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¡Qué lejos quedan Las Navas de Tolosa!

Redacción




Guillermo Mas. Subdirector de Rambla Libre.

 

Una democracia que no se defiende con contundencia y efectividad de sus enemigos internos y de sus enemigos externos no es una democracia, sino una degeneración de la misma. La actuación del Gobierno de Rajoy durante la secesión catalana del 1 de octubre de 2017 y la actuación del Gobierno de Pedro Sánchez durante el aluvión de marroquíes ilegales que han entrado en España esta semana con la connivencia del gobierno de Marruecos deben ponernos en alerta: el Estado español —cuyo actual Gobierno tiene a los etarras de socios en el Congreso de los Diputados—, detentador de la hegemonía de la violencia en España, no protege a sus instituciones democráticas y no protege a sus ciudadanos cuando más lo necesitan. Es la hora de un cambio político ineludible.

¿Y qué decir de la mayoría de medios de comunicación? Críticos con la boca pequeña por el momento, contra su habitual proceder, no tardarán en sumarse a la versión oficial que Iván Redondo y su equipo político maquinan ya en Moncloa para engañar a la población y aplacar su más que justificada ira: la de los “pobrecitos inmigrantes ilegales” que hay que acoger porque huyen de un régimen muy malo. Oiga, que yo soy español, no marroquí, y me importan los españoles de Ceuta y Melilla, no los inmigrantes ilegales de otras naciones.

Hemos tenido que ver por Twitter como los soldados y policías de la frontera marroquí abrían la verja del territorio neutral a los inmigrantes ilegales. ¿Va a dejar España impune esta violación de su soberanía? En otros tiempos esta invasión, en palabras de Juan Jesús Vidas, el presidente de Ceuta, habría supuesto un acto de guerra. Pero este Gobierno de “pacifistas” entiende que la no-violencia va de la mano de la democracia y que todo acto violento es anti-democrático. ¿Se puede ser más ignorante? Estos autoproclamados pacifistas, deseosos de reutilizar sus viejos carteles del “no a la guerra”, siempre militan en el bando de Chamberlain: el de los que abogan por entregar Checoslovaquia pensando equivocadamente que así se puede aplacar a Hitler. La historia siempre se ha encargado de demostrar que una democracia que no se defiende es una democracia acabada. Necesitamos a Churchill, no a estos ignorantes pero en situaciones de crisis es cuando más se paga estar en manos de gobernantes incompetentes.

De la misma forma, se nos ha ocultado que eran los propios medios de comunicación internacionales, como “Al Jazeera”, quienes ocultaban las armas del grupo terrorista “Hamás” —que está bombardeando a la población civil de Tel Aviv— en el edificio donde tenían las oficinas y que Israel destruyó después de avisar con una hora de antelación para que lo desalojaran. Los medios de manipulación españoles y sus periodistas de feria a sueldo del poder, los “tontos útiles” que todos conocemos, han dado rienda suelta a su fobia anti-judía, el odio con mayor duración en la historia de Occidente, bajo su última forma: el odio anti-israelí. Hay que recordar que “Al Jazeera” es un medio que ha apoyado la yihad de forma explícita en más de una ocasión y que hace poco titulaba un artículo de la siguiente forma: “mes del yihad y de victorias”.

Esos mismos periodistas o “tontos útiles” no entienden la importancia de la labor de Israel como parapeto de Occidente frente a un enemigo en esencia fundamentalista —desde el propio Mahoma y sus textos sagrados, como demostró Ignacio Gómez de Liaño en Democracia, islam, nacionalismo— y carente de la Ilustración europea, motivo por el cual sigue anclado en la Edad Media en muchos aspectos; ni entienden la complejidad de una historia que dura desde que el 14 de mayo de 1948 varios países contestaran al reconocimiento internacional de Israel como nación por parte de la mayoría de Estados-miembro de la ONU con un bombardeo cruento, como relata en primera persona Amos Oz en Una historia de amor y oscuridad

Como ha escrito Gabriel Albiac estos días: “En el corazón del mar de las teocracias, Israel es una isla de libertad. Admirable. Europa lleva decenios negándose a entenderlo. En este tiempo, que ve la regresión continua de la libertad europea, un país que nació en guerra hace 73 años, y que en guerra sigue, ha logrado perseverar sin abolir jamás libertades ciudadanas. No hay precedente”. En las mismas páginas de ABC, Girauta escribía: “La conformidad judeófoba es el desfile siniestro de esas masas europeas alfabetizadas, que no practican pero ven la tele, entusiasmadas por la posibilidad de volver a sentir la intemporal inquina al compás de las élites, eso que de forma risible ha dado en llamarse la cultura”.

