Mike Sala.
La corrupción en el Partido Republicano de los Estados Unidos aflora con mayor fuerza en el momento más oportuno y muestra quienes están dispuestos a traicionar a Donald Trump y a la Nación americana. Las mayores presiones que los senadores republicanos están sufriendo ahora para que en enero acepten sin objeciones votar a favor de Joe Biden no provienen precisamente del corrupto Partido Demócrata. Es el propio Mitch McConnell, Senador republicano por el Estado de Kentucky y jefe de la mayoría republicana en el Senado de los Estados Unidos, quien está alentando a sus compañeros de partido a votar a favor de la presidencia de Joe Biden el próximo 6 de enero de 2021. Poco le importa a Mitch McConnell lo que está en juego. No parecen interesarle en absoluto las pruebas y evidencias que demuestran que el proceso electoral no fue limpio, ni le preocupa saber por qué los estados sospechosos de fraude habían cambiado sus normativas electorales mediante maniobras irregulares que sorteaban los necesarios procedimientos en los legislativos en cada estado. Mitch McConnell se alinea con la agenda globalista para llevar a Biden a la Casa Blanca sin importar ni cómo hacerlo ni las consecuencias de ello para su propio país.
Todo tiene su lógica, podrida y vergonzosa, pero lógica. Una investigación reciente desvela que Mitch McConnell aceptó donaciones para su campaña en marzo de 2020. Donaciones provenientes de lobistas empleados de Dominion Voting Systems e identificados como David Cohen y Brian Wild. Pero McConnell también recibió miles de dólares de otros dos lobistas, Emily Kirlin y Jen Olson, representantes de ES&S, otra empresa de sistemas de votación fabricante de casi el 80% de las máquinas de lectoras de votos empleadas por todo el país. Y para completar el perfil más que sospechoso de quien trabaja desde el Partido Republicano y el Senado para que Joe Biden gobierne, también está documentado que Mitch McConnell tiene familiares muy próximos y con relaciones comerciales con Bank of China, la compañía naviera más importante de China.
Así que, a la luz de todos estos datos, es más sencillo comprender por qué Mitch McConnell se esmeró desde principios de 2020 en bloquear dos proyectos de ley destinados a mejorar y asegurar la integridad electoral. Uno de esos proyectos proponía un registro físico para cada papeleta electoral impresa en Estados Unidos. Y el segundo proyecto de ley pretendía que cada candidato político, cada miembro de su equipo y cada familiar de todos ellos estaría obligado a informar a las autoridades federales si recibían algún intento de interferencia extranjera. A la vista de todo lo anterior, otros mandos militares de alta graduación se han sumado a la petición del Teniente General McInerney que insta al Presidente Donald Trump a invocar la Ley de Insurrección para desenmascarar a los enemigos internos vendidos a intereses extranjeros y exigir al Congreso y a los jueces a defender el Estado de Derecho.