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Elogio de los despiertos no vacunados

Redacción




Enrique de Diego.

Desde el primer momento, desde antes de la pandemia, habéis estado despiertos ante las asechanzas del enemigo, no habéis sucumbido ni sucumbiréis nunca al poder del señor de las tinieblas, sois los mejores, los que habéis apagado la tv teniéndola por instrumento de propaganda del enemigo de la especie humana, frente a los cerebros vacíos, inermes a la propaganda, habéis llenado los vuestros de inteligencia, de ciencia, de sabiduría.

De vosotros será en mundo en gloria de Nuestro Señor Jesucristo, porque habéis fortalecido vuestro carácter en la autodisciplina, en la negación de lo fácil, de lo que apetece, para seguir sólo el designio de lo que se debe hacer, cueste lo que cueste. No os habéis dejado timo vacunar, habéis aguantado con fortaleza heroica, como lo más normal del mundo. Todo lo podéis en Aquel que os conforta. Habéis sufrido la presión ambiente, la presión de los lobos y de los borregos, habéis desoído los cantos de sirena sabiendo que os inyectaban veneno, la proteína Spike, para eliminaros y os habéis reído de ellos, de toda la ponzoña del mundo.

Tenéis lágrimas en los ojos por vuestros familiares y amigos que han sucumbido, inadvertidamente, engañados en su buena fe, al utilizar para el arma letal el título de vacuna, para poder viajar, para mantener el empleo. Darles los antídotos. Hay que seguir adelante. Dando testimonio, sin esconderos, con la cara bien alta, con el cuerpo erguido, con el dolor que a veces parece que os va partir en dos, como a mí, que os agarrota todos los músculos, dando muestras de vuestra lucidez, de vuestro coraje.

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Vienen tiempos duros, muy duros, en esta tremenda batalla entre el Bien y el mal, pero renuevo, y debéis renovar vuestra fe inquebrantable que estaréis del lado del Bien, siempre, que el Bien triunfará, que Cristo no nos dejará a sus hijos, que San Miguel, Príncipe de la Milicia Celestial, pelea a nuestro lado, que San José, terror de los demonios, nos ayuda y nos protege, que la Virgen, coronada de estrellas, pisará a la serpiente infernal, le arrebatará el botín del que se ufana, y mil años de paz serán dados al mundo tras la segunda venida de Nuestro Señor, Jesucristo. Ven, Señor, no tardes.

Sed fuertes, sed leales. Resistid y luchad. Seguros de la Victoria.