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Javier García Isac: «No soy monárquico, ni republicano» pero «considero la República Constitucional una buena alternativa»

Redacción




Enrique de Diego.

Tenía ganas de coger por banda a mi amigo Javier García Isac, para felicitarle personal y públicamente por su magnífico libro «La II República sin complejos» y para que aclarara una conclusión de que los que reclaman al legitimidad de ese engendro son el principal argumento de la dinastía borbónica. Como repúblico tenía el máximo interés en mantener una conversación y aquí está:

  • En primer lugar, dar la enhorabuena: ha escrito usted un magnífico libro: “La II República, sin complejos”. Ya lo he recomendado. Lo vuelvo a hacer ahora.
  •  Le agradezco mucho sus palabras, sobre todo viniendo de usted, un gran profesional con una dilatada carrera profesional. El libro trata, de una manera sencilla y directa, explicar lo que supuso y fue la II República Española y sobre todo las razones por las que en ningún caso debe ser un modelo a imitar.
  • Le cito: “Siguen siendo muchos los nostálgicos de la II República, más por desconocimiento que por convencimiento. Si en España es implanteable un modelo de gobierno Republicano, es precisamente por culpa de los nostálgicos de la II República, sobre todo de aquellos que la secuestraron, se apoderaros de ella y excluyeron toda posibilidad de desarrollo Republicano que no fuera la visión marxista que de ella tenían. La izquierda hundió la república y cercenó la posibilidad de un modelo Republicano para España. Pretendiéndolo o no, los nostálgicos de la II República, son el mayor enemigo de la III República Española”. Por favor, glose la cita.

– La cita que usted acaba de recordar es rigurosamente cierta. Intento explicarme: El fracaso de la II República, se debe especialmente a la izquierda y a aquellos que como Manuel Azaña, pensaban que podían manejar a las ingentes masas de proletarios a los que a su vez despreciaban.  La izquierda tenía una visión muy particular de lo que tenía que ser la república, era un instrumento más para llegar a la revolución. Ellos despreciaban la República por considerarla decadente y burguesa. Cuando vieron que los resultados electorales no les eran favorables, asaltaron las instituciones, intentaron un golpe de estado, provocaron un fraude electoral y secuestraron la República. Deseaban un modelo de República excluyente donde no todos cabían, y desde el primer momento persiguieron, asesinaron y encarcelaron a los discrepantes, fueran o no republicanos. La izquierda Española condenó las posibilidades de una tercera República al tener como modelo a la Segunda República. Los nostálgicos de esta, son el mayor enemigo, el mejor antídoto para que en España no haya una tercera. Su nefasto recuerdo y sobre todo, sus consecuencias y posterior guerra civil, hace que en el imaginario colectivo, la palabra República se asocie al modelo marxista que intentaron instaurar. Es una lástima, pero la izquierda de este país es el mayor enemigo de la república, al patrimonializarla y hacerla excluyente. 

¿Es una opinión personal o una afirmación de convicción monárquica?

– Nunca he sido monárquico, ni tampoco republicano, tal y como la entienden los “nostálgicos” de la segunda. No sé lo que soy, pero sé lo que no soy. JAJAJAJA. Es una opinión personal. Igual que me reafirmo en la cita de la anterior cuestión, también le comento, que el mayor enemigo de la monarquía en España,  ha sido la propia Casa Real y el comportamiento poco ético de algunos de sus miembros. Lo que sucede, es que si uno pone en la balanza las consecuencias de una u otra cuestión, pues casi que nos quedemos como estamos. A partir del 77, la monarquía decidió suicidarse, desde el momento que Don Juan Carlos I antepuso su persona a la de la institución. La gente decía “yo no soy monárquico, soy Juan carlista”, de aquello tenemos lo de hoy. El culto a su persona, estuvo por encima del respeto a la institución y le provocó un daño casi irreparable. Se trataba de menospreciar a los tradicionales monárquicos de este país y de caer bien a los que odiaban a las institución, pero que, sin embargo, Don Juan Carlos les caía bien y les parecía un cachondo. Por cierto los aduladores de antes, son los que ahora le menosprecian a él y a la institución, como si les cogiera por sorpresa el comportamiento “errático” de este. Se produjo entonces lo que nos podría parecer una contradicción, la derecha sociológica “pasaba” de la monarquía y no veía con buenos ojos lo que era un secreto a voces,  mientras que los socialistas simpatizaban y mucho con Don Juan Carlos. Todos felices en ese extraño equilibrio que ya no sirve. Don Juan Carlos es un juguete roto y la izquierda, que tanto se aprovechó de la institución, la da ahora por superada. La derecha descolocada buscando su modelo y Felipe VI intentando recomponer la figura. Insisto, nunca tanto una institución, hizo tanto por destruirse a sí misma.

