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Rey, Constitución y caos

Redacción




Editorial.

No somos constitucionalistas, somos anticonstitucionalistas de la Constitución de 1978. No somos monárquicos, sino repúblicos, favorables o partidarios de la República Constitucional. No consideramos que exista una disyuntiva entre la monarquía y el caos, o la Constitución o el caos, porque la monarquía es el caso y la Constitución de 1978, es el caos y el hundimiento de la nación y de la sociedad.

Hemos llegado hasta aquí por la Constitución de 1978 y por la monarquía, que nos ha sumido en este cenagal de corrupción y en este absurdo del Estado de Partidos, con el demencial modelo autonómico, ¿qué modelo? Más de 450.000 políticos que han consumido hasta los tuétanos las energías y la economía de la nación, son sus cortes de coches oficiales -la nación que más tiene-, de asesores, de jefes de prensa y protocolo, parásitos de la sociedad española, que han vivido de generar deuda y ahora de generarla a la Unión Europea. España es un Estado fallido, como se ha atrevido a estampar el más prestigioso periódico suizo, y es un diagnóstico que refrendamos.

No tenemos nada que pedir al monarca salvo la urgente abdicación en una Asamblea Nacional constituyente. El monarca no pinta nada; es una estricta engañifa, que en el circo político actual ofrece una imagen falsa de estabilidad cuando, a cambio de su sueldo inmerecido, legitima el caos existente y la deriva a otro mayor, cediendo en todo, como jefe de la casta parasitaria, como sustento de toda la clase política que a imagen y semejanza de la monarquía se reproduce en familias, gravosas y onerosas que hunde sus tentáculos en la sociedad española asfixiándola y llevándola al hambre y a las clases medias, a la miseria.

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No hay separación de poderes, con el PSOE amagando al PP aprobar una ley que le permita designar como a lacayos a todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial, no hay representación, sin diputados de distrito, elegidos en elección directa, no designados por las cupulocracias partidarias. La monarquía no tiene ya legitimidad alguna, ni fuerza ni poder para oponerse y enfrentarse a los separatismos. El presidente de la República-presidente del Gobierno ha de ser elegido en circunscripción nacional, de forma que su puesto no dependa de ningún territorio, sino del conjunto de la nación.

No hay en el panorama patrio otra alternativa salvadora de que la República Constitucional y si la hay, no se ha explicitado, salvo los miedos guerra civilistas, tantas veces aventados, de una sociedad, que con la República Constitucional se pondría a la vanguardia de Europa. Esta monarquía se legitima gobernando con la izquierda, con un gobierno de coalición que tiene un gabinete mastondótico por adicción, y que nos ha llevado a una nefasta gestión de la pandemia que ha conducido a una recurrente restricción de las libertades, con un republicanismo impostado, de opereta.

Hoy, más que nunca, es urgente e imprescindible la República Constitucional. La monarquía y la Constitución son el caos en el que vivimos. No hay otra salida al atolladero angustioso de la vida nacional. Por España, todo por España, República Constitucional.

MANIFIESTO POR LA REPÚBLICA CONSTITUCIONAL