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Ánselmo Pestana, el recepcionista avispado

Redacción




Ariadna Cabrera.

Desde luego, el delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, tiene alma de recepcionista, y es tan avispado que las caza al vuelo. Ante el desprestigio de la clase política canaria y la orfandad respecto al Gobierno de España, del que Pedro Sánchez sólo conoce el paisaje canario que se ve desde La Mareta, a Pestana para que dé la cara y, claro, siempre sale con ella partida.

Es, sin embargo, un recepcionista avispado, que aprende de sus enormes errores. Así, se felicita de que cincuenta han decidido volver a Marruecos, u diez lo han hecho por sus propios medios. Es una gota en el océano. Vamos que diez no es para tirar tracas. Pero el bueno de Anselmo, el recepcionista, ve un síntoma esperanzador.

Vean  que no tan tonto como algunos pensaban. Opina que la decisión de esas personas «es un elemento positivo» para atajar el aumento del número de pateras y cayucos que arriban a la región, «porque, si la percepción en origen es de que se fracasa en el proyecto de migración irregular, pues la gente dejará de venir, obviamente, porque percibe que Canarias no es un puente seguro para poder llegar a donde quieran llegar», ha destacado Pestana.

Elemental, querido Wattson o querido Anselmo. Bienvenido a la realidad. Por esa regla de tres, es sencillo de entender que si los viajeros del primer cayuco que arribó hubieran sido deportados inmediatamente, como ordena la Ley de Extranjería, el efecto hubiera sido el que Anselmo Pestana le ha costado entender diez mil foráneos, los hoteles ocupados, de lujo, con tres comidas y su buena ración de cervezas y el daño al sector turístico camino de ser irreversible. ¿A que ninguno de los instalados en hoteles a gastos pagos ha decidido marcharse a Marruecos?