Cartas a mi Padre asesinado por Sánchez e Iglesias XV-El cochino llanto de Irene Montero

Da asco el patetismo de los malvados, la hipocresía de los taimados agrupados en carroña política, más bien estafadores de delito común encubiertos por ese marasmo de sinvergüenzas que aglutina la siniestra en el Congreso de los Diputados.

Resulta repulsiva Irene Montero, la maquiavélica mamarracha, la ida idiotizada, la gansa impresentable, trepa de chepas encaramada como una simia a un inútil ministerio por méritos propios de esquineras, dice el pueblo al que no engañan y se ensaña con la arribista. Al menos las que se ganan la vida sin milongas feministas lo hacen con honra y a las claras, sin chanchullos que parasitan del recurso público y con la cabeza alta por ser como son y se declaran, sin subterfugios porque dama no es la que tiene fama universal de buscona y esconde la indecencia. Es el hazmerreír de la raza de mujer pura, vivaracha de verborrea espuria. Vergüenza de las mujeres que lo son, sucedáneo de ser humano que se define por falsedad, atribuible a la alimaña de dócil apariencia y traicionera garra. Pronta, eso sí, a chupar del bote y presumir de suerte. La muy garrula.

Nos bastara para no sufrir la náusea de soportarla en los escaparates de la estupidez y la intrascendencia, que alguien averiguara de su psíquico pasado tan complejas problemáticas de niñez o adolescencia. Las relaciones con mozos de carga, reponedores y cajeros o el precio pagado por vivir del cuento a costa de la estafa bolivariana y el moñas que la orquesta. Todo menos aguantarla con ese discurso ñoño de ridícula cantamañanas que llora lágrimas que hieden a falsedad reivindicando su juguete ministerial, capricho de sus más repulsivas ambiciones. Ni reina de Saba ni puñetas desconsoladas, le asoma el plumero del desequilibrio psicológico y la imbecilidad de mimada del neocomunismo, musa engolada y purulenta con aroma de azufre, de Satanás a la mayor gloria, con el alma vendida sobre la Tierra y el casoplón montado en la sierra por mor del «milagro» chavista. Diablos.

Debe a un fraude electoral y a un engaño la poltrona. La autosuficiente ministerial, ésa, que de carambola se colocó parasitariamente a la par que el vicepresidente y treinta y cinco gandules al poder, arrimados al otro tramposo doctor cum fraude.

Diríase que su llanto es de mártir, a saber lo que rumia en casa. Dan ganas de beatificar a la estulta en vida. Santa de pacotilla, reza en el altar de las aprovechadas al dios de las oportunidades, al mesías ante el que se inclinó desollando las rodillas por la imploración de un pedestal en el apestoso olimpo podemita. Suerte que no fuera metal donde se apoyara el objetivo de sus avaricias, que allá quedara su lengua pegada si hubiese sido menester dorar la píldora.

Querido Padre, aquí ya no engañan a nadie, salvo a los apesebrados esquineros que esperan vivir del cuento con chiringuitos de los mangantes que a falta de trabajar, bien les viene abonarse a la sopaboba del dinero público que, como dijo la poyato, no es de nadie. Y así lo gasta la descarada, por no llamarla con otra acepción de un mundo más profesionalizado, que reparte los fondos como si vinieran incluidos en el sacrificio de la escalada. Ningún mérito propio se le habría pagado salvo el sueldo de cajera.

Llorar en lamentable discurso por la dignidad de la mujer la hace doblemente repulsiva: por lo que acumula la necia, ignorante del asco que provoca en los ciudadanos de honra y sacrificios verdaderos, y por solapar los abusos sexuales de menores en Baleares entre otras arbitrariedades de esta defensora del feminismo de pacotilla.

Hay que ser cochina, hipócrita.

Te extraño, mi querido Padre asesinado por Sánchez e Iglesias.