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La Asociación Nacional del Rifle se enfrenta a sobón Joe Biden

Redacción




Mike Sala.

Cuentan que cuando el emperador Hirohito, máximo mandatario de Japón durante la segunda gran guerra, planteó ante su estado mayor la posibilidad de invadir los Estados Unidos por su costa oeste, el almirante Yamamoto, quien había comandado el ataque contra la base naval de Pearl Harbor en el archipiélago de las Hawaii, avisó del enorme riesgo que para sus tropas supondría adentrarse en un país en el que no solo las fuerzas de seguridad estaban armadas, porque también lo estaba la población que, además, tenía una larga tradición de saber usar armas de fuego. Yamamoto había sido estudiante de Harvard. Conocía muy bien los Estados Unidos y su cultura de las armas, parte inseparable de su historia, de sus sombras, pero también de sus luces y logros. Yamamoto vino a decirle al emperador que detrás de cada arbusto y dentro de cada hogar habría americanos dispuestos a vender muy cara su piel.

 

Desde hace décadas, uno de los objetivos del degenerado Partido Demócrata de Estados Unidos ha sido la Asociación Nacional del Rifle –NRA en su acrónimo en inglés– que agrupa a unos 5 millones de socios por toda la nación y que nació en 1871 para defender el derecho de los ciudadanos de poseer armas para autodefensa y para su uso en actividades recreativas. Y como no puede ser de otro modo, una asociación como la NRA es un obstáculo y un símbolo a batir ahora, cuando el izquierdismo y la agenda globalista se ven ocupando la Casa Blanca y están a dos días de sentar en la oficina oval a su marioneta Joe “Botox” Biden. Fue precisamente Biden, ya como presidente electo por el colegio electoral, quien aseguró el pasado 10 de enero que “derrotará” a la NRA. Y detrás de semejante intención existe algo mucho más estratégico que simplemente desarmar al ciudadano americano: la intención de dejar a los ciudadanos indefensos no solo ante el poder; también ante el planificado caos que proyectan movimientos como Black Lifes Matter, Antifa, otos grupos pro violencia o incluso la delincuencia común, y el golpe psicológico que supondría en muchos americanos el verse privados de una parte de su cultura fundacional y de sus derechos protegidos por la 2ª enmienda de la constitución de los Estados Unidos.

 

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¿Será la 2ª enmienda otro de los objetivos del gabinete de Joe Biden? Demostrado está en otros países que cuando se priva de derechos y posibilidades de autodefensa a la población, la delincuencia crece de modo exponencial, como sucedió en Australia desde la prohibición a la ciudadanía de posesión de rifles y escopetas semiautomáticas y otras armas de corredera. Desde entonces, los robos a mano armada se incrementaron en un 69%, los asaltos con armas en un 28%, los asesinatos por arma de fuego en un 19%, y los allanamientos a hogares en un 21%. ¿Es esto lo que le espera a Estados Unidos bajo el gobierno títere manejado por George Soros y sus amigos globalistas?

 

Pero no creamos que esto es un problema que solo afectará a la gran nación del otro lado del Atlántico. En España, el mismo Pablo Iglesias que hace años en su programa de aleccionamiento comunista La Tuerka defendía el derecho de los ciudadanos a tener armas de fuego, ha comentado ahora como vicepresidente de Gobierno la posibilidad de ilegalizar paulatinamente las armas en posesión de los cazadores, que en España se cuantifican en unos dos millones y medio según fuentes de la Guardia Civil. La fórmula no falla. Cuando un totalitarismo toma posiciones para alcanzar el poder, lo primero que propone es el recorte de libertades y derechos individuales y en Estados Unidos, esto no será una excepción. La respuesta de la ciudadanía americana no se ha hecho esperar en las redes sociales y en los medios conservadores. Muchos son los comentarios de americanos que aseguran que jamás entregarán sus armas a ningún gobierno federal ni estatal, porque no están dispuestos a renunciar al derecho de proteger sus vidas y sus propiedades. La frase “de mis manos frías y muertas” que Charlton Heston dedicó al falsario Al Gore cuando éste propuso endurecer las leyes de control de armas, está tomando hoy más sentido que nunca antes.