Ariadna Cabrera.
Han saltado todas las alarmas con una cuestión que llevamos denunciando sin desmayo desde Rambla Libre, pero no se ha hecho ni caso por el discurso oficial que paraliza a los dirigentes canarios y blanquea a los irregulares: la infiltración del terrorismo jidahista a través de una avalancha de 25.000 llegados que no se controlan ni se saben ni hay ningún interés en conocer de los antecedentes penales ni la deriva ideológica.
Los inútiles de los dirigentes canarios, con el presidente, Ángel Víctor Torres, el delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, el más inútil de todos, la consejera de derechos sociales, la podemita Noemí Santana, y el alcalde de Las Palmas, Augusto Hidalgo han estado fustigando a los canarios por su racismo y blanqueando a los irregulares como seres angélicos que buscan una vida mejor, sin ningún objetivo político, y ahora se dan de bruces con la dura realidad: el jihadismo ha entrado, lo han dejado entrar.
Los mensajes y vídeos de contenido altamente violento corren como la pólvora entre los menas. Las alarmas saltaron en el centro de menores tutelados de la calle La Pelota, en la capital grancanaria, y la preocupación se ha extendido por otros de la red dispuesta por el Gobierno de Canarias para dar acogida y tutela a los menores migrantes: se han localizado mensajes de texto y vídeos de contenido yihadista, incitando a la violencia, en los teléfonos móviles y otros soportes audiovisuales de algunos menores.
La Policía Nacional y la Consejería de Derechos Sociales, responsable de esa tutela de los menores migrantes, se han coordinado para cortocircuitar la infiltración del yihadismo entre menores acogidos, pero ya es demasiado tarde. La consejera de derechos sociales es responsable por su buenismo. Según ella, había que proteger a los benditos menas del racismo de los canarios.
La Policía está desbordada y el control de los irregulares es una pura ficción. Mientras las llegadas de cayucos y pateras se han incrementado fuertemente en las dos últimas semanas.