Alfonso Grau.
El día 31, a las 11, está convocada una manifestación en Las Palmas, que se espera multitudinaria. Otra se está preparando en Santa Cruz de Tenerife, aún sin fecha, pero recogiendo el creciente malestar que se detecta en las redes sociales. En Las Palmas, convoca una plataforma vecinal donde está el muelle de Arguineguin, donde se hacinan inmigrantes ilegales. Son unos 10.000 los que han arribado, 6.000 en el último mes y medio. «La situación es insostenible», resume el polvorín en que se han convertido las Islas, cuyos recursos están superados.
De hecho, aprovechando la crisis del turismo, los nuevos que llegan son alojados en hoteles. Algunos cerrados, como en Tenerife, el Pelinor, han vuelto a abrirse para llenarse de inmediato. La gente comenta que los alojamientos los paga el Gobierno, otros, dicen que la Cruz Roja. Lo mismo da, la Cruz Roja es un organismo gubernamental. Los canarios comparan cuando hace unos años, por un incendio, fueron alojadas 5.000 personas; no se puso en marcha instrumentos de tanta comodidad, «eso también duele», señala una fuente canaria.
En Las Palmas, especialmente, las calles están llenas de inmigrantes ilegales. La playa de Mas Palomas y la Playa del Inglés están atestadas. Turismo hay muy poco, pero se da por supuesto que este paisaje no representa un atractivo turístico, sino todo lo contrario, un efecto disuasorio.
Los vecinos se han organizado traicionados por sus partidos políticos. La alcaldesa de Morgan se queja, pero por la falta de recursos. El protocolo que se sigue es quince días en campamentos y luego se les suelta en la calle, con toda la inseguridad que se genera. El Gobierno no hace nada y la oposición calla. Antes, había un desahogo porque todos terminaban en la Península, pero el coronavirus ha puesto en evidencia la trampa de la inmigración y dejado al ejecutivo de Pedro Sánchez en berlina y con las vergüenzas al aire. No hay ninguna política, sino seguir abriendo hoteles de lujo como alojamiento.
Gran Canaria están al borde del abismo debido al descontrol sobre la inmigración y el efecto llamada que supone alojar a los ilegales en hoteles de lujo.