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José Antonio Bielsa Arbiol: «La globalización y la pandemia del coronavirus van de la mano»

Rubén Martínez




El historiador, filósofo y ensayista turolense José Antonio Bielsa Arbiol es uno de los autores que ha participado en la elaboración del libro Pandemia contra España, publicado por la editorial Letras Inquietas y que tiene como objetivo ofrecer una serie de análisis sin censura y sin favores debidos sobre los efectos políticos, económicos, sociales y culturales que la crisis sanitaria del coronavirus están suponiendo para España.

¿Por qué Pandemia contra España? ¿En qué afecta particularmente a nuestro país esta crisis sanitaria global?

La singularidad de este libro contestatario reside en su importancia como herramienta de debate metapolítico: sólo por ello estimo su lectura imprescindible, ni que sea para contrarrestar el influjo desinformativo del mass media y sus apéndices represivos.

Respondiendo a la segunda pregunta, entiendo que esta “pandemia” entraña el golpe definitivo al Régimen del 78, por cuanto estamos inmersos en una segunda transición hacia el Nuevo Orden en España. La activación masiva de los dispositivos 5G marcará el remate de este tétrico escenario de disolución. Si nada lo impide, en los próximos meses viviremos experiencias que jamás hubiéramos considerado realizables, de puro dolorosos serán sus efectos para nuestro agonizante estado de bienestar, hedonista y amoral.

Bajo tu punto de vista y con los datos que disponemos a día de hoy, ¿es posible apuntar a los culpables o, en su defecto, responsables de la situación que vivimos hoy?

Es demasiado pronto para emitir un juicio concluyente. ¿La razón? Al buscar un “culpable por consenso” o cabeza de turco deberíamos asumir que no estamos hablando tanto de un Doctor Mabuse de carne y hueso (ubicado en su gabinete de operaciones, desde el que trama sus maldades), como de un ente mucho más letal e implacable: nuestro enemigo es trasnacional y sin rostro, por tanto invisible, y dirige a determinados gobiernos (como el español) desde la sombra.

Lo realmente tremendo es que sea quien sea el culpable, los españoles perdemos, siempre perdemos. Ya lo dijo la avezada politóloga Susan George: “Los españoles son ratas de laboratorio: a ver cuánto castigo toleran sin rebelarse”. Es nuestro sino en manos de un desgobierno socialista-comunista: ser las cobayas europeas del Nuevo Orden. Tal y como afirma Alba Lobera en su capítulo, los españoles estamos en peligro. Y más añadiría yo: en peligro de extinción.

¿En qué medida es la globalización responsable de la pandemia?

Globalización y pandemia van de la mano: la una no se concibe sin la otra. Imposible en consecuencia dejar de lado la muy real presencia de la Agenda 2030 tras todo este tinglado, así como la sarta de triquiñuelas que están siendo utilizadas alevosamente para acelerar su implantación. En el caso español, esta pandemia nos está sirviendo además para ver a cámara lenta cómo la Seguridad social está siendo desmantelada desde dentro, y es que las medidas utilizadas para combatir el supuesto virus (todavía no aislado) no han sido tanto de signo epidemiológico como ideológico. Es escandaloso, pero es así.

¿Cómo valoras la respuesta ante el coronavirus puesta en marcha por el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias?

Si fuéramos unos ingenuos, haríamos bien en decir que dicha gestión sólo puede tildarse de catastrófica, como así ha sido a ojos del ciudadano medio. Pero la ingenuidad no da para mucho en el tablero mundialista, y como sentencia el refrán, “piensa mal y acertarás”. No, señor, no se ha dejado escapar nada al azar, ni una coma, en lo que a gestiones nefastas se refiere. Y ése ha sido el mayor éxito de la Sinarquía para recrudecer esta performance in progress: una catástrofe que muchos todavía estiman “accidental” o “negligente”. Pero, ¿acaso puede ser accidental o negligente tan larga “serie de catastróficas desdichas”? La respuesta en evidente: no. Meros testaferros del peón Soros, ni el Doctor ni su comparsa son nada en esta abyecta escenificación: cumplen a las mil maravillas, eso sí, con el “código deontológico del hombre de paja”. Y por eso el tribunal de la Historia los juzgará duramente: por traidores a la Patria y otros tantos vituperios que no tendríamos tiempo de enumerar aquí. Hay que ser muy necio, o muy malvado, para actuar así, pero como dijo un célebre torero, “hay gente pa tó”.

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Desde no pocos ámbitos se está alertando de la deriva dictatorial en España que, poco a poco, se está convirtiendo -y pensamos que esto es un hecho indiscutible- en una especie de Venezuela europea. ¿De qué forma ha aprovechado el PSOE, Podemos y sus socios de gobierno la crisis sanitaria para continuar con su cambio de régimen en España?

Así es. La esencia antiespañola de esas partidas (y digo bien, partidas) izquierdistas es manifiesta, por cuanto su meta no resulta ser otra que la destrucción de España en cuanto concepto, territorio y realidad intrahistórica. Para ello disponen de toda la artillería pesada del Nuevo Orden (estamos hablando de miles de millones de dólares puestos al servicio del Mal), ya que la Sinarquía, motor del NOM, odia España por muchos y variados motivos, no sólo de orden histórico-político sino también teológico: su esencia católica, su misión evangelizadora, su consustancial forja de libertades, etcétera, justifican este ataque sincronizado entre nuestros enemigos externos del eje anglo-sionista y la gelatinosa masa de vendidos al progresismo, quienes como Judas Iscariote laboran desde dentro por un puñado de monedas. Por eso, esta ineptocracia criminal ha acatado representar sin sonrojo ni rubor alguno un esperpento político tan repulsivo como inadmisible, al menos en cualquier nación más o menos respetable.

