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Carlos Delgado (ULEG): «El miedo es un mecanismo muy efectivo para dominar, pero el hambre puede generar efectos más poderosos que un volcán»

Redacción




Enrique de Diego.
Carlos Delgado, presidente de ULEG, es un caso único y peculiar en España: lidera la oposición con un partido de la mejor tradición localista en Leganés y ha hecho méritos más que sobrados para ser un buen, magnífico alcalde. He querido hablar sobre el fenómeno de la incultura hooligan porque en Leganés, en efecto, el PSOE presenta una nulidad, con una nefasta gestión, al caballo de Calígula. Una advertencia clara: «El miedo es un mecanismo muy efectivo para dominar, pero el hambre puede generar efectos más poderosos que un volcán». El miedo lo está utilizando en dosis irrestrictas Pedro Sánchez, pero ya llegará el hambre…
Vamos a analizar, si le parece, el caso de Leganés como paradigma. Y si quiere también el caso de su partido, ULEG, en el mismo sentido. Usted ha podido comprobar como las expectativas de su partido sucumbían ante la polarización de la política nacional, la última vez con Vox.
-El peor virus que sufre nuestra sociedad es el del sectarismo. Ahora mismo con la lamentable gestión del gobierno de la Nación, de la Comunidad de Madrid y de Leganés, cada uno dirigido por distintos partidos o coaliciones, todos deberíamos clamar por una moción de censura a la vez y en los tres sitios, pero no caerá esa breva, se preferirá hablar de fachas y rojos, de equidistantes, de los míos y los tuyos… Es una tragedia, la política vista como los forofos futbolísticos. En Leganés una opción transversal, vecinal, limpia y trabajadora como ULEG es un éxito que sea la segunda fuerza en un municipio de 200.000 habitantes, algo inusual en España, pero aún así está muy lejos de ser el partido mayoritario que sin duda lo sería en un país con otra cultura política y en eso tiene mucha culpa esa visión cainita de la política, de que si no llevan mi camiseta son el enemigo. Y si ese enemigo no está muy a la vista se crea el espantajo como sea. Los medios de comunicación también tienen gran culpa, por haber sustituido la información de calidad por el espectáculo, por no ser pedagógicos, por fomentar ese clima clientelar…
Porque la gestión de Santiago Llorente no puede ser más nefasta y sin embargo subió.
-Sólo hay que ver la ciudad y las quejas generalizadas en prácticamente todos los sectores, una ciudad dormida y sin sueños, pero muchos cuando llegan las elecciones aún piensan que cuando votan al PSOE votan a Felipe González. Les da todo igual, ellos son adictos a una marca, a una herencia, una tradición mal entendida. Luego la TV les inocula la dosis necesaria para ni siquiera interesarse de los problemas más locales, diluyendo toda capacidad crítica. Hay que seguir alimentando la trinchera, el bando, eso da más audiencia y así es más fácil manipular a la gente. La mayor revolución se vivirá cuando la ciudadanía se dé cuenta que por mucho que se etiqueten de la ideología que quieran hay cuestiones, y más en el ámbito local, donde coincidirán en el 90% de las cosas, incluso con ese que consideran que está en el otro extremo.
¿Se votan siglas más que personas, también en las municipales?
-Sí, algo menos que en el ámbito nacional, pero sin duda. Además, en elecciones como las últimas locales donde coincidieron con las autonómicas, las europeas y unos días antes las nacionales, conseguir que el vecino diferenciara entre ellas y valorara los efectos de sus decisiones en cada ámbito era especialmente complicado a lo que ya de por sí lo es.
Disfruten lo votado…
-Mire, se echan muchas culpas a los políticos, pero cada vez más la experiencia me dice que en este ámbito se tiene lo que se merece. El ciudadano ha de ser consciente de su responsabilidad, de la gran importancia de su voto. Parece que un voto no cambia nada, pero al final como decisión agregada que es esa postura individual es muy importante. No puede ser que nos quejemos tanto y haya tanta abstención. Y si no gusta lo que hay, se debe la gente involucrar en política y cambiar lo existente o crear opciones nuevas. No me vale ese conformismo. Al final es una cuestión de incentivos, si el gobernante haciéndolo mal no sufre el castigo en las urnas pues no tiene motivación alguna para hacerlo bien, al contrario. Por eso muchos «listos» lo que se pelean es por poder dominar determinadas siglas donde saben que arrastra muchos votos se haga lo que se haga. Gobernando el partido, gobiernan el pueblo. Y si esta dinámica no se cambia, nada cambiará.
