paralítica y autista, y no puede valerse ni para comer.
El genocidio que se viene practicando, mediante el miedo, la ignorancia y la desinformación, sobre la población española merece una reprobación más sincera y radical, como la prohibición inmediata de la timo vacunación masiva. Todo lo que no sea eso, nos parece tibieza cómplice. Pero las declaraciones de Macarena Olona entendemos que implican un cambio en dicho partido hacia pautas de mayor claridad, y ese sentido es imprescindible poner todo el proceso de timo vacunación masiva bajo control parlamentario, de forma que con máxima urgencia se haga el seguimiento de los efectos adversos, se constate las mentiras del sistema, de forma que no hay contagiados, sino infectados por las timo vacunas, y la variante llamada ahora Delta y antes hindú es consecuencia de las timo vacunas, y no de ningún fenómeno esotérico.
El principio de transparencia, que debe ser fundamental en todo proceso democrático, ha sido salvajemente vilipendiado, por una histeria de miedo mediático, y las mentiras se repiten corriendo el peligro de exterminar a una buena parte de la población desinformada. Debe volverse a él como primer paso irrenunciable. Basta ya de mentiras y de chorradas de propaganda, que si las timo vacunas nos harían volver a la normalidad, que si debíamos conseguir lo antes posible la inmunidad de rebaño, luego que las timo vacunas no inmunizan, que se puede uno contagiar, aunque es más verdad que infectan, como se ve en la cárcel alicantina de Fontcalent, sin ningún género de duda, para una mente mínimamente racional, y últimamente la mentira de que los síntomas de la enfermedad son más leves, cuando incluyen la muerte. Dejen de hundirse en su propia mentira, porque ya se les acaba.
En cuanto, a la postura de la timo vacunación de los niños nada que objetar, son impecables, y deben llevar a un rechazo absoluto, bajo el principio de «los niños no se tocan», con tanto fervor repetido en las manifestaciones nutridas del 24 de julio, que han marcado un antes y un después. Ese rechazo debe contemplar medidas como la petición de una moratoria si se intenta o las correspondientes querellas criminales, así como la paralización inmediata mediante el recurso al Tribunal Constitucional.