Enrique de Diego.
Pocas personas como yo tienen una experiencia tan profunda del Estado de Partidos. Me inicié en el Periodismo en la información de Cultura y Educación, pero pronto fui llevado a Política. Mi primera información relevante fue la noche electoral del 28 de octubre de 1982 con la victoria socialista de los 10.000 millones de votos, la noche del cambio que lo cambió todo a peor. La expropiación de Rumasa que puso en evidencia la falta de separación y su privatización disparó la corrupción en gran escala. Como Jefe de la Sección de Política de Abc, lancé la nueva generación de políticos de AP -Aznar, Rato, Gallardón, Mayor Oreja, Trillo, Loyola de Palacio…- y plantee la doble regeneración generacional e ideológica como forma de acceder al poder, frente a la propuesta de pactar con los nacionalista para formar la CEDA. De las propuestas regeneradoras, como dar marcha atrás en la invasión del Consejo General del Poder Judicial, Aznar las incumplió. Luego lancé a Eduardo Zaplana a la Generalitat valenciana poniendo en marcha la idea de vertebración de la Comunidad Valenciana que permitió a un alicantino.
He visto siempre extender el Estado de Partidos haciendo continuamente metástasis, consumiendo tejido productivo, generando deuda, prebendario. Lo combatí ya en 1996 en mi libro «Privatizar las mentes». Viendo que nadie hacía nada, puse en marcha la heroica Plataforma de las Clases Medias. He visto como el Estado de Partidos mediatizaba a los medios de comunicación. El sistema es el mal. Dentro del sistema no hay solución, no hay salvación posible. Es urgente abandonar toda esperanza por ese lado.
Ha ocurrido, como profetizó don Antonio García-Trevijano, un cataclismo, que va a echar por tierra el gigante con los pies de barro, y van a suceder las siguientes cosas en sucesivas etapas:
1.- Va a haber una etapa en la que el sistema va a funcionar como si no hubiera sucedido nada, cuando el coronavirus ha acelerado la descomposición.
2.- El sistema va a jugar a la quimera de que lo puede resolver aumentando la presión fiscal, pero sólo aumentará la economía sumergida y frenará el consumo.
3.- El dinero de la Unión Europea se perderá en las redes de la corrupción y en las clientelares de PSOE y Podemos. La Unión Eurpea no puede reformar el Estado de Partidos porque es irreformable.
4.- La dura realidad se va a imponer con descensos en los sueldos de los funcionarios, de las pensiones, un hundimiento general, sangre, sudor y lágrimas, hambre y miseria.
5.- Habrá un aumento exponencial de la delincuencia, de la inseguridad, de la ocupación de casas, asaltos a supermercados.
6.- Las clases medias patrióticas pedirán reformas, el fin de la emigración descontrolada, orden y ley. Las Fuerzas de Seguridad recibirán órdenes de reprimirlas y habrá disparos y muertos.
7.- Las bases de las Fuerzas de Seguridad se rebelarán, desobedecerán a sus mandos y confraternizarán con el pueblo insurrecto.
8.- Se generalizará la protesta llegando a ser una revolución.
9.- Se pondrán en marcha las medidas coyunturales del Manifiesto de la República Constitucional abriéndose un periodo de depuración y de libertad constituyente, con el final de la monarquía.
10.- Se producirá el triunfo inevitable de la República Constitucional con los puestos esenciales del Manifiesto.
Todas estas se producirán en el horizonte de lo que queda de 2020 y en el año 2021, porque el tiempo histórico se ha acelerado vertiginosamente.