El libro a tratar en esta publicación tiene como autor a Sergio Fernández Riquelme, un considerado historiador, doctor en política social y profesor titular de la universidad. Siendo responsable de numerosos escritos en el campo de la historia de las ideas y la política social, es especialista en los fenómenos comunitarios e identitarios pasados y presentes. Actualmente Fernández es director de La Razón Histórica, revista hispanoamericana de historia de las ideas.
Con El renacer de Rusia, Sergio pretende principalmente narrar el colapso de la Unión Soviética -calificado de “humillante” -en su ambición de imponerse ante el mundo, así como explayarse sobre la tan criticada transición dirigida por Boris Yeltsin y profundizar en la eclosión de la soberanía democrática encabezada por Vladimir Putin. Bajo el rótulo De las ruinas de la URSS a la democracia soberana de Putin, el libro aquí presente está orientado en particular a todo aquel lector interesado por las cuestiones vigentes en Europa del Este (tanto en el pasado como en el presente) o a entendidos del tema en los factores anteriormente mencionados, bien sea para el inicio de una laboriosa investigación o para un debate cultural.
Decorado con los colores de la bandera comunista, esta publicación se caracteriza por estar formada por un total de cinco puntos: una introducción, una primera, segunda y tercera parte y un apartado final de obras consultadas para justificar los datos expuestos a lo largo de los capítulos y facilitar al lector un notable número de fuentes para ampliar su documentación.
La introducción comienza con la descripción de un punto histórico remontándonos desde la caída de Bizancio, mencionando en qué va a consistir el resto de páginas. Acentuando la esencia enigmática que la compone con sucesos que han remarcado su poder y la concepción que el mundo tiene de ella, la parte número uno de El renacer de Rusia se divide a su vez en dos pilares fundamentales, “El principio del fin: el proyecto de Gorbachov” y “El humillante colapso de la Unión Soviética”.
De hecho, en el párrafo inicial el señor Fernández disecciona en pocas palabras qué paso ha dado Rusia desde una época propia de la Edad Contemporánea datándolo en el siglo XX/XXI, verbalizando la caída del país y las consecuencias que ha traído a la Sociedad tal fracaso. Respecto al primer pilar fundamental de este capítulo, el autor decide ahorrarse presentaciones de cortesía y directamente parte desde 1985, siendo apoyado tal período por la necesidad de una urgente renovación política y económica fraccionada en tres vías: aceleración, liberalización y transparencia/reconstrucción. El proyecto de Gorbachov supuso entonces, según el autor, “un paso más hacia un precipicio de difícil supervivencia, abriendo la caja de Pandora con los actos acontecidos y con la aprobación de la Ley de Cooperativas de mayo de 1988 que rompía radicalmente con el pasado” (pág. 20) y dando paso a Gorbachov a convertirse “en ídolo de masas” (pág. 21), algo que no pudo disfrutar demasiado ni le permitió hacer de Rusia una nación potente: “pero comenzaba el principio del fin de su gobierno y la Unión Soviética” (pág. 22). “El 19 de agosto de 1991, ante la descomposición económica y política acelerada, varios miembros del gobierno soviético impulsaron un golpe de Estado” (página 23).
El posterior “humillante colapso de la URSS” (pág. 28) cuenta cómo se produjo especialmente por el miedo de la población étnica rusa y los intereses comerciales occidentales. No faltan declaraciones de Gorbachov sintetizando bajo el umbral de su opinión lo ocurrido durante ese derrumbamiento lleno de traiciones y sed de poder, dimitiendo él por lealtad y no por el fracaso. Un capítulo de la Historia intenso y colmado de vaivenes, plagados de éxitos más que notorios así como fiascos ensordecedores.
La segunda parte del libro también se divide en dos puntos, “la desaparición de la URSS: la victoria occidental” y “Boris Yeltsin y la democracia de los oligarcas”.
El primer punto comienza remarcando un hito inimaginable: la inauguración del primer restaurante de la cadena McDonald’s en Rusia por ser “el icono capitalista en la patria socialista” (página 37). El cambio de régimen habría dejado a unos pocos supervivientes, mientras aspectos como la estabilización (marcada por los programas de política macroeconómica de reducción brusca del gasto gubernamental y del déficit presupuestario) y la privatización (catalogada de mafiosa en busca de recursos -qué vender- y aliados -a quién vender-) se iniciaron a gran velocidad. Continuando con un discurso apoyado en un gráfico verbalizado, los descritos como “salvajes noventa” tuvieron graves consecuencias político-sociales, trayendo un esperado fracaso y dando luz a la muerte de aquel sistema donde convivían extremos opuestos entre sí.
