Mike Sala.
Cuando Eric Trump, hijo de Donald Trump, dijo poco antes de que Joe Biden jurara la presidencia, “lo mejor está por venir”, varios medios de información y muchos usuarios de redes sociales publicaron lo que a su entender podían significar esas palabras. Quienes optaron por interpretar que Donald Trump seguiría en la lucha política en otros frentes hablaron de nuevos periódicos y canales de TV independientes, de redes sociales libres de censura, y hasta de un partido político que estaría próximo a nacer para aglutinar el voto descontento de norteamericanos que se cuentan por decenas de millones. Si este último rumor llega a hacerse realidad se crearía un cisma sin precedentes en el Partido Republicano. Por el contrario, en el Partido Demócrata semejante rumor fue recibido con júbilo, porque una oposición dividida facilitaría la permanencia de los demócratas mucho más tiempo en el poder. Sin embargo, quizás el mensaje de Eric Trump no sea tan críptico como muchos han interpretado. En una de sus últimas publicaciones en Twitter el hijo de Trump compartió un mensaje enumerando los logros más importantes de la administración de su padre y habló de esperanza en que los americanos practicarían lo que habían aprendido en los últimos cuatro años respecto a cómo reflotar la economía con cifras récord, cómo convivir entre americanos si dejarse manipular por quienes exacerban y victimizan con el racismo y otras cuestiones sociales y cómo defender las libertades individuales como principios básicos del nacimiento y fortalecimiento de los Estados Unidos como nación de todo norteamericano. Los otros dos hijos más conocidos de Donald Trump, Ivanka y Donald Jr., publicaron a su vez mensajes de agradecimiento y reconocimiento a la labor de su padre
Entretanto, Joe Biden estrenó su primer día de presidencia firmando 17 órdenes ejecutivas, no pocas de ellas destinadas a demoler el legado de cuatro años de legislatura de Donald Trump. Con un sentido plenamente ideológico y sin importar en absoluto el perjuicio que ocasionará a su nación y a sus compatriotas, este doméstico de George Soros ha vuelto a enfrentar a la sociedad aprobando que hombres que pretenden ser mujeres puedan competir en deportes con verdaderas mujeres, con lo que ha levantado las iras de las feministas; ha dejado claro que volverá a someter a los Estados Unidos a la globalista alianza del Acuerdo de París que provocará más gasto público y pérdida de cerca de medio millón de empleos, ha paralizado los avances de Trump respecto a la inmigración ilegal para poder facilitar ahora que los inmigrantes ilegales puedan ser incluidos en los censos, preparando así para el futuro nuevos cotos de voto para el Partido Demócrata, y ha impedido que Estados Unidos se retire definitivamente de una infame y corrupta OMS.
A buen seguro no tardaremos en saber de nuevos movimientos de Donald Trump respecto al futuro. Es lo que esperan con esperanza millones de americanos, especialmente después de asistir a una delirante, vergonzosa y absurda toma de posesión de un nuevo presidente al que dieron la espalda intencionadamente muchos de los militares que custodiaban el recorrido de su caravana hacia el Capitolio de Washington D.C. Millones de ciudadanos que en el primer día de administración Demócrata han podido ver cómo el mismo Joe Biden que hablaba de gobernar para todos no ha hecho otra cosa que asegurar con su firma toda una declaración de intenciones de sus amos de la agenda globalista. Medidas destinadas a continuar con el declive social iniciado por Obama y que fue frenado en seco por cuatro años en los que América, bajo el mandato de Donald Trump, supo que podría ser grande de nuevo.