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Disidencia es contracultura oficial

Redacción




Javier Marzal.

Voz Populi ha publicado hoy un artículo con el titular: La contracultura ha cambiado de bando, y el subtitular: “La derecha hace las paces con un término que rechazaba”. Recomiendo la lectura de este artículo, aunque se echan en falta varios medios nuevos, y voy a complementarlo  en algunos aspectos.

El artículo se refiere a la contracultura en cuanto a decir algo contrario a lo que es de general aceptación o a lo que dice la izquierda. Para la izquierda, cualquier pensamiento distinto es reaccionario, de derechas, extremista y contracultural.

Desde hace años, llevo advirtiendo que no es cierto que las democracias liberales y a economía de mercado se hayan impuesto (Fukuyama 1992), sino todo lo contrario, como lo acredita la existencia del macro-Estado en todos los países ricos. El macro-Estado acredita la victoria cultural, económica, social y política de la izquierda, que es enemiga de la libertad personal y de mercado. El macro-Estado culmina el pensamiento único y basa su éxito en que garantiza el enriquecimiento de los gobernantes y subsidia a los gobernados con el dinero que roba a una decreciente minoría.

La izquierda denominó ”pensamiento único”, a la idea de Fukuyama de que la democracia liberal con el economicismo neoliberal era el único sistema posible,  a pesar de que ambos nunca han existido, Desconozco si Fukuyama era superficial o si era de izquierdas y quería engañar a los liberales y derechistas para facilitar su apoyo al arrollador macro-Estado o si era de derechas y sólo pretendía animar a los derrotados.

Varios han sido los factores para que aparezcan nuevos medios, calificados de derechas. Hablando de medios, el primer factor hay que encontrarlo en los propios medios. La institucionalización de los medios ha llevado a un desencanto generalizado, por no ejercer su función social de actuar como contrapoder de las instituciones. Las posibilidades de Internet favorecieron la aparición de los medios digitales y ello ha contribuido al descrédito de la prensa escrita.

La disidencia es contracultura, como todo lo que describa la realidad y lo que defienda la libertad, la justicia y el progreso, aunque los políticos y los medios tradicionales también hayan pervertido el significado de estos términos. Está probado que el macro-Estado no es compatible con ninguno de estos tres principios sociales.

El apoyo popular va decidiendo el lugar de los medios tradicionales y de las nuevas alternativas. Los medios de comunicación o de información tienen una gran influencia en los políticos de todas las tendencias y, por esto, es importante que aparezcan alternativas y que la gente los apoye para que crezcan en influencia y así disminuya la influencia de los medios convencionales.

La población en general no interesa a los políticos, salvo que los medios publiquen sobre sus reivindicaciones, alcanzando el interés mediático. Por esto, es fundamental que la población apoye a medios de disidentes contraculturales y críticos con las instituciones del macro-Estado para facilitar el cambio de sistema.

En esta Era de la post-verdad, no hay mayor radicalidad que decir la verdad; por eso, el Gobierno ha creado el Ministerio de la Verdad en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para controlar a estos medios disidentes que van apareciendo.