¿No tiene usted la sensación de que si ponen de candidato al caballo de Calígula el
PSOE obtiene los mismos votos?
– En ciertos territorios es indudable, al igual que pasa con el PP en otros, con los partidos nacionalistas en otros… Es el eterno debate sobre las causas y las consecuencias. Es muy importante diferenciarlas. La causa de que España, sus comunidades autónomas o sus municipios estén fracasando, como hemos visto con el Covid19, pero se extiende a fenómenos como la corrupción, la cada vez más deteriorada educación…, no es porque haya malos políticos. Eso es una consecuencia de la causa principal: la ausencia de una sociedad civil fuerte y concienciada, crítica, participativa, educada políticamente, libre del caciquismo y la red clientelar habitual, unos ciudadanos responsables, cultivados, no sectarios, comprometidos. Si nos centramos en la causa, la consecuencia vendrá por sí mismo.
Usted se lo curra, usted ejerce de oposición, ¿no resulta descorazonador?
-Hay veces que sí, que te preguntas si tiene sentido chocar contra un muro cada día, pero también te incentiva ver que en ese muro hay grietas, que el cambio aunque muy difícil no es imposible. Si no fuera posible ese cambio ULEG no hubiera pasado de la nada a ser la segunda fuerza de una ciudad como Leganés, donde ha batido en votos y concejales a todas las fuerzas que tienen representación nacional y autonómica como Vox, Unidas Podemos, Cs, Más Madrid o Vox. Sólo nos falta batir al PSOE, quien ha gobernado Leganés el 95% del periodo democrático y ese reto nos hace seguir teniendo ilusión cada día, porque pensamos que con nuestro sacrificio no sólo podemos cambiar nuestro pueblo, sino también ser ejemplo para otros vecinos en otras partes de España.
Y viendo cómo funciona la justicia cuando la política está por medio,
¿Hay separación de poderes?
-Es inaudito que alguien se acueste siendo ministro de Justicia de un gobierno y se levante Fiscal General del Estado, que los nombramientos del CGPJ sean por cuota partidista, prostituyendo la esencia buscada en la Constitución de que los nombramientos fueran por un consenso para encontrar jueces y juristas reconocidos por su profesionalidad e imparcialidad y no por su adscripción política. Qué decir del Tribunal Constitucional. Es una pena, pero cada día y con cada decisión, como la última de Bankia, nos demuestra toda la razón que tenía Alfonso Guerra con aquello de que «Montesquieu ha muerto». Y es que sin verdadera separación de poderes, el estado de derecho es sólo un espejismo y la democracia un remedo donde triunfa la demagogia.
¿Cómo está siendo la gestión de la alcaldía ante la crisis de la pandemia del
coronavirus?
-Es pasiva, no hay un impulso, una capacidad de anticiparse al problema. Se va a lo cómodo, a lo fácil, a lo que hacen todos y lo que digan desde otros ámbitos. Esta crisis ha roto todas las costuras de un gobierno que ya se sabía que era mediocre e inoperante, ahora ya todos ven que el rey va desnudo. Lo triste es que a ese rey desnudo se le sigue y se le seguirá apoyando en las urnas porque miles de vecinos entienden que es «su rey», algo parecido a como Roosevelt definía a Somoza, o luego aplicó Kissinger y la diplomacia americana en su famosa y escatológica frase.
¿Qué perspectivas económicas, a pie de calle, tienen los ciudadanos de Leganés?
Hay mucho miedo, incertidumbre y desconfianza. El mensaje de las administraciones no puede ser más contradictorio ni generar más zozobra. Dicen que el dinero es muy cobarde, y en esta tesitura nadie se atreve a invertir, a planificar…, y eso para los que aún tienen recursos, imaginen esa inmensa mayoría que vive al día. O se toman decisiones correctas y en la adecuada dirección en breve o va a haber una conflictividad social muy grande, por mucho que se estén ensayando todo tipo de mecanismos de control social y se use a las televisiones como narcóticos. El miedo es un mecanismo muy efectivo para dominar, pero el hambre puede generar efectos más poderosos que un volcán.