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El lujoso estilo de vida de Abascal lastra la estrategia de comunicación de Vox

Redacción




Josep Sansano.

La noche del pasado día 27 de Octubre, la opulenta cena que Pedro J. Ramírez ofreció en el Real Casino Liceo de Madrid para la flor y nata política y social del país, se convirtió en tendencia por las múltiples infracciones de la normativa COVID que el propio gobierno, presente en el evento a través del ministro de Sanidad Salvador Illa, había impuesto al común de los ciudadanos y que parecían no valer para las élites.

VOX, que no acudió al evento, presumiblemente por su política de boicot a medios críticos, más que por principios políticos, no desaprovechó la oportunidad y lanzó, a través de las redes sociales del partido y desde las cuentas personales de algunos de sus líderes un mensaje de tintes descaradamente populistas:

“mientras unos cenan caviar, nosotros estamos con el pueblo”

La respuesta en las redes no se hizo esperar. Unánimemente los twitteros atacaron el desatino de VOX, que en vez de criticar las infracciones del estado de alarma o del toque de queda, se centraba en el gasto económico de un medio privado como El Español. Esta actitud, contraria a la libertad individual para la gestión del patrimonio particular y totalmente impropia de un partido que se dice liberal, estalló en la cara de la formación verde cuando el casoplón de Abascal salió a relucir.

La oportunista crítica al lujo del evento, regresó rápidamente como un boomerang contra el partido de Abascal, que con la cobardía que ya le viene siendo habitual, borró apresuradamente el tweet en todas sus cuentas, sustituyéndolo por otro más sutil, pero con el mismo mensaje: “O ellos, o el pueblo español. Nosotros lo tenemos claro. Por eso no vamos a sus fiestas.”, acompañado de la misma imagen que adornaba al anterior, en la que puede verse a un barman llorar desconsolado en contraposición a la imagen de la lujosa cena en el casino. 

El nuevo giro social-populista de VOX, resulta a todas luces insostenible y dinamita la poca credibilidad del partido. Al igual que el crimen de Pablo Iglesias no fue comprar una casa de 600.000 euros, sino criticar a quienes lo hacían, mientras él actuaba del mismo modo, VOX ha destruido su coherencia, lo poco que se le exige a una formación política, renunciando a su raíz ideológica liberal, que propugna que cada cual gaste su dinero como quiera siempre que lo haya ganado dignamente, atacando la opulencia de los demás mientras su líder, sin haber pegado un palo al agua en su vida, dice defender al pueblo llano, currante y sufridor fumándose un habano en su palacete de un millón de euros.

 La paciencia del votante tiene un límite, pero la cara dura de Santiago Abascal parece que no.