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Irene Mompean (Albatera) abandona Vox y pasa al grupo de no adscritos rodeada de polémica

Redacción




Josep Sansano.

Primero fue Amparo Cerdá en Elche, luego José Mateos, concejal de Elda, a quien siguió Carolina Vigara en Torrevieja. El pasado jueves 27 de mayo, Irene Mompeán, concejal en Albatera, fue la última adición a este cada vez más nutrido grupo de concejales que abandonan Vox en la provincia de Alicante.

Hay un denominador común en todos los casos y es la polémica alrededor las dimisiones, tanto por las razones que cada uno de los concejales ha aducido, como por las que el propio partido argumenta para justificar la desbandada de cargos públicos que sufre de forma cada vez más acusada. 

Irene Mompean, la izquierda, y Ana Vega, a la derecha.

La falta de democracia interna, el absoluto desprecio de Vox al municipalismo, presiones de Madrid por el control de las cuentas públicas, o desavenencias con la propia Ana Vega son la tónica común entre los ediles “tránsfugas”. Por su parte, con una falta de elegancia notable, Vox Alicante suele argumentar siempre problemas de caja, legales o de arribismo en los correspondientes ayuntamientos, demostrando no solo una pobre dirección provincial, sino un absoluto desprecio a la verdad, puesto que en ninguno de los casos, la acusación se acompaña de las acciones legales que serían esperables. 

El caso de Mompean no es distinto, salvo por el hecho de que, a diferencia de sus predecesores, la concejal no se limitó a esbozar unas breves pinceladas sobre sus razones, sino que durante 13 minutos del pleno municipal en el que hizo efectiva su renuncia, las enumeró y abundó en ellas con gran detalle, dejando sentencias lapidarias y la puerta abierta a seguir dando más de ser requerida por la prensa o sus votantes.

Las causas no fueron originales, repasando clásicos como las mociones absurdas dirigidas desde Madrid, sin conexión ninguna con el municipio, el despotismo de Vega para con sus no afines, la total soledad a la que se vio sometida en sus funciones por parte de la provincial, la nacional y la intermunicipal de Vox (dirigida por el marido de Vega), el veto del partido a los que lo cuestionan, y en definitiva, el “teatro”, empleando sus propias palabras, en el que Vox convertía el hacer de sus concejales. La concejal atribuyó en varias ocasiones este ninguneo a su evidente juventud. 

Mompeán se refiere en términos especialmente duros a la dirección nacional del partido encabezado por Santiago Abascal:

“al final todo se reduce a que(…)  hay cero capacidad de acción fuera de la gente de su ámbito cercano, la gente que les interesa, gente no critica, ellos han llegado a donde tenían que llegar, son personas que están no por su capacidad o por su formación para que tengan que estar ahí, sino porque han llegado en el momento oportuno y a día de hoy lo que hacen es salvaguardar la situación y el lugar donde están, porque la política les proporciona una estabilidad o un nivel de vida que por sí mismos, por su formación o por lo que son ellos como personas, no podrían permitirse”. 

De entre sus declaraciones, destacamos por su crudeza, la confesión de que la edil se vio obligada a “mentir” sobre la reunión con Abascal cuando visitó su localidad, por la vergüenza de admitir que nunca se produjo, o el hecho de que el partido le intervenía toda su vida personal, hasta el punto de censurar sus felicitaciones de Navidad, actuando más como una secta que como una formación política. En palabras de Mompean:

 “Me he sentido ninguneada, el partido ha habido momentos en los que ha dejado constancia de ello, como por ejemplo cuando Santiago Abascal estuvo en el municipio, yo dije que había tenido una reunión con él y no es cierto, tuve que mentir para que no se me siguiese ninguneando, el partido no me tuvo en consideración y lo vi una falta de respeto”.

Pese a todo, la marcha de Mompean no ha sido como las anteriores. Es bien conocido dentro de Vox, que Mompean ya amagó hace más de un año con marcharse, ante las cámaras de “Telepeluche”, la cadena local de Albatera. Sin embargo, ésta reculó y meses después prestó un notable apoyo a Ana Vega, participando activamente en su campaña de primarias (cuyo evidente amaño insinúa en su despedida), o acudiendo a las comidas organizadas por las visitas de los VIP del partido a la provincia, a las que muy pocos estaban invitados, por lo que su renuncia, anunciada la misma semana en la que Alianza Cívica interponía denuncia contra Vox por sus prácticas en provincias como Alicante, ha alimentado el rumor de que era conocedora de éstas y no ha estado dispuesta a que su prestigio y nombre se vincule con una dirección presuntamente corrupta. 

Por su parte, la provincial no se ha pronunciado sobre esta dimisión de forma oficial, pero en la comida que Vega organizó en la UA para su mayor gloria solo un día después del portazo de Mompeán, todos sus afines recurrieron a los mismos argumentos cuando inevitablemente, el tema salió en las mesas. Según esta versión de “argumentario”, Momepeán siempre fue desleal, díscola, problemática, vaga, poco inteligente y una “llorona” que solo sabía quejarse de estar sola, pese a que su equipo la respaldó siempre, mientras que ella los ignoraba para destacar a título individual. “Trepa” el calificativo más liviano que se le dedicó, aseverándose que era una persona ególatra y egocéntrica, llegando en algunos casos a referirse a su salud mental en términos que no reproduciremos por injuriosos, descalificando su profesión de pianista como de “chiste” y asegurando que en definitiva, llegó a la política a lucrarse y se marchó cuando vio que no ganaba lo que esperaba. 

Vox Alicante se descompone a una velocidad insólita, a las órdenes de una dirección a la que el peso de la evidencia ha puesto en su lugar y de la que parece que Mompean aún tiene mucho que decir, cerramos con su lapidaria sentencia de despedida:

 “Vox no representa mis valores, no representa lo que yo soy, un partido que critica mucho pero luego es igual o peor que lo que dice”.