Enrique de Diego.
La pedí a Santa Bárbara, con fe ardiente, que es mano de santa en cuestiones procesales, que confundiera a mis enemigos que buscaban mi perdición, pero nunca pensé, Ignacio PaniAguado, que la suerte te iba a cambiar tanto, que tu realidad de payaso y mediocre fuera a ser tan evidente ante todos, que ni siquiera vas a ser, probablemente, el candidato de esa escombrera de que todos huyen como de la peste de Ciudadanos, cochinos, marranos. Me cuentan testigos presenciales que a la Ejecutiva asististe «sumiso», lacayo, a ver si Inés Arrimadas te confirmaba como candidato, pero ni por esas, te ha enviado a primarias, que es quemarte a fuego lento, para sacar de la chistera a Ángel Garrido, con lo que vas a probar de tu propia medicina: el traidor compulsivo traicionado. Es toda una metáfora y una parábola del mal, porque tú eres malo, esencialmente malo; soy testigo.
Mientes más que hablas, y antes se coge a un PaniAguado que a un cojo. Has negado por activa y por pasiva que nunca se te pasó por la cabeza presentar moción de censura, y te desmiente tu mismo portavoz adjunto, Sergio Brazero, quien después de afirmar que «ha llegado el momento que nunca imaginé que llegaría. Hoy después de 19 años militando en Ciudadanos he decidido solicitar mi baja como afiliado», te acusa de haberle presionado para ser «costalero del sanchismo y por ende de ERC y de Bildu», porque «Ciudadanos de Madrid no sólo intentó frenar la convocatoria de elecciones de manera torticera aliándose con el sanchismo, sino que a los diputados naranjas se nos presionó para presentar una moción de censura contra la presidenta Ayuso que proponía a Ignacio Aguado como su sustituto». Y la diputada Marta Marba dimite por lo mismo.
No tienes ninguna credibilidad, mentiroso. Estás muerto. RIP.