Enrique de Diego.
Tus días de gloria han pasado, enano saltarín, pronto serás polvo y cenizas, ya eres una sombra de lo que fuiste que se aproxima al amargo final de una empresa en la que nunca creíste y a la que has depredado, llevándote el dinero, convirtiendo Libertad Digital «en el puerto de Arrebatacapas», al decir del gran César Vidal, que te da sopas con onda y que te moja la oreja y te da capones con la barbilla, en ética, profesionalidad, audiencia y criterio.
Porque tú eres un personajillo sin andamiaje intelectual, un saltimbanqui, un payaso y sobre todo un veleta, que has dado más vueltas que una peonza. Sin criterio, que un día distes por «resucitada» a Inés Arrimadas, pozo de mierda, cuando estaba, simplemente, mal enterrada, que dijiste que Javier Ortega Smith era un tarugo visceral, y ahora le entrevistas en un ataque de cuernos, porque resulta que el PP te ha vetado, que Teo, el lanzador de aceitunas, y Pablo, Pablito, Pablete, cagica, han dicho que no se vaya a tu programa y que iba a ir Isabel Díaz Ayuso y por obediencia debida tuvo que desistir. Anda que con Pablo Montesinos en Comunicación, amamantado a tus pechos, la cosa suena a traición. Lo que ocurre es ya no eres útil, perjudica estar contigo, tenerte como amigo, apesta, como aliado, es para pasarse al enemigo, porque ya no les sirves, ya no sirves para nada, se te ha acabado el rollo, hueles a muerto, eres un cadáver político, un fantasma que deambula por el escenario boqueando con ansiedad nerviosa.
Tú, que has sido un corrupto, de marca mayor, un corrupto con todas las letras, de meter la mano en la caja B, con Alberto Recarte, otro choro, a través de Luis Bárcenas, la creme de la creme de la corrupción, después de ser un lacayo bien pagado, un contrahecho, un menino, un bufón para divertir a tus señores, a tu Esperanza Aguirre, y con ella, a Ignacio González y a Francisco Granados, joder, qué tropa, se te despide de una patada en el culo, sin contemplaciones, tras defenestrar a tu amada Cayetana, que se ha callado cual puta babilónica y a cobrar, que son cuatro años, otra que tal baila.
Sólo te quedan tres meses a lo sumo de dar la murga, tu contabilidad es penosa, y quizás tengas que dar explicaciones por administración desleal, porque no ha sido la de un empresario, sino la de un bandolero, con Javier Somalo, que es lo más parecido al contable de Al Capone en la película de Los Intocables. Y aún menos meses, si la obediente Isabel Díaz Ayuso te cierra el grifo de la publicidad institucional, que es de lo único que entiendes, mercantilista revestido de harapos liberales.
Se habrá cumplido así la maldición del 11 M cuando mentiste sin rebozo, durante años, diciendo auténticas paridas, delirantes patrañas, alucinadas invenciones. El espíritu de Francisco Javier Torronteras reclama y tendrá justicia, y el de Magdalena, a la que tú suicidaste, y te definió en sus últimas palabras como un «hijo de puta». Maldición inexorable. Y organizarás un follón en Libertad Digital SA donde no están preparados para lo que se les avecina por tu picaresca, enano saltarín, histérico y atorrante.
Mira por donde, tú que te preocupabas sinceramente por las ventas de mis libros, el que he dedicado a la historia del gran César Vidal y a tu natural rastrero, mezquino hasta decir basta, desleal hasta el colmo, «La gran traición» se ha convertido en un clásico y cosecha ininterrumpidamente los primeros puestos de más vendidos de Amazon, describiéndote, como lo que eres, como un pelanas, como un bocachanclas, como un vocero del Estado de Partidos, e irá cada día mejor, y cuando tu caigas, mejor aún, porque la gente querrá saber y tendrá que recurrir al libro, para saber qué ocurrió porque con la salida de César Vidal marca el final de EsRadio y desde entonces todo ha sido palos de ciego. Y en éste desvanecerte en la tarde hay la premonición de un cambio, cuando cese de oírse tu voz gangosa el Estado de Partidos habrá quebrado y no iremos a una dictadura bolivariana sino a la República Constitucional. Federico, RIP.