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Vox es un negocio

Redacción




Enrique de Diego.

Vox es un negocio, ya no sirve a principios, sino a meros intereses económicos, Vox es un curioso negocio que se hizo engañando a la gente, prometiendo que se acabaría con el negocio de la política. Sus dos promesas estrellas fueron acabar con las autonomías y no cobrar, para acabar igualmente, las subvenciones a los partidos. En las dos han fallado desde el primer momento, desde el minuto uno. Sus diputados autonómicos están encantados de cobrar sus elevados emolumentos, mucho mayores que los que cobraban anteriormente. Hemos visto, y hemos sentido vergüenza, pelear con uñas y dientes, recurrir a las más bajas artimañas, para mantener el puesto y asegurarse el sueldo.

En lo que se refiere a los 13 millones de euros recibidos en subvenciones desde las elecciones autonómicas andaluzas hasta el momento, Vox ha empezado a depender de ellas de una forma que no va dejar de contar, pues ya hay gente dependiendo de ellas: la Fundación Disenso, un digital, un sindicato, que se utilizará para obtener más subvenciones.

Estos dos incumplimientos son de una extrema gravedad y dejar el discurso de Vox en el terreno de la retórica. Si se iban a recoger las subvenciones, para no estar en inferioridad de condiciones, se podía haber visto antes, no engañar a la gente, no estafar moralmente; se podía haber dicho ya veremos qué hacemos, pero no, fueron promesas programáticas en firme. Esos dos incumplimientos no son inocuos, traen consecuencias en el modelo, conducen inevitablemente a la instalación de Vox en el Estado de Partidos, lo convierten en un mero negocio.  Con todos los males que conlleva: jerarquización piramidal, llevada el extremo en Vox, dependencia de entrar o repetir en las listas por el favor de los jerarcas, cúpulocracia, mandato imperativo, uno más en el Estado de Partidos.