Javier de la Calle.
Las encuestas ya marcan una tendencia respecto a Podemos a quedar el quinto; es la izquierda, por debajo del PSOE y de Más Madrid. Condescendientemente, los analistas conceden que ha mejorado expectativas a quedar por debajo del tope del 5%. Ese riesgo no está ciertamente despejado. La candidatura de Podemos es deleznable, con alguna pija progre, representa lo marginal de la sociedad. Pero la campaña no le puede ir peor a Pablo Iglesias, que está quedando como un payaso acosador, como el tonto de la tiza, moviéndose espasmódicamente por el escenario: un personaje que está contra los antifas y le pone cuando le pegan a un policía, pero que va con ocho escoltas y cuya seguridad nos cuesta 3 millones anuales; que amenaza con llevar a la gente que le critica a los tribunales cuando lo ha perdido todo; que la emprende contra los periodistas de derechas y sólo consigue aumentar su audiencia y darles credibilidad; que aspira a levantar a los barrios cuando él se lo ha montado en Galapagar.
Pablo Iglesias nunca debió presentarse, aunque sólo fuera porque la izquierda presentando tres opciones sale a perder, a suicidarse y porque estas elecciones son en Madrid, en la capital de España, son un referéndum sobre el Gobierno y es el Gobierno el que va a quedar sin legitimidad.