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Desde Roma nos ilustran en cuestión de balas

Redacción




Yolanda Esfandiari.

Hace unos días repasaba hemeroteca sobre Gerardo Iglesias, por comparar el comportamiento de Pablo Iglesias con el que se supone debe tener un hombre de bien, aunque sea comunista: no contradecir lo mismo que predica. Gerardo Iglesias volvió a la mina donde trabajaba antes de dedicarse a la política, y no ha querido volver a pesar de que en su momento le tentaran desde Podemos. En una de las entrevistas que repasé explicaba su nula intención de entrar en la formación morada porque Pablo Iglesias le parecía “demasiado leninista”. Y lo es. Tanto que cada uno de sus actos es perfectamente previsible si se toma uno la molestia de consultar las técnicas de propaganda de Lenin.

Los leninistas utilizan mucho la ley de transposición de Domenach, o sea, cargar sobre el adversario los propios errores y defectos, por lo que en cada voz de orden que la izquierda lanza a sus voceros subyace el mensaje de que solo la extrema derecha es capaz de mandar tres sobres con balas a unas pobres víctimas de los partidos de izquierda, y como las víctimas atraen inevitablemente la simpatía de la gente confiada, subyace también el mensaje de que solo por eso merecen que les votemos.

Decía Marco Aurelio que de cada cosa había que preguntarse qué era en sí misma, y de qué modo afectaba a las demás. Séneca, en el primer acto de Medea, introduce la expresión Cui prodest scelus is fecit, es decir, que aquél a quien el crimen aprovecha es quien lo ha cometido.

La frase de Séneca se viene aplicando en criminología desde la antigüedad, y tenerla en cuenta resulta especialmente útil en el caso de los tres sobres con bala. De las tres supuestas víctimas, al menos dos se cuentan entre los personajes más odiados de España: esta circunstancia, unida a la proximidad de las elecciones en Madrid, convierte el envío de las balas en un crimen que les aprovecha, y no poco. Un golpe de efecto oportuno antes de que las urnas madrileñas les borren del mapa.

De ser cierto que ellos mismos se han enviado las cartas, la maniobra sería un insulto a la inteligencia de los españoles, pero el problema es que nunca nos enteraríamos, y si lo hiciéramos, ninguno de ellos dimitiría ni sería juzgado. Peor aún es la seguridad de que, aunque todo quedara demostrado sin lugar a ninguna duda, seguiría habiendo gente dispuesta a justificarles y negar su culpa: hasta ese extremo ha conseguido la izquierda fanatizar a la gente.

De momento los hechos son que no  hay un fallo en el sistema de Correos -que ya era harto improbable-, sino tres. Las cartas no llegaron entonces debido a un fallo de Correos, sino porque a alguien le convenía que llegaran. Alguien se beneficiaba de todo esto. Desde luego, ese alguien no puede ser ninguno de los miembros de VOX ni del PP. 

Si estuviésemos en Roma Séneca no tendría duda de a quién beneficia: indudablemente habría señalado a PSOE y a Unidas Podemos, pero estamos en la España controlada y manipulada por la izquierda. 

Para entender lo que pasa, habría que recordar a Che Guevara cuando decía que: “el odio al adversario es un factor clave en la lucha revolucionaria, a través de ese odio se convierte al militante en una efectiva máquina de matar. Odiar y matar al enemigo es lo que debe hacer el revolucionario en nombre del amor a la humanidad, y por ello no deben sentir la menor vacilación o pena”.

Sabiendo como piensa y como actúa cada bloque, podemos plantearnos de nuevo el “Cui Prodest” y deducir que los sobres recibidos por candidatos y líderes de la izquierda, solo benefician en estas elecciones a la izquierda victimista e intenta perjudicar a VOX en primer lugar y al PP en segundo lugar.