Boris Yeltsin, el ahora ex presidente de la Federación de Rusia, lidera el segundo punto de esta parte del libro y su autor apelaría en ella a la empatía de los lectores (“Yeltsin no debería haber acabado así”, pág. 44), continuando con una etopeya sintetizada, relatando sobre todo sus proezas y puntualizando la imagen que daba a ojos de Occidente. El autor insiste en dejar patentes los pasos más significativos del ya difunto político, y sus correspondientes detractores: “en las semanas siguientes, Yeltsin comenzó la aplicación de un programa de reformas económicas radicales… Ante tal situación, el aún existente Sóviet Supremo de Rusia se opuso frontalmente a estas reformas” (pág. 47).
Pese a la montaña -rusa- que habría sido su carrera (victorias que son tales gracias a la financiación de oligarcas y una popularidad que caía en picado (“cuando su final parecía cerca, Yeltsin sobrevivió un año más, los oligarcas no lo podían dejar caer”, pág. 53), todo acabó con Putin como presidente interino.
La última parte de este libro se compone de cuatro apartados (el primero sin título, los restantes, subtitulados por los rótulos “El líder fuerte”, “Un estado iliberal” y “Soberanía y democracia rusa”).
Dicho punto introductorio nos sitúa en julio de 1998, época en la que un desconocido ex espía fue nombrado secretario del Consejo de Seguridad Nacional del presidente Yeltsin (asumiendo el cargo de primer ministro en 1999). Pero continuando con el carácter catastrofista que el señor Fernández otorga a la lectura de este libro por medio de una disección de datos, se recuerda la Segunda Guerra declarada en Chechenia, los atentados terroristas en los edificios de viviendas en Buinaksk, Moscú y Volgodonsk, y la invasión de los huestes del líder Basáyer en Daguestán.
Tras haber mencionado nuevamente la presencia de Putin, se indaga en que fue considerado el elegido para restaurar la “maltrecha dignidad nacional rusa tras el colapso de la transición a la democracia liberal-capitalista occidental” compuesta de “corrupción masiva, pobreza creciente, caída demográfica, rebelión chechena y tutela internacional” (pág. 58). Asimismo, “El líder fuerte” es un apartado del libro que pretendería ensalzar la figura de Vladimir citando concienzudamente los cambios que generó en el país, sin silenciar los obstáculos que corresponden a la duda que levantó el 2013/2014 de si realmente la Sociedad disfrutó de un crecimiento económico, estabilidad institucional y recuperación económica (“llegaron sanciones muy duras para el país, y acusaciones directas del mundo occidental, pero la mayoría de la población apoyó el precio a pagar por recuperar la dignidad nacional”, pág. 77).
Vemos con este fragmento que la opinión popular ha sido firme y común en extensión de territorio: “un estudio de la Pew Foundation reflejaba que más del 57% de los rusos preferían un liderazgo fuerte ante una democracia más liberal” (pág. 78). De esta forma se introduce el penúltimo bloque (“Un estudio iliberal”) de la parte final, manteniendo una continuidad en la exposición de datos políticos y su repercusión en el sistema, mencionando en concreto el (casi) absoluto dominio del partido Rusia Unida. Sin embargo, y al contrario de lo que puede esperarse, el señor Fernández amplía la perspectiva marcada y en vez de apoyarse en un concepto esquemático, plasma algunas referencias para aventajar sus explicaciones, mencionando también a sujetos de enorme relevancia -como Nashi- reflejo de una soberanía iliberal y alternativa.
A pesar del aparente éxito, hubo oponentes y como tal, críticas y acusaciones sobre este sistema, denunciado como antidemocrático o antiliberal por los políticos oficiales occidentales y sus medios liberales-progresistas: “los principios de este Estado fuerte eran evidentes: a nivel interno, con leyes que prohibían la propaganda de los temas considerados inmorales, el extremismo ideológico, el lenguaje soez en televisión, las acciones de las ONG extranjeras, los insultos a las creencias religiosas, o las posibilidades electorales de los partidos políticos extraparlamentarios y pro-occidentales” (págs. 84-85).
Finalmente, el apartado “Soberanía y democracia rusa”, más breve que algunos puntos anteriores, desmenuza el posterior hacer de Putin, también criticado y denunciado, pero continuo.
El libro acaba notificando las enmiendas preconsolidadas acorde a una intención vigente, dedicando las dos últimas hojas a analizar las aprobadas entre febrero y marzo de 2020.
En conclusión, El renacer de Rusia tiene unas miras enfocadas a la actualidad pese a su desarrollo histórico socio-político en orden cronológico. El interés que caracteriza a esta publicación empuja al lector a querer saber más al respecto del tema tratado y del resto de trabajos del autor.
Alba Lobera es periodista y directora del canal de YouTube Mundo Viperino