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Progresos de la Satanocracia: la normalización del satanismo en España

José Antonio Bielsa Arbiol




La difusión y/o propagación de un “satanismo turístico” destinado al hombre-masa no es nueva: lleva varias décadas de auge y desarrollo. Por no rebasar nuestras fronteras, nos conformaremos en comentar el caso español, en cuanto reflejo de los planes discretos de la élite.

Prueben a pasearse, si tienen algo de tiempo, por las librerías urbanitas sistémicas para confirmar perplejos cuán gran éxito están teniendo los azufrosos librillos de la cuerda, con las infectas piezas de Aleister Crowley a la cabeza. El negocio del libro es fiel espejo del caudal espiritual de una época. Y nuestro tiempo, para qué engañarnos, está tan degradado en su pérdida de valores, y acusa tal grado de putridez y encanallamiento en todos sus frentes, que la opción satánica se perfila como la más adecuada a sus indigestiones intelectuales y espirituales.

Coexisten al menos –y sin pretender ser exhaustivos– tres maneras de promocionar/practicar el satanismo entre el hombre-masa (no iniciado), de muy diferente gravedad y amplitud cada una de ellas:

1) Estética: como si de un entretenimiento (uno más) se tratara, es decir, sin otras pretensiones que las de participar de su satánica armazón formal: tiendas on-line, moda, tatuajes, bisutería simbólica, ungüentos esotéricos, libros ad hoc, música, cine, etc., que fomentan y promueven, siquiera soterradamente y en sus aspectos más superficiales, este culto de adoración a Satanás (unas veces encubierto, otras abiertamente explicitado). En este nivel podemos encontrar desde la jovencita que se viste con trapos “góticos” ricos en iconografías desaforadas, hasta esas señoras “respetables” que, cansadas de los libros básicos New Age de Marcia Grad Powers, Louise L. Hay o Barbara Ann Brennan, por citar algunos de estos pastiches, han decidido pasarse a lecturas más comprometidas, como La Biblia de las brujas o el Necronomicón, poniendo en práctica las primeras tentativas en marcha… El esteta satanista suele participar alegremente del medio, pero desconoce la entraña profunda del mensaje: en su ignorancia y mala fe, trabaja para el Mal de-sinteresadamente, cual tonto-útil que es; realmente, si estos aprendices de Cagliostro intuyeran a qué basura están arrojando sus almas, retrocederían espan-tados/as.

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2) Ideológica: en este peldaño superior, las “futesas” estético-formales quedan relegadas a lo anecdótico: lo inconsciente-heredado con lo premeditado-proyectado se aúnan: el Mal puro comienza a manifestarse en toda su espesura, en cuanto rechazo, odio y condena de todo aquello que es, por propio derecho, contrario al satanismo y sus deri-vaciones: nos referimos, claro está, al odio al cristianismo, y en esencia a la Ley y doctrina de Jesucristo (o en su defecto a la mera Ley Natural), cual adversario a batir por los partidarios de la Cabra de Mendes. Esta manera de promocionar el satanismo se visibiliza (ya sin apenas velos en el contexto nacional) en todas y cada una de las acciones, omisiones y palabras articuladas por cierta tipología de político cristófobo y antiespañol (por razones de signo sobrenatural, España, Tierra de María, suele sacar de quicio a esta gente), y es que, cuando ciertos personajes de este tenor, sometidos a las consignas Nuevo Orden Mundial (NOM), cantan las democráticas “virtudes” del aborto, o celebran la “dignidad” de la eutanasia, o ratifican el “sano hábito” de la sodomía, etcétera, no nos debería caber la menor duda de que la promoción ideológica última de dichos personajes no es otra que la del satanismo (consciente o inconscientemente, ésa es ya otra cuestión).

3) Ritual: en este nivel nos encontraríamos frente a frente con el satanismo químicamente puro, estrictamente centrado en su objeto y fuente de goce: el culto integral y la adoración consecuente a Satanás.

Veamos a continuación algunos ejemplos concretos, vinculados al bazar satánico de la España del Régimen del 78.

 

Si acudimos al catálogo ISBN del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (la base de datos de libros editados en España), y escribimos en el buscador el nombre típico/tópico de “Aleister Crowley” (1875-1947), tendremos una certera ilustración de por dónde soplan los vientos en la patria de Santa Teresa. Curiosamente, o no tanto, el primer libro publicado en España firmado por el padre del satanismo contemporáneo, data del año 1976 (aparece pues al año siguiente del fallecimiento del General Franco, paradigma del estadista católico), y responde al brumoso título de Astrología.

Desde aquel algo lejano año de 1976, una treintena larga de entregas del satanista de marras (incluyendo reediciones varias) se han sucedido en nuestra patria, infectando los estantes de las librerías no especializadas; veamos ahora, década a década, cómo el número de estas publicaciones no deja de crecer (recuerde el lector que sólo contamos con las referencias que figuran en el catálogo ISBN, omitiendo todos aquellos libros de Crowley no recogidos en esta base de datos, y que se han difundido como la peste por los círculos esotéricos de rigor, a través de todo tipo de ediciones piratas): años 1971-1980: 1 libro; años 1981-1990: 6 libros; años 1991-2000: 3 libros; años 2001-2010: 7 libros; años 2011-hoy: más de 13 libros.

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Nos hallamos desde luego bien lejos de los números que mueve un Brian Weiss cualquiera, pero resulta cuando menos alarmante comprobar el pico de la última década (signo de los tiempos). Lo más preocupante del caso es que tras esta demanda no late tanto un esfuerzo crítico de investigación seria como un pernicioso pasatiempo, ya que el per-fil medio de los lectores que se suelen zambullir en este tipo de lecturas no es tanto el de unos curtidos estudiosos en la materia, como el de frívolos visitadores de la disciplina, necesitados de experiencias “fuertes”, curiosidades que den algo de tensión a su monótono día a día.

Este artículo es un extracto del libro de José Antonio Bielsa Arbiol Satanocracia: La destrucción del Viejo Orden Cristiano publicado por Letras Inquietas (Agosto de 2020)

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