Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.
El melodrama denominado “Soap opera “ tiene una larga tradición en Hollywood y en las series de TV . Douglas Sirk dignificó el género con obras maestras como Solo el cielo lo sabe 1954 o Escrito sobre el viento 1956 . Fue la estela de Henry King (Esta es mi tierra 1959 ), y por supuesto de George Stevens en la inolvidable Gigante. 1956.
Mark Robson, por su parte y en 1959 lograba con Vidas borrascosas un precedente de las famosas series de los años setenta y ochenta: Dallas, Dinastía, Falcon Crest , Los Colby.. Todo ese universo aparece reflejado en cierta medida por Carlos Sedes en su película, un intento, sin duda, original en el panorama del cine español. Por recordar un precedente viene a la memoria Oro fino, 1980 de José Antonio de la Loma, con la participación de Stewart Granger en su última película estrenada en cine.
Año 1998. Isabel es una estudiante de periodismo que se ve obligada a realizar sus prácticas en el diario de un pequeño pueblo costero gallego. Al llegar, quiere ponerse manos a la obra lo antes posible y comenzar a investigar para así demostrar todo lo que ha aprendido y convertirse en una auténtica periodista. Desafortunadamente, la labor de Isabel consiste en escribir las esquelas que llegan a la redacción.
Unas misteriosas esquelas que llegan a manos de una joven periodista, Isabel (María Pedraza). Siempre sin firmar. Siempre dedicadas a una tal Lucía (Blanca Suárez). En ellas, se adivina una historia de amor, amistad y traición que sucedió en las viñas de Jerez de la Frontera durante el verano de 1958. Un amor inmortal cuyos protagonistas, a pesar de que han pasado cuarenta años, no quieren olvidar.
Isabel decide entonces embarcarse en un viaje por descubrir qué hay detrás de esta curiosa historia. Así, la protagonista viajará, a través de su investigación, al verano de 1958 en Jerez de la Frontera. Allí, entre los viñedos, se fraguó un triángulo amoroso formado por Lucía, su prometido Hernán y Gonzalo, un arquitecto amigo del futuro esposo de la protagonista.
La historia se desarrolla en dos periodos temporales: 1958 y 1998. A través de ese mar de tiempo se abra la puerta a una investigación que recorrerá diferentes puntos de la geografía española en busca de una historia de amor imposible.
Sirk, Vidor, Sthal, McCarey , Henry King , Frank Borzage o George Stevens hubieran filmado un melodrama inolvidable .
Carlos Sedes, viene avalado por una amplia trayectoria en el mundo de las series televisivas con Fariña, Alta mar, Instinto o Las chicas del cable. El estilo le conserva aunque se esfuerza en evitar el tono habitual de las películas rodadas para TV. Y lo consigue con la ayuda grande de música y fotografía.
El guión de El verano que vivimos, lo firman hasta seis guionistas: Ramón Campos, Gema R. Neira, Salvador S. Molina, Javier Chacártegui y David Orea.
El verano que vivimos no alcanza el nivel de las obras maestras pero su puesta en escena brilla sobremanera con una sobresaliente recreación de los lugares y escenarios de los años cincuenta. La banda sonora – además – ayuda a penetrar en ese mundo fascinante del pasado que la protagonista va a recrear con su investigación.
El tema principal de la banda sonora está compuesto e interpretado por Alejandro Sanz, y durante todo el metraje disfrutamos de la partitura de Federico Jusid, una composición magnífica que sabe crear sentimientos y emociones. Es la esencia del melodrama: música y drama en buena conjunción.
Entre los actores destaca de forma total Blanca Suárez que domina toda la escena y devora a Javier Rey.
Una “ soap opera “ precisa de una protagonista femenina poderosa: Joan Crawford, Lana Turner, Eleanor Parker, Jean Simmons, Elizabeth Taylor, Rhonda Fleming .. ..la joven actriz española desea seguir sus pasos y en todo momento se entrega con pasión al personaje de Lucía.
El verano que vivimos es una interesante película imperfecta. Lo que no es poco.