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Uniliver, gigante alimenticio con los pies de aceite de palma

Redacción




Miguel Sempere.

La multinacional Uniliver está en el punto de mira de los grupos ecologistas y de las asociaciones de consumidores por su uso y abuso del aceite de palma, gravemente dañino para la salud, por contener gran cantidad de grasas saturadas que no son asimilables por el cuerpo humano. El productor de marcas como Knorr, Lipton Ice Tead, Hellmann´s, Calvé, Ligeresa, Ben & Jerry, el jabón Dove, Maizena, entre otras, hasta un total de 400 marcas de comidas y bebidas en 150 países, consume la salvajada de 1,3 millones de toneladas de aceite de palma, lo que ha hecho que le den la espalda los consumidores.

En 2016 el panel de contaminantes de la cadena alimentaria (CONTAM) de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) evaluó el riesgo de la ingesta de contaminantes químicos que se producen durante el procesado de los alimentos, concretamente el 3-monocloropropanediol, el 2-monocloropropanediol (2-MCPD) y los ésteres glicidil de ácidos grasos, sustancias que se forman durante el refinado de los aceites vegetales a una temperatura de 200º C y que están presentes, sobre todo, en el aceite y las grasas de palma. La ingesta diaria tolerable para el 3-monocloropropanediol y los ésteres glicidil de ácidos grasos es de 0,8 microgramos por kilogramo de peso corporal, pero según la EFSA, no existe un nivel seguro, ya que faltan datos toxicológicos.

A comienzos de año, Uniliver, tratando de salvar su imagen, hizo público que había decidido la trazabilidad del aceite de palma para adquirir sólo aquel que fuera «sostenible», para cuidar la deforestación y los derechos humanos. Sin embargo, esta pretensión no pasa de otro intento de blanqueo. Así el prestigioso portal Salva La Selva «El aceite de palma “sostenible” de Unilever es más bien una promesa vacía. La empresa tiene que ser consciente de que su proveedor Wilmar es uno de los que contribuyen a la destrucción de uno de los manglares más grandes de Indonesia. No deben comprar aceite de palma a empresas que saquean las selvas». 

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El aceite de palma es uno de los ingredientes crudos más importantes en los productos de Unilever. La gigante de los bienes de consumo compra alrededor de 1,4 millones de toneladas de aceite de palma y derivados anualmente para usarse en productos tales como helados, cosméticos y jabones, por lo que es uno de los compradores más grandes del mundo, con 1.400 fábricas. El aceite de palma es rico en grasas trans que fomenta las enfermedades cardiovasculares, que representan el 47% de las muertes en Europa. Se calcula que, por promedio, un consumidor de productos con aceite de palma tiene el doble de posibilidades de morir por enfermedades cardiovasculares.

A pesar de este hecho escandaloso, Uniliver juega a lo políticamente correcto y a imponer la agenda globalista. La multinacional angloholandesa de alimentación y cosméticos Unilever anunció a mediados de años que suspendía su publicidad en Estados Unidos a través de las plataformas Facebook, Twitter e Instagram hasta finales de año como mínimo, a causa de un «periodo electoral polarizado».

«Las marcas tienen la obligación de construir un ecosistema digital fiable y seguro. Es por ello que nuestras marcas no harán publicidad en Facebook, Instagram y Twitter», explicó en un comunicado la compañía, conocida entre otros por la marca de belleza Dove o de alimentos Marmite.

«Se puede hacer mucho más, especialmente ante la división y el discurso de odio presente en este periodo electoral tan polarizado en Estados Unidos», explicó una portavoz de Unilever.

Uniliver debería dar ejemplo, antes de meterse en otras cuestiones, eliminando el aceite de palma que rebosan sus productos y dejarse de hipocresías.