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Edmundo, el inmundo, e Ignacio PaniAguado, dos farsantes

Redacción




Luis Bru.

Fue todo una escenificación. Fue todo una mentira. Ignacio Aguado había dado un «paso al lado», se había dado cuenta de que con él Ciudadanos, cochinos, marranos, no iba a ningún lado. Ignacio PaniAguado, tan pagado de sí mismo, el niño que soñaba con ser presidente del Gobierno, caía de la nube, después de haber jugado a la contra de Isabel Díaz Ayuso, de haber intentado una moción de censura, de haber buscado con todas sus fuerzas la notoriedad, se daba cuenta de que era un cero a la izquierda, un baño de humildad que no le viene mal a nadie. Un gesto de dignidad dando paso a Edmundo, el inmundo. Pero todo ha sido mentira y cuento, todo lo contrario a la regeneración predicada. Ignacio PaniAguado ha sido colocado para cobrar un sueldo. En la flamante sede de Ciudadanos nadie sabe lo que hace, salvo cobrar. Edmundo, el inmundo, Bal se ha prestado a la añagaza, se ha mostrado como un hombre sin personalidad, disponible para el enjuague. No se merecen ningún voto. Detrás Edmundo, el inmundo, va toda la patulea de Ignacio PaniAguado. Sólo se le sacará por los votos. Entonces, ¿a ver quién puede pagar la sede y el sueldo de Ignacio PaniAguado, tramposo hasta el final, y acabado?