Ignacio Fernández Candela.
El vídeo del ataque a la sede morada de Murcia ha causado estupor al comprobarse que las mismas lorzas de una de las víctimas que posaba al día siguiente con el incendio sofocado, coincidía con las bajas anchuras de quien escribió con pintura los insultos fascistas en la cristalera. El ancho de cadera y la gilipollez redomada parecen haber puesto sobre la pista a la Policía para constatar que la basura podemita ha procedido a auto atacarse, a falta de encontrar «fascistas» que asaltasen el cubil violentamente. La misma y repetida patraña de culpar a la derecha de las guarradas que solo ellos son capaces de pergeñar. Cansan con hastío e inspiran puro asco especialmente cuando llegan elecciones y han de arañar votos montándose el engaño público, a ver si rebañan confianza de los pocos imbéciles que todavía los nutren.
Cartagena es el lugar escogido por Pablo Iglesias para manifestar su capacidad singular de abstraer a los gilipollas que todavía dan pábulo a las memeces y criminalidades del juego sucio, de estrategias delictivas por las que se vislumbran oscuros horizontes judiciales y seguramente carcelarios. El gurú de la prestidigitación bolivariana vuelve a ser aclamado por un público incondicional, cuando toda España advierte el espectáculo «para anormales» que ha hecho prender la mecha del ridículo en Murcia, siendo primera la de Coslada, después de que la izquierda le imprecara haciéndola pasar por ultraderecha.
Los juegos para idiotas que practicaban en el recinto sectario de la Complutense resultan harto ñoños pero repugnantes, convirtiendo a esta camarilla de desharrapados en potenciales presidiarios, cuando la peste conjunta que representan ya hiede demasiado como para ignorar que las cloacas del Estado, el sumidero de la mierda en democracia, está en ellos y cuantos atentan a diario contra la convivencia democrática.
En el vídeo que los majaderos entregaron como prueba del ataque se ven las cortinas descorridas, cuando la costumbre es echarlas, y una mesa con acontecimientos en apariencia paranormales donde una carpeta aparece y desaparece con la misma técnica chapucera que la UDEF ha detectado en los vídeos que los podemitas entregaron al juez Escalonilla para justificar los pagos de Neurona: manipulación tosca y delictiva que ya no cuela, salvo para los anormales que se creen la farsa podemita de una organización criminal militando en política.
A pesar de las evidencias de ser tramposos sin conciencia, todavía habrá incondicionales que creerán en fantasmas para explicar la misteriosa e intermitente aparición y desaparición de objetos sobre la mesa. Cuestión que importará poco cuando se proceda a la detención de los victimistas bolivarianos pillados en la mentira. Seguro que para la próxima usan a otra miserable con caderas menos evidentes y a algún profesional para engañar con vídeos a la Policía, y ni con esas.
No parece que haya mucho recorrido ya para una formación de pringados cuyo próximo destino debería ser definitivamente carcelario. Cada vez quedan menos excusas para no pagar las andanzas de un grupúsculo de vividores sin vergüenza. Se acaba el chollo de la baja estofa social emergida del 15 M.