El historiador y filósofo turolense José Antonio Bielsa Arbiol acaba de publicar su último ensayo Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad con el que aspira a dejar en evidencia el peligro que supone la implantación de esta agenda globalista diseñada por la ONU,
¿Por qué un libro sobre la Agenda 2030 promovida por Naciones Unidas, la práctica totalidad de los estados y la mayoría del establishment político, mediático, económico y cultural?
Tras un agónico año de tortura psicológica perpetrada por los multimedios, la obligación moral de sacar a la luz este libro era imperiosa: obligación moral, decimos, pero también política, filosófica, estética… y especialmente teológica. Como es de público conocimiento, la 2030 ha sido definida por algunos exégetas como la “Agenda de la Bestia”: esta “Bestia” es el Gran capital, enemigo de los pueblos y de las naciones, y cuyas embestidas van dirigidas contra la agonizante ordenación cristiana del mundo: he aquí el plan maestro de la conjuración existente para llevar a término su demolición última. Hablamos cómo no de unas élites paramasónicas diluidas tras logos y corporaciones supranacionales que laboran al servicio del poder supremo sin rostro. Esta obligación moral en forma de libro tiene algo sublime, como David lanzando la piedra contra un Goliat de múltiples cabezas.
¿Qué encontrará el lector que se haga con Agenda 2030: Las trampas de la Nueva Normalidad?
La singularidad del libro reposa en la anomalía editorial que él mismo representa: prácticamente no hay equivalentes divulgativos que aborden el subtexto de la “Agenda 2030” de modo tan sucinto y a la vez clarificador. Se publican todos los días manuales y artículos propagandísticos, huelga decir que invariablemente vendidos al poder fáctico: sí, son trabajos que cantan las bondades de la denominada Agenda 2030, amparándose para ello en todo tipo de triquiñuelas legitimadoras, tales como los inefables “comités de expertos” y demás espejismos buenistas. Pero pocos, muy pocos, asumen la justificada necesidad de cuestionar algo que, se mire como se mire, nos ha sido impuesto por la fuerza de simulacros seudodemocráticos larvados, por cuanto la sociedad civil –¡no nos engañemos!– nunca ha reclamado algo así… El propósito último de este libro es dar a conocer el verdadero objetivo de la Agenda, desarmando su grosero aparato eufemístico para mostrar al público los aberrantes propósitos de dominación global que vehicula entre líneas, y que no son otros que los de alcanzar la consabida destrucción de la civilización cristiana por medio de una presunta gobernanza planetaria, con la destrucción entre tanto del paradigma antropológico vigente y la inmersión de la transhumanidad en la industria 4.0.
¿Cuáles son los principales objetivos que persigue la Agenda 2030?
Control de los recursos, cosificación de las voluntades y eugenesia macro para acelerar el aceptado plan de reducción de población. Es un programa ambiguo, cierto, que sostiene su argumentario sobre procesos complejos y enrevesados que a su vez sustentan unas estructuras de poder legitimadoras, en esencia totalitarias aunque indoloras… mientras una masa enorme de cobayas humanas aparecen dispuestas en los diferentes cubículos de confinamiento (llámense “Argentina” o “España”) de la “Granja tecnotrónica”, ese espacio mental donde tiene lugar la experimentación de rigor. A partir de aquí, la sumisión del sujeto hacia el Estado, y poco a poco, la gran debacle del transhumanismo por venir, acelerarán este experimento que, tal y como están las cosas, se precipitará en los próximos años si alguna catástrofe sistémica no lo malogra.
¿Qué misión tiene dentro del Nuevo Orden Mundial planificado por las élites la Agenda 2030?
Es un burdo pretexto acelerador sin una metodología definida, puesto que son tantas las posibles variables para llevar a cabo los objetivos finales, que el elemento aleatorio, e incluso estocástico de los procesos y simulaciones, va parejo a su misma indefinición programática. Ahora bien, la 2030 porta sobre sus subtextos un abanico de ideas fijas que, con insistente saña, la Sinarquía va reforzando a través de cada una de sus jugadas estratégicas, como bien puede ser el final de la propiedad privada, las referidas medidas eugenésicas, liberticidas leyes de eutanasia ad hoc, un abortismo masivo indispensable para acelerar el despoblamiento global, y por encima de todo una nueva religión ecologista planetaria, la nueva religión del Estado global de la llamada “Era de Acuario”, tal y como la jerga New age la promocionó en sus años de apogeo entre sus adherentes.
En España, la monarquía, por supuesto el actual ejecutivo y sus socios e, incluso, el principal partido de la oposición se han manifestado como fieros partidarios de la Agenda 2030. ¿Están nuestras instituciones tomadas por el globalismo? ¿Cómo se ha producido ese «entrismo» mundialista en un país que no hace tanto fue la reserva espiritual de Occidente?
Absolutamente tomadas, y es una prueba patente de la bajísima categoría humana e intelectual de nuestros politicastros, que actúan como vendidos y, lo que es peor, como auténticos traidores a la Patria por un plato de lentejas transgénicas. Una confirmación flagrante de que el grueso de “nuestras” instituciones aparecen virtualmente tomadas por los sempiternos enemigos de España, nacionales y supranacionales, amén de que los propios hombrecillos de paja que medran y se desplazan por dichas instituciones, esos peones del NOM, acusan tal miseria moral y bajeza de miras, que igual les da servir a un Soros que a cualquier siniestro mandamás del Nido de las serpientes. En cuanto al “entrismo”, va mano a mano con la evidente demolición de España programada por el Régimen del 78; sobre este asunto publiqué el pasado mes de enero un sustancioso libro (Contra el Régimen del 78).
¿Qué papel juega la discutida pandemia del coronavirus en la implantación de esta agenda globalista?
Juega un papel capital, pues esta pandemia de diseño ha resultado ser la inequívoca llave de acceso a un escenario forzado e insólito: lo llaman “nueva normalidad”, pero meramente es una performance del nuevo paisaje pre-totalitario en ciernes, inserto en el “Gran reseteo”. Los prisioneros de la actual China capitalista-comunista saben muy bien a qué nos referimos: lo quieren llamar “Capitalismo inclusivo”, pero realmente es la peor de las dictaduras: serás un esclavo, no tendrás nada, y pese a ello creerás ser feliz. O eso dicen estos trileros.
¿Es posible combatir a la Agenda 2030 en particular y al NOM en general? ¿Cómo podemos plantar batalla? ¿Hay esperanza de victoria?
Nuestro formidable enemigo no es tanto la Agenda, que no es nada en sí misma (papel mojado… sueños en tinta), como la división social que nos debilita y aflige por medio de nuestro gran antagonista: los medios de desinformación del Sistema (¡apaguen la TV!, por respeto a sus propias inteligencias). El Otro, el Enemigo con mayúscula, ése es invisible: ha colonizado las cabezas de nuestros coetáneos, va colonizando poco a poco la nuestra, al tiempo que está creando nuevas categorías psicosociales y clínicas, puesto que va a parcelar el mundo en vacunados y no vacunados, en sujetos resilientes y obsoletos, en seres que merecen vivir e infraseres que deben morir, etcétera. ¿Realmente estamos dispuestos a seguirle el juego a tan terrible engendro de inspiración demoníaca? Convendría repensar realmente todo nuestro mundo de arriba abajo, mundillo de quimeras y simulacros predictivos, pues igual es preciso que este modelo inviable de sociedad paranoica sea destruido para así recuperar, tal vez, la cordura perdida.