Recientemente, un prestigioso profesor de economía ha asegurado en un medio suizo que España no es un Estado fallido pero marcha camino de serlo. Además de la evidente e indiscutible quiebra económica, ¿estamos contemplando la destrucción del Estado español tal y como lo conocemos? ¿Estamos abocados a ser un Estado fallido?

La génesis de España como Estado fallido se retrotrae a los días aciagos en los que una mesa redonda de mandileros cocinó la Constitución de 1978. Muchos espíritus atentos denunciaron la inconsistencia de un texto con ambigüedades fatales y de cuyo componente autodestructivo pocos quisieron hacerse eco. Ya en el “Título preliminar” de dicha Carta aparecían los principios fundamentales de ésta; recordemos: 1) el Estado social y democrático de Derecho, 2) la Monarquía parlamentaria y 3) el Estado autonómico. La imposible armonización entre el primer principio y el tercero iba a traer consigo una lucha intestina entre la Unidad y la División, entre el Uno y el Diecisiete… Pues bien, cuarenta años después y a estas alturas de la película, la balcanización de la Patria es un hecho inexorable, por cuanto la quiebra del Estado es inminente. Cataluña, sin ir más lejos, ya es una república independiente de facto, o al menos ésa es la percepción psicológica de los catalanes de a pie que se sienten españoles.

¿Tiene alguna responsabilidad la derecha en esta crisis sin precedentes que azota nuestro país? ¿Existe alguna oposición política a Sánchez y sus adláteres?

Si por “derecha” nos referimos al PP, la responsabilidad de este partido socialdemócrata en el actual escenario es absoluta, hasta el punto de que no puede concebirse la susodicha crisis sin su descarada y cómplice pasividad durante sus últimos gobiernos. Recordemos que la llegada en 2011 a la Moncloa de Rajoy supuso una cierta esperanza para el castigado español de a pie, hastiado de los desmanes de la desastrosa “Era ZP”. Tras el trauma sufrido en los siete previos años de desgobierno socialista, el advenimiento de ese antiguo registrador de la propiedad (devenido político profesional) hacía presagiar a la sana mayoría social de españoles “un cambio a mejor”. Pero las esperanzas no tardaron en disiparse. Don Mariano no sólo carecía de ideas políticas ni de principios sólidos (su “transformador” viaje a México tuvo lugar en 2008), sino lo que es más importante en un dirigente de su responsabilidad: carecía de alma nacional. La gran responsabilidad del PP de Rajoy no fue otra que la de hacer las veces de un PSOE bis… Lo perturbador y anómalo es que todavía les quede algún votante.

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En cuanto a una hipotética oposición política, hoy por hoy, me temo que la oposición real es inexistente, en gran parte porque el partido de la “España vertebrada” ha desactivado el significativo empuje de los restantes partidos patriotas e identitarios, relegados a lo anecdótico. Mal nos pese y a tenor de ciertos virajes, Vox podría considerarse un maquiavélico golpe maestro del Sistema para fragmentar la “derecha”, debilitando así al PP y posibilitando el éxito perpetuo de la izquierda disolvente (con pucherazos o sin ellos). O asumimos que el problema es estructural y se llama partitocracia, o no saldremos de este atolladero que nos autodestruye y debilita como Estado soberano. En cualquier caso, mientras el Régimen del 78 agoniza en sus postrimerías, la izquierda radical tiene tomado el control del barco… y este barco, nuestro barco, se dirige rumbo al Triángulo de las Bermudas.

Confinamiento, mascarillas, multas, acoso, denuncias… ¿Cómo puede defenderse la sociedad española ante este ataque frontal que está sufriendo por parte de un Estado controlado por la izquierda más cerril de Europa?

Es la gran pregunta, y exigiría una batería de respuestas que se ajustaran al penoso contexto español, en verdad inextricable. Ante todo, necesitamos conformar una masa mínima crítica para dar cabida a la posibilidad de una sociedad civil implicada y comprometida con España. Mientras no logremos esta empresa, lo primero que deberíamos hacer es apagar la televisión, negar nuestro tiempo y nuestro dinero a la prensa sistémica y a la publicidad de la Bestia, cerrar el acceso a las ventanas desinformativas sinárquicas que campan a sus anchas por Internet… En una palabra: protegernos como de la peste de los ataques “edulcorados” del enemigo virtual, cerrándole el acceso a nuestra vida diaria, a nuestro hogar, a nuestra percepción de la realidad en suma.

El libro Pandemia contra España ofrece los análisis de voces muy autorizadas en diferentes ámbitos (económico, educativo, político, judicial, sanitario, mediático…) sobre el impacto del coronavirus. ¿Qué aporta este libro frente a la avalancha de informaciones y opiniones al respecto?

La novedad de este libro con respecto a otros de la misma temática reside en dos factores especialmente atrayentes para el fatigado lector de la “Era de la ansiedad”: su capacidad sintética (bien meritoria en este trance), y la pluralidad de voces (hasta ocho autores) que dan empaque y sustancia a un discurso metapolítico apenas exprimido, del arco que va de la iatrogenia psíquica al papel corruptor del mass media. Frente a los libros más vendidos sobre el fenómeno “coronavirus”, aquejados de una hipertrofia lindante con la narrativa amarilla, Pandemia contra España pone (con la debida y prudente seriedad) el escalpelo en las heridas más supurantes de este escenario indeseable, artificialmente diseñado por los poderes ocultos sin rostro… para ruina del género humano.

Davy Rodríguez, Ernesto Ladrón de Guevara, Blanca García Martín, José Antonio Bielsa Arbiol, Carlos Martínez-Cava, Carlos X. Blanco, Sergio Fernández Riquelme y Alba Lobera: Pandemia contra España. Letras Inquietas ( de 2020)

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