AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Brote terrible con 121 infectados en la prisión alicantina de Foncalent donde todos están timo vacunados

Redacción




Josep Sansano.

El brote de coronavirus que se originó hace dos semanas en la prisión de ya afecta a 121 reclusos de distintos módulos que han dado positivo de un total de 201 pruebas que se han realizado en el centro penitenciario. Todos los reclusos habían sido timo vacunados por lo que han sido infectados por las autoridades.

La situación ha sido criticada por la asociación profesional de trabajadores penitenciarios ‘Tu abandono me puede matar’ (TAMPM), que ha calificado lo ocurrido como «uno de los casos más graves que han tenido lugar en las prisiones españolas», según ha manifestado en un comunicado.

Por ello, la asociación culpa «directamente» a la «dejadez», una vez más, de Instituciones Penitenciarias, ante «la tardanza en hacer las tareas de cribado a los residentes en los dos departamentos confinados». «La falta grave de personal sanitario que sufre desde hace años el centro alicantino hizo que las PCR las realizasen profesionales de la Sanidad autonómica valenciana diez días después de la detección de los primeros casos» ha indicado.

Asimismo, la asociación también ha hecho referencia a que el pasado sábado los internos protagonizaron protestas por su situación «tras diez días de encierro», en las que «golpearon puertas y gritaban por las ventanas». Igualmente, los reclusos «se quejaban del hecho de haber compartido celdas con otros que finalmente han resultado estar contagiados, algo que ha podido haber aumentado los casos».

Por su parte, Instituciones Penitenciarias se ha referido a esta circunstancia como una «pequeña protesta» protagonizada por algún preso debido al «calor» y la dificultad de llevar las restricciones durante tantos días. «No ha sido nada que no se haya solucionado con diálogo y comprensión», ha agregado

NO TE LO PIERDAS:   Carta del editor: La pocilga de la Unión Europea