Editorial.
Las protestas por las restricciones y por el cierre de la hostelería, hundiendo en la miseria a sus dueños, no deben andar dando vueltas, ni ocupar los centros de las ciudades, quemando el mobiliario urbano. La indignación nacional debe manifestarse ante el único sitio lógico: La Moncloa. Como ya hizo la Plataforma de las Clases Medias en tiempos de Zapatero, tratando de evitar este desastre.