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Padre Brown: morcillas desafortunadas y permisivas

Redacción




Luis Bru.

Gilbert K Chesterton oyó un día hablar mal de los sacerdotes como ignorantes de la vida real e ideó un padre Brown detectivesco, conocedor de los recovecos y meandros de la naturaleza humana a través del confesionario. La BBC realizó una serie que pasan con notable éxito en Paramount Network. La serie está basado en los relatos de Chesterton pero incluye otros de cosecha propia, con licencias intolerables, que traicionan al autor y al personaje, convirtiéndolo en un sacerdote permisivo. Una de las feligresas, aristócrata, es una casquivana, de virtud frágil, por decirlo suavemente, y el padre Brown no establece ningún reproche moral. Increíble, en un buen sacerdote ortodoxo en la doctrina y en la moral. En un capítulo de la serie, un joven sacerdote le cuenta al padre Brown que está enamorado de una joven y el padre Brown le aconseja que deje el sacerdocio. Nada más absurdo. El padre Brown le hubiera aconsejado ser fiel a su vocación, rezar, mortificarse y huir de la tentación para vencerla, porque el sacerdote es in aeternum, lo es para siempre. Dentro de la asquerosa y nauseabunda corrección política, en otro capítulo una joven católica dice estar enamorada de otra persona, que resulta ser una mujer y no pasa nada. El padre Brown tendría muy en cuenta la noción de pecado y la condena veterotestamentaria, reiterada por San Pablo, de modo que los sodomitas y las lesbianas no entraran en el Reino de los Cielos. Aunque el padre Brown de la BBC mantiene los valores de la redención del criminal y busca su salvación, estas morcillas le convierten en un bobalicón permisivo, lo cual está muy lejos, en las antípodas, del personaje creado tan magníficamente por Chesterton.