También hemos visto cómo los ceutíes que protestaban contra el Gobierno recibían las cargas policiales. En cambio, a los inmigrantes ilegales les hemos visto cómodamente instalados entre mantas, apretones de mano con Pablo Casado y abrazos de los “voluntarios” —en realidad “esclavos” en el sentido etimológico: aquel que trabaja sin una remuneración a cambio— de las ONGs. ¿Lo vamos a permitir los españoles? Cuando un Gobierno no defiende a sus ciudadanos, los ciudadanos deben defenderse ellos solos según sus propios medios, como hicieron los españoles en tiempos de la invasión napoleónica.

La última noticia es que España le va a pagar 30 millones de euros al gobierno marroquí para que detenga la sangría de inmigrantes ilegales. Un dinero que viene a sumarse a los casi 100 millones de euros que ya le ha dado en distintas ocasiones previas con el mismo fin. Pero lo peor no es eso, lo peor es sentar un precedente con quien chantajea a España: hoy serán 30 millones y dentro de un tiempo Marruecos, u otra nación con un proceder similar, requerirá de otro pago, y así siempre que quiera abrir la compuerta y enviarnos a miles de inmigrantes ilegales.

Javier Torrox conectaba este acontecimiento con los problemas derivados del régimen del 78: “Si el sistema de elección de diputados deja la formación de una mayoría sólida al azar electoral, la debilidad de los gobiernos resultantes no es una circunstancia coyuntural, sino el designio estructural de la carta del 78 en el caso de no producirse una mayoría absoluta. Que una cámara se atomice en un piélago de grupos parlamentarios no debería suponer ningún problema para el devenir político de una Nación, salvo que esa asamblea legislativa sea la habilitada para elegir al Ejecutivo –algo que Montesquieu describió como la liquidación de la libertad política–. En tal caso, esta fragmentación dará lugar a la elección de sucesivos gobiernos que serán inevitablemente débiles en tanto que sometidos a un chantaje político continuado. Este hecho no sólo tiene repercusiones en la acción política doméstica, sino que implica una flaqueza en el concierto internacional que será aprovechada por todas las potencias a las que apetezca una tajada –mucho ojo a este respecto con el deslealísimo Marruecos y los no mucho más leales aliados de la UE–.”.

En resumidas cuentas: que la liquidación externa de España no es un hecho aislado de la liquidación interna de España, como queda evidenciado. España se disuelve en una Unión Europea hundida y fracasada que no ayuda a sus miembros con el problema de la ingmigración ilegal, como ya se vio con Italia y se ve ahora con España.

El proceso histórico incoado en 1945 para crear una Europa fuerte ha terminado siendo pasto de una lenta pero eficaz invasión musulmana cuyas consecuencias se pueden comprobar en el impacto del terrorismo islamista del siglo XXI en Europa (11 de marzo en Madrid), la toma de auténticas zonas reconvertidas a guetos en algunas de las ciudades europeas más importantes (Molenbeek en Bélgica) y en los disturbios raciales periódicos que vemos repetirse como consecuencia del choque cultural producido con una inmigración que no ha venido a integrarse (5 de noviembre de 2005 en Francia). La demografía de Francia supone el indicio de lo que será la demografía de España en apenas una década.

En definitiva: Europa se inmoló a lo largo del siglo pasado mediante dos guerras mundiales donde las potencias europeas se destruyeron mutuamente, poniendo fin a un dominio occidental de siglos. A partir de entonces se inició lo que Emilio Lamo de Espinosa ha calificado como “post-europa”: un tiempo dominado por Estados Unidos, Rusia, China y países emergentes como la India, con unas reglas de juego nuevas.

¿Y qué nos queda, entonces, a los europeos y a los españoles? La resignación de quedar convertidos en el parque temático del mundo y la humillación internacional cada vez que a una dictadura como lo es Marruecos le apetezca que le paguemos los palacios al tirano de Mohamed VI.

¡Qué lejos quedan Las Navas de Tolosa y Lepanto!