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El entierro del domado gatito Pedro J Ramírez

Redacción




Luis Bru.

Pedro J Ramírez da pena. Con Cruz Sánchez de Lara hace una pareja patética. Ella, tan feminista, toda la vida viviendo de los hombres; ahora, cuando le va mal, muy mal, en el trabajo en lo suyo porque tiene justa fama de ser una mal abogada, su pardillo churri Pedro J la nombra vicepresidenta de El Español, que no es nada y que le cuesta un riñón mantenerlo. Vemos a Agatha Ruiz de la Prada abriendo portada en el Hola y en todos los programas de máxima audiencia de televisión, justo lo que gustaría a Cruz, que no es nadie. Pedro J le ha cogido miedo a la vida, incluso ya no va a la Ópera donde programaban a Wagner, su adorada Wagner.

Para nadie es un secreto que es el gafe asesor atorrante de Inés Arrimadas, el diseñador de la pésima estrategia de entregar Ciudadanos a Pedro Sánchez y Salvador Illa. Es un claro perdedor. Una sombra desvanecida de lo que fue. Presume de «Periodismo indomable», él que está domado, mendigando espacio de abuelo porreta en una tertulia televisiva. Dime de que presumes y te diré de que careces. Dice, para ver si pica algún incauto como suscriptor, que lo suyo es «información y verdad frente a la opacidad», cuando hace un periodismo insulso, lleno de ocultaciones, sin ninguna exclusiva, sin ningún interés, la pura opacidad.

Para cosechar audiencia, la tiene que comprar de otros, once digitales desaguan en El Español que no interesa un carajo, con su falso «periodismo indomable» de falsete y cursilada de los leones que son más bien gatitos. Pedro J quiere ser el centro cuando el centro estalla en mil pedazos. Es, manifiestamente, un perdedor. Asistimos al entierro mediático de Pedro J, y lo malo es que no se da cuenta. Pobre.