Enrique de Diego.
Eres una mierda pinchada en un palo, un pozo ciego de mierda, una ciénaga maloliente y putrefacta. Nos has vendido Pablo FraCasado, mil veces FraCasado, desde tus títulos de pega y tus estudios que no has hecho y tus masters que te los han regalado, a toda tu trayectoria de mediocre. En la mascarada de Colón mostraste lo que eres, un hombre sin talla, sin fuste, un medrador al sol más tibio. Siempre has buscado el sueño de ser presidente de Gobierno buscando un mentor y has ido a buscar el peor de todos, el Foro de Davos, el del gran reseteo, el cabrón genocida, que te eligió el 14 de marzo de 2019 «joven líder mundial» como «la voz de una nueva generación». Nos has venido, canalla. En el coronavirus vas de la mano del Gobierno, en el anticonstitucional estado de alarma, en las timo vacunas, que van a sembrar España de cadáveres, pero eso a ti qué más te da, tú no enteras. Te maldigo mil veces, vas a responder de tus actos, vas a ser encontrado sin peso, como una mierda en esta mierdocracia. De ti nada espero, ningún gesto de dignidad, ni de gallardía, impropios de ti. Eres el más mierda de España, con esa media sonrisa impostada de gilipollas. Eres responsable por omisión, por silencio cobarde del genocidio de los españoles y, si se llega a producir, de la esterilización y muerte de todos los niños españoles. Tú, pegado de ti mismo, de tu insustancialidad, de esa boquita de mamavergas, eres hasta incapaz de comprenderlo, esputo de Davos. Nunca serás presidente, porque España no existirá, los españoles se extinguirán, y tú habrás permanecido callado como una puta o como un chapero, que, al fin y al cabo, es lo que eres.