  • El PSOE, que fue el principal enemigo de la II República, votó a favor de la monarquía con mucha hipocresía, votando en contra hasta el momento de la Comisión, pero cambiando ahí el voto de cara al pleno…Permítame decir que el PSOE es un partido dinástico…

– El PSOE nunca creyó en la II República. Apoyaría el régimen de Primo de Rivera y se mostró escéptico con la república. Era un partido revolucionario, la república era un régimen más, que sería válido si se ajustaba a sus intereses de instaurar en España el modelo soviético. El PSOE fue el mayor enemigo de la república, la liquidó y se apoderó de ella provocando la guerra civil. Como usted bien dice, es un partido dinástico, el PSOE solo cree en el PSOE, y el partido socialista de ahora, es la evolución lógica de aquel. 

En cuanto a Podemos, su republicanismo es más bien folclore…Epatar al burgués.

– PODEMOS es un folclore muy peligroso, pues busca el enfrentamiento continuo despreciando a todo el que no piensa como ellos. El problema de teorizar en exceso es que desconoces las consecuencias de poner en práctica tus teorías. PODEMOS es una mezcla de ignorancia y maldad. En su sociedad ideal, no tiene cabida la discrepancia ni el debate, solo ellos, y dentro de ellos, su clase dirigente. Añora lo que desconoce y nos vende como modelo la II República, aquella que solo trajo destrucción y muerte. Podían haberse fijado en otro ejemplo, pero para ellos si no es perverso, no vale. Cogen lo peor de cada casa o lo peor de nuestra historia.

  • Si hemos llegado hasta aquí, con los separatistas, ha sido con la monarquía.

– Sobre el papel, tiene usted razón, lo que sucede es que yo tengo muchas dudas de que la monarquía de Don Juan Carlos, fuera exactamente una monarquía, más bien se comportaba como un Jefe de Estado marioneta que aceptaba y firmaba todo tipo de leyes y normas, incluso aquellas que le deslegitimaban, como la Ley de Memoria Histórica de José Luis Rodríguez Zapatero. Fue el papel que quiso aceptar en el 78 y que desemboca en el carajal autonómico que ahora tenemos. Don Juan Carlos cumplió su palabra y fue pieza clave para desmantelar el antiguo régimen, los que no cumplieron su palabra fueron el resto, que ahora le persiguen, a pesar de haberle prometido inmunidad e impunidad. Si la institución pensaba que podía permanecer al margen de la España que se estaba construyendo, anulando el sentimiento nacional y prevaleciendo el autonomismo que de forma inexorable desemboca en separatismo, es que se equivocaba y se equivocaba gravemente. Posiblemente sin saberlo, la institución, apoyando el modelo autonómico, estaba socavando su propia supervivencia.

  • En el debate constitucional, el Borbón ya pretendió darle la independencia a Vascongadas. Fue una enmienda de los senadores reales, los “cuarenta de Ayete”. Y se opuso Fernando Abril Martorell…

– Cierto, y todo ello bajo la excusa de no crear ni  tensión ni conflicto. Don Juan Carlos, como así apuntaban algunas informaciones, estaba dispuesto a regalar Ceuta y Melilla, si hubiera sido necesario o si así se lo hubieran reclamado, como ya hizo con el Sahara Español, y no tengo dudas de que hubiera aceptado la independencia de las provincias vascas o de Cataluña de haber llegado el momento. Don Juan Carlos no buscaba la supervivencia de la institución, buscaba la suya propia y como ya he apuntado aquí, ha hecho un daño casi irreparable a la misma. Lo que sucede es que su supervivencia era incompatible con la supervivencia de la institución. Si la Jefatura del Estado no garantiza la unidad nacional, esta carecerá de contenido y sobre todo y más importante, carecerá de sentido.

  – Y Navarra se dejó en una disposición para que se le anexionaran Vascongadas.

– Lo de Navarra es un claro ejemplo de porque esta constitución por sí sola, no garantiza la unidad del país. Dice una cosa y la contraria. Deja frentes abiertos y heridas sin cerrar. No existe eso del patriotismo constitucional. España es muy anterior a esta o a cualquier otra constitución. Las constituciones son elásticas, flexibles y cambiantes, no dejan de ser un conjunto de normas y leyes en un momento determinado. La unidad de una nación no puede estar permanentemente cuestionada por sus propias leyes, más bien al contrario, debería servir para blindarla. Esta constitución, tal y como está, ofrece más dudas que certezas, aferrarse a ella, de forma única y exclusiva, no sirve.  Más bien es una aliada inestimable para la anti España, pues gracias a esa constitución el separatismo gobierna en varias zonas de España y ponen en riesgo su unidad.

 –La monarquía, el rey es el jefe de la casta parasitaria.

– No lo veo así. Yo lo que busco en la Jefatura del Estado, independiente de la forma que adopte, es que garantice la unidad de mi país, que sea un elemento cohesionador y que verdaderamente me sienta identificado con el papel que cumple y desempeña y por supuesto, siempre desde una óptica ejemplarizante y modélica. El coste de una Monarquía o de un Presidente de República sin poderes reales, viene a ser más o menos el mismo. Lo importante es el papel que desempeñen y lo que representan. Cuestión distinta, es si lo que deseamos es ir hacia una república presidencialista tipo Francia o Estados Unidos. Eso sería objeto de otro debate mucho más profundo y que quizá debamos acometer en un futuro, según como se desarrollen los acontecimientos.

Su aristocracia es esta caterva de políticos.

– Hemos sustituido la aristocracia por esa suerte de politicuchos de medio pelo, faltos de preparación y visión. Quiero que en política estén los mejores, no los mediocres que no pasarían las pruebas de acceso de cualquier mediana empresa de este país.

– La transición se hace ofreciendo un botín electoral gravoso e insostenible que incluye 17 mini-estados, 17 autonomías

 Así es. La transición Española fue auténtico desastre, donde nada se pactó y todo se cedió. Un modelo nefasto de gestión, donde lo nacional quedaba relegado a lo autonómico, al aldeanismo periférico y paleto. Cuarenta años después de aquello, tenemos que hacer balance y este no puede ser más negativo. Nos mintieron con que habíamos alcanzado grandes cotas de progreso y desarrollo, de concordia y convivencia. Nos inventamos una historia y unos hechos que nunca existieron, más que en las mentes enfermas de algunas cabezas. Seguimos sin querer un hacer balance sosegado y tranquilo un balance ajustado a la verdad de los hechos. La transición española no salió como nos habían prometido. Aquellos que pusieron de manifiesto los riesgos de hacia dónde nos encaminábamos, motivo por el cual fueron estigmatizados y apartados, tenían razón.  Que la verdad no estropee una buena historia.

– Muestro mi convicción de que la única forma de ser patriota es ser repúblico o, si quiere usted, republicano de la República Constitucional.

– Considero que es una buena manera como cualquier otra de ser patriota. He de reconocer que no tengo la formula exacta, lo que sí que tengo claro es que muchos de los que nos han vendido patriotismo, ha sido un fracaso y han colaborado en la disgregación de esta nación.

– Con entre 450 y 600 políticos, una democracia que se puede sostener y no esta caterva de 450.000 políticos corruptos.

 Para la clase política actual es fundamental mantener el número de políticos. Es un sistema clientelar que busca comprar voluntades, lo que significa que por mucho interés que se tenga en cambiar las cosas, los dos grandes partidos asentados como son PP y PSOE tienen una estructura territorial difícil de vencer, motivo por el cual, no desean reducir el número de políticos ya que de esta manera, se aseguran siempre influencia y poder.

– La unidad de España sólo puede defenderse con un presidente de la República-presidente del Gobierno votado en circunscripción nacional, con plena legitimidad, no dependiendo de los territorios.

Es cierto que la ley electoral actual es injusta y no representa la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. La mayoría de los políticos, se presenta por provincias donde ni se les conoce y en el mejor de los casos, solo se conoce al cabeza de lista y no al resto de sus componentes. Son listas cerradas que generan dependencia del partido pero no del elector, que es utilizado como mero instrumento. Sería deseable una circunscripción única para elegir al Presidente del Gobierno y circunscripciones de distrito para elegir al resto de diputados.

El diputado se debería a sus electores y no tanto al partido político al que muestra una fidelidad perruna. 

  • No sólo la República Constitucional es superior racionalmente, es que ya es la única alternativa de supervivencia, es la alternativa democrática nacional. 

Coincido con usted en su afirmación de que una República constitucional sería una buena alternativa de supervivencia a la actual democracia de partidos que ha derivado en una partidocracia donde el ciudadano cada vez es más ignorado y tiene poca capacidad de decisión.