Enrique de Diego.
El gran problema, la gran cuestión, chulo puta Pedro Sánchez, grandísimo hijo de la gran puta, es que torticeramente, militas en la consideración terrible de que el varón blanco y heterosexual es el único que adolece de pecado original, pero de una forma indeleble, de forma que para él no existe salvación, es la raza maligna, y lo más enervante es que has corrompido a la mujer, o has creído corromperla, y mantienes que ha sido liberada de tal pecado, siempre y cuando odie de manera ubicua e irrestricta al varón, que destruya has los últimos restos de vestigio de valores familiares, porque la familia es un ámbito de dominación del hombre sobre la mujer, que es siempre un maltratador en potencia, que para eso su naturaleza está dañada completamente por el pecado original, de forma que toda penetración es una violación, pero sola la del pene blanco, y debe pagar por todos los sufrimientos infringidos a la mujer a lo largo de la historia, lo que hace llorar a la tonta del bote Irene Montero, lágrimas sentidas y profundas, porque ha llegado el tiempo de la liberación con su acceso al ministerio de la Igualdad, que es el de todas las mujeres. Odio al varón que encarnan las lesbianas, porque el feminismo ha mutado, ha sido pervertido, y de aquellas sufragistas puritanas, abolicionistas y defensoras de la templanza, de la ley seca, se ha llegado, mutación terrorífica, a este falso feminismo que habla en nombre de todas las mujeres, que ha monopolizado su voz, en una perversión total. Todo el odio acumulado en generaciones, todo el odio lésbico.
Una burda manipulación de la historia, La civilización occidental es la consecuencia de la colaboración amorosa de hombres y mujeres sacando adelante familias, que han generado progreso y bienestar, familias monógamas capaces de acumular bienes mediante el ahorro, para la inversión. Todos los adelantos técnicos que han hecho más sencilla y llevadera la vida humana han sido inventados y generalizados en la civilización occidental. Todos, sin excepción alguna, han sido puestos en práctica por el varón y la mujer blancos y occidentales. Es para sentirse orgullosos, pues no, las lesbianas, que no tendrían sentido fuera de dicha civilización, que serían exterminadas, así, exterminadas fuera de ella, han extendido el odio sin restricciones. Y han convertido ese odio en una gran negocio, del que tú y tu partido se lucran.
Por esa corrupción del pecado original, que debe llevarlos a la extinción, el varón blanco y heterosexual ha sido desposeído del principal de sus derechos: la presunción de inocencia y sometido a unos protocolos de detención que, quienes los han sufrido, sitúan en semejanza a los de los terroristas, son ya el tercer grupo carcelario, por detrás de los homicidas y los ladrones. Los procesos de divorcio se han convertido una sangría alocada de denuncias y en un expolio.
La fecha de la mutación es 2004, cuando se aprueba la Ley Integral de Violencia de Género. La Asociación Europea de Ciudadanos contra la Corrupción, AECC, realizo un estudio sobre los fondos europeos gastados en masacrar al varón, sin defender a las mujeres maltratadas, entre 2004 y 2016: fueron la friolera de 65.000 millones de euros, algo menos que lo destinado al rescate de la banca. Desde entonces, ha seguido la lluvia de dinero público, que se lo llevan organizaciones oficialmente feministas y se queda ahí con lo que el PSOE, y ahora Unidas Podemos, financian buena parte de su estructura, en chiringuitos que han florecido como las setas, Themis, Federación de Mujeres Progresistas, Federaciones de Lesbianas varias, de modo que no llega nada, el 4% en Andalucía, a las mujeres realmente maltratadas.
Nació así la industria de la denuncia falsa, más de 2.000.000 según la AECC, cálculo por el sencillo método de restar las puestas y las que salen adelante, porque la Justicia ha sido pervertida y nunca declara las denuncias falsas de toda falsedad, aunque el denunciado estuviera y puede demostrar que estaba a cientos de kilómetros, sino que las sobresee provisionalmente. Es toda una conjura contra el varón blanco y heterosexual, especie declarada en extinción. A las mujeres se les ha liberado graciosamente del pecado original, se les ha dado un poder para que abusen de él, y muchísimas no abusan, porque entienden que ellas está en peligro, porque, de alguna manera, forman parte de la raza maligna.
El esquema está hecho a base de ocultaciones y de groseras mentiras y tiene como víctimas propiciatorias a los hijos, y a las hijas, que crecen sin padre, que se educan en el odio al varón blanco y heterosexual, un odio que representa Beatriz Gimeno, la directora del Instituto de la Mujer,, que lucha, desde el Presupuesto público, contra el heteropatriarcado, invento para la ocasión: «La heterosexualidad, el régimen regulador por excelencia, no es la manera natural de vivir la sexualidad, sino que es una herramienta política y social con una función muy concreta que las feministas denunciaron hace décadas: subordinar las mujeres a los hombres». Tontería colosal, memez absoluta, descarnado odio lésbico.
Ya digo, que el invento se mantiene sobre mentiras al peso y tenaces ocultaciones: los malos tratos en las uniones gays, superiores a los de las la familia heterosexual, los asesinatos de mujeres a sus hijos, muy superiores a los de los varones, y los malos tratos ejercidos sobre los hijos monoparentales crecidos en el odio. Sí, las lesbianas tienen también pecado original, vaya si lo tienen.
Y, sin embargo, ¡la cantidad de tonterías que ha dicho ese lesbianismo travestido de feminismo sobre los sarracenos, sobre todo los abrumadores silencios mantenidos, sobre unas gentes en la que los mujeres son menos que mercancía!, donde El Corán ordena «de aquellas que temáis su desobediencia, golpeadlas», encerradlas presas en su habitación y que permite la poligamia. De aquellas que temáis, ni siquiera que seas desobedientes, basta con temer. Hemos tenido que escuchar auténticas paridas, atrocidades, de la izquierda mema, incluso que el hijab, prenda vejatoria donde las haya, manifestación de la inferioridad de la mujer, vale menos que la mitad de un hombre, es muestra de su liberación o el burkini, idealizado por el idiota y mediocre representante de la izquierda mema, el ignorante ilustrado Ignacio Escolar a favor del burkini, ahora presentado como el gesto de rebeldía de las musulmanas “contra el Estado racista” y su prohibición como “islamofobia de género”, de modo que “No es que las musulmanas sean sumisas: es que son lo bastante rebeldes como para retar con sus cuerpos al Estado racista”. Tócate los huevos. No hay cuestión que se le resista a Ignacio Escolar en materia de feminismo lésbico, estupidez que no dispuesto a espetar, para mantener la mentira de su diabólico amo George Soros, contra la evidencia, contra la verdad, para sostener que el pecado original sólo alienta en el varón blanco, heterosexual.
Benditas sean las mujeres que no se han dejado pervertir, las que apoyan al varón blanco y heterosexual en esta dura prueba, a la que la derecha cobarde se ha acomodado acobardada. Benditas son las mujeres que han caído en la cuenta que en la añagaza hay una trampa, porque ellas también están en peligro. El feminismo creció en las dos guerras mundiales cuando la mujer ocupó los puestos dejados por sus hombres que se batían el cobre en el frente y por los inventos de los electrodomésticos, que facilitó el trabajo en el hogar y liberó las capacidades de la mujer. Nada tuvieron que ver las lesbianas, no las deben nada, no las debemos nada porque en su seno germina una extinción civilizatoria. Benditas y mil veces benditas sean.
Pero toda esa patraña, esa mentira grosera, está a punto de eclosionar en Canarias, 65 invasores más ayer, 6 de diciembre de 2020, todos ellos varones musulmanes, más 18.000 que están en hoteles y en Barraco Seco, servidos por nuestros soldados, suprema indignidad, frente a una población que se ha creído tus mentiras, grandísimo hijo de la gran puta, y que el 80% vota izquierdas, sostiene la mentira lésbica, y Canarias es polvorín, a punto de estallar, un volcán, a punto de entrar en erupción, dice Ana Oramás, tiembla. Hay que sacudirse a la izquierda mema y a su dictadura lésbica antes de que sea demasiado tarde.