Redacción.
¿A quién representa el feminismo hoy en día? ¿Quién lo ha votado? ¿Qué mujeres han dado su autorización para ser representadas por las portavoces que se autoerigen en voz de todas las mujeres? ¿Es igualitario? ¿Es inclusivo socialmente? ¿Si no soy feminista soy machista?
El sello editorial Sekotia publica, Feminismo sin complejos. Un libro que pone de manifiesto el problema del feminismo en la actualidad que, tras obtener las reivindicaciones iniciales de ilustradas y sufragistas, ha tomado una deriva que nada tiene que ver con la igualdad, ni con las mujeres corrientes y su lucha. El deseo de privilegios por sexo y la inclusión de otros objetivos, grupos y colectivos como núcleo prioritario de sus reivindicaciones ha dinamitado todo punto de relación con su origen.
El libro ahonda entre otras cuestiones en las razones por las que el feminismo hoy no es sostenible por haber perdido su sentido original, tener raíces marxistas y estar alejado de los problemas cotidianos de la mayoría de las mujeres. Para Alicia Rubio “el feminismo actual, con su odio al hombre, su lucha de sexos, su victimización y utilización de la mujer, su imposición del aborto como derecho y sus continuas exigencias de privilegios esgrimiendo unas discriminaciones ridículas, no es lo que nos cuentan, es otra cosa con otros objetivos. Y con financiadores que tienen muy claro por qué lo financian. Si no tuviera apoyo, dinero y ayuda para sus organizaciones de captación y su divulgación en las aulas, no hubiera tenido tal trayectoria. Subvencionado por los Estados, las multinacionales y los organismos internacionales por sus intereses ajenos a la mujer y favorables a los de grupos políticos y económicos de presión, no es un movimiento de mujeres, ni por las mujeres ni por la igualdad, ni por la justicia. Etimológicamente sería la versión femenina del machismo, por lo que muchas personas tratan de renombrarlo como HEMBRISMO.”
Fragmento del libro “Feminismo sin complejos”
“…en la turbulenta etapa de la Segunda República Española. Las mujeres podían presentarse a los comicios, pero no podían votar. Y se decidió legislar en favor del voto femenino. En la cámara, dos mujeres, Clara Campoamor, republicana liberal y Victoria Kent, socialista que derivó en comunista. Campoamor a favor de la igualdad, Kent en contra del voto femenino porque la mujer no estaba preparada aún, y consideraba que se iba a dejar llevar por marido y confesor, cayendo en dos de los grandes errores del socialismo y el feminismo actual: reivindicar derechos que son justos solo en función de los intereses partidistas al margen de la ética y considerar a las mujeres tontas e inferiores.
Margarita Nelken, la tercera mujer que hubo en la cámara, aún no había adquirido su acta de diputada, aunque defendió lo mismo que su correligionaria Kent.
Se llegaron a proponer aberraciones tales como el voto femenino a partir de los cuarenta y nueve años para frenar la entrada de todas las mujeres en las elecciones. El voto femenino universal con la misma edad que los hombres se aprobó en junio de 1931 con ciento sesenta hombres más una mujer a favor y ciento veinte hombres más una mujer en contra. A eso me refiero cuando digo que los derechos de la mujer se consiguieron con la ayuda de muchos hombres